La publicación por vez primera en castellano de la versión íntegra y directamente traducida del rumano de Lágrimas y santos (Hermida Editores), el gran libro religioso de Emil Cioran, es una de las grandes noticias: llegará a las librerías el próximo lunes.
La versión en español que podía leerse hasta hoy se basaba en una traducción francesa realizada en los años 80 a partir de las numerosas amputaciones que el propio Cioran aplicó a su libro.
La traducción de este libro incómodo y no excesivamente fácil corre a cargo del argentino afincado desde hace más de 30 años en España Christian Santacroce. En su opinión, el Cioran francés no es el rumano: “Se ha estilizado para poder presentarse a su nuevo público. Es un autor que utiliza mucho más la ironía y el sarcasmo, pero sobre todo con respecto a sí mismo. Y eso incluye sus reflexiones acerca de la religión. El Cioran rumano, el de juventud, es mucho más insolente y arrogante, y ese es precisamente el encanto de esa etapa de su obra”.
Coincide en su visión de las cosas con Fernando Savater, quien resume así el vaivén conceptual del escritor: “Cioran fue siempre un pensador religioso… lo que pasa es que es un religioso contrariado. Nunca le perdonó a Dios que no existiera”.
En este libro, Cioran, hijo de un sacerdote ortodoxo rumano y lector compulsivo de Nietschze, Schopenhauer y Kant, da rienda suelta a sus devaneos a veces conmovedores y a veces terribles, en torno a Dios, Jesucristo, los santos y la experiencia mística (que dice haber probado en sus largas noches de insomnio).
Cioran escribe Lágrimas y santos en rumano entre 1936 y 1937. La publicación del libro solo le trajo problemas personales: su familia se aparta de él, y uno de sus mejores amigos, el también escritor Mircea Eliade, lo ataca con dureza.