Los gobiernos federal, estatal y municipal de Tepoztlán, Morelos, atienden el incendio que inició desde la madrugada del martes en uno de sus parajes; sin embargo, combatir el fuego ha resultado difícil, por los fuertes vientos. Ese espacio es importante por la vegetación, pero también porque en tiempos de Mesoamérica fue un espacio donde se realizaban rituales.

Tepoztlán tuvo su importancia durante la época prehispánica, de hecho, a finales del siglo XVI se le describía “en las ‘Relaciones Geográficas encargadas por la Corona española como un señorío de Cuauhnáhuac y al de Gustepec’. Se decía que en sus cerros y montes existían adoratorios a sus dioses: ‘en Tlahuiltépetl vive el gran diablo, ahí se realizaban sacrificios y se hacía lumbre’; por eso se le llama el ‘cerro de luz’ o el ‘cerro de la lumbre’, lugar de residencia de Tepozcatl, ‘el gran diablo’”, documentó la investigadora Ana María Salazar en su libro Tepoztlán. Movimiento etnopolítico y patrimonio cultural. Una batalla victoriosa ante el poder global. En el libro publicado por la UNAM y el Instituto de Investigaciones Antropológicas, la especialista señaló que “desde tiempos remotos se mantiene la férrea creencia en las entidades sobrenaturales y las deidades primordiales en esta comunidad de pueblos originarios”.

A dichas deidades “se les rinde culto aún en la actualidad. Tepoztecatl representa uno de los cuatrocientos conejos, dioses del pulque y de la fertilidad; pero también una síntesis de las deidades del viento (Tláloc, Ehécatl y Quetzalcóatl)”. Con respecto al nombre, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) indicó que no existe un consenso en cuanto al significado de Tepoztlán.

“Con base en el signo toponímico de Tepoztlán, en el cual aparece un hacha de cobre encima de un cerro, hacha que dicho sea de paso, también porta la divinidad en el códice Magliabechi. Con base en esta información, se ha definido a Tepoztlán como ‘Lugar del cobre’, ‘Lugar de hachas’ o ‘Lugar de piedras quebradas’. Sin embargo la palabra Tepuztli denota ‘espalda’, mientras que el hacha de cobre su significante es ‘tlaximaltepuztli’ o ‘espalda de cobre’. Es muy probable que el signo toponímico de Tepoztlán tenga características fonéticas, donde el significado es algo que suena como hacha de cobre, pero está representando en este caso la espalda. De tal manera, la palabra Tepoztlán está compuesta por la unión de dos conceptos: ‘tepuztli’ o ‘espalda’ y ‘tlalli’ o ‘tierra’ del que viene el término ‘tlan’ que significaría ‘tierra de’. De tal manera, Tepoztlán significa ‘tierra de las espaldas’ o ‘lugar de las espaldas’”.

Agregó que “muy probablemente, hace referencia a las grandes formaciones de los cerros de Tepoztlán a las cuales los antiguos habitantes vieron como grandes espaldas de roca. Tepoztécatl puede ser interpretado como un locativo ‘habitante del lugar de las espaldas’ pero también connota a la deidad del lugar, ‘dios del lugar de las espaldas’. De acuerdo con los escritos de Sahagún y el códice Magliabechi, esta deidad fue parte de los dioses del pulque, entre los cuales se encuentran Acolhuan, Pantécatl, Toltécatl, Tezcatzóncatl y otros, todos ellos advocaciones del dios Ome Tochtli, ‘Dos Conejo’, dios del pulque (octli) y de la fertilidad, asociado a la luna y al germinar de la naturaleza, así mismo, de acuerdo con la leyenda, Tepoztécatl es el hijo del viento, y por tanto está asociado a los dioses creadores como Ehécatl Quetzalcóatl”.

Lo que sí es un hecho es que en la parte alta del Tepozteco hay un monumento histórico. Se trata de un santuario del dios Tepoztecatl.

“El complejo arquitectónico del santuario está compuesto por cuatro elementos arquitectónicos: el templo, sus dependencias, la plaza y el área habitacional. El templo desplanta sobre un basamento de muro en talud que termina por debajo de la escalera Suroeste que lleva a la plaza del templo; la fachada Oeste de este basamento fue cubierta durante la construcción de la plaza y la escalera Suroeste”, indica.

El muro o muros de contención que nivelaron el área para esta plaza ya no existen; queda solamente el relleno expuesto, actualmente contenido por tecorrales. “En la plaza se encuentran los restos de un altar frente al templo. Hacia el Este, este basamento tiene adosada la escalera Este que desplanta sobre una plataforma cuyos muros hace tiempo se perdieron y su relleno está contenido por un tecorral”, detalló el INAH.