Aunque debutó en cine en 1952 en La segunda mujer como Fernando Ciangherotti, más tarde cambió el apellido por Luján. El primer actor contó en alguna ocasión que esto se debió, entre otras cosas, a la aversión que sentía hacia sus tíos Fernando y Andrés.

“Me molestaba mucho que mi tío Fernando llamara mucho a otros actores y no llamara tanto a mi papá, quien además de ser su cuñado era un gran actor. Eso hizo que estuviera un poco en contra de ellos y además que no quisiera entrar a su instituto, de lo cual me arrepiento muchísimo, porque en esa época salieron muchos buenos actores”, dijo.

Fue en 1953, en la película La cobarde, donde Fernando —quien actuó en ese largometraje al lado de su hermano mayor, Alejandro— decidió cambiar el Ciangherotti por el Luján.

El cambio de su apellido se debió también a una cuestión práctica. “Cuando salía a la calle con mi papá gritaban ‘Ahí va Changarango’, ‘chingarinto’, nadie lo sabía pronunciar”, solía contar el actor divertido.

“Además mi papá decía que su nombre y el apellido eran largos para las marquesinas. Un día, leyendo la historia de Argentina me gustó el pasaje de la Virgen de Luján, la carreta en que la llevaban no quiso arrancar hasta que bajaron a la virgen, que ahí se quería quedar”, contaba. Finalmente, Luján le sonaba “muy mosquetero”, según recordó Fernando en alguna otra ocasión.

Su muerte

Fernando Luján podía presumir que Arturo de Córdova le dio una cachetada. Que engañó a Fanny Cano y que le levantó la voz a Marga López por haber sido una mala madre. Todo eso en una sola película, Juventud sin ley, filmada de 1966 y que convirtió a Luján en símbolo del joven rebelde.

Pero la vida no solo le alcanzó para ser parte de la época de oro del cine mexicano (siendo niño, actuó en El mil amores, protagonizada en 1954 por Pedro Infante y Rosita Quintana), también para sumarse al llamado nuevo cine mexicano en la década de los 90 e incluso a la ola del más reciente resurgimiento del cine taquillero mexicano.

Con Eugenio Derbez, estuvo en Overboard (Hombre al agua), remake hollywoodense de un filme de los años 80. Durante sus más de siete décadas de carrera artística, Luján —quien falleció este viernes a los 79 años debido a una obstrucción pulmonar derivada de una neumonía de la cual no logró restablecerse— también tuvo una fuerte presencia en la pantalla chica, incluso fue pionero en los melodramas que presentaba en los 90 la recién creada Televisión Azteca con títulos como Mirada de mujer en 1997. Esa historia que fue un parteaguas en su género debido a la temática.

Dos años más tarde, en 1999 el cine lo reclamó y fue con El coronel no tiene quien le escriba que tuvo un segundo aire en ese formato.

A partir de ahí su participación en cine con filmes como En el país de no pasa nada (2000), El Tigre de Santa Julia (2002), Tú te lo pierdes (2005), El carnaval de Sodoma (2006) y Labios rojos (2008), su carrera se mezcló con melodramas como Lo que es el amor, Todo por amor, Montecristo, Así en el barrio como en el cielo y, apenas el año pasado, La hija pródiga.

Debido a su deteriorado estado de salud —tras ser diagnosticado hace años con la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) como consecuencia de haber fumado durante más de 60 años— Fernando no pudo participar en la segunda temporada. Lo sustituyó Otto Sirgo.

Los últimos meses, la salud de Luján empeoró. En diciembre viajó a su casa de Puerto Escondido, junto con su esposa Martha Mariana Castro. El tres, el actor fue llevado de emergencia a un hospital; tras ser intervenido fue dado de alta el cuatro de enero.

Fue el jueves cuando el estado del actor se complicó y finalmente falleció. Su viuda dio a conocer que el domingo se hará un ritual y en dos semanas llegará a la ciudad para una misa.