Raya y el último dragón

Un filme como los que casi ya no vemos en una industria dominada por adaptaciones, remakes y franquicias de interminables secuelas. Visualmente despampanante y con dos personajes simpáticos y fáciles de amar al centro de su historia, es casi inevitable dejarse fascinar por la película, pese a lo repetitivo de su mensaje. Detalle que seguro pasara desapercibido por los más pequeños del hogar, y al público más adulto.

El trabajo más complicado que tiene cualquier ficción es crear un mundo cautivador que se sienta real y se vuelva casi un personaje por sí mismo. Cuando hablamos de animación, la plasticidad que este género le da a la imaginación hace más exigente esta demanda.

A lo largo de los años, Disney ha sido una de las compañías que ha destacado por esto mismo, y Raya y el último dragón es la prueba de que el fotorrealismo y la animación pueden convivir.

Sinopsis

Tiempo atrás, en el fantástico reino de Kumandra, los humanos y los dragones vivían juntos en armonía, pero cuando unos siniestros monstruos conocidos como los Drunn amenazaron al mundo, los dragones tuvieron que sacrificarse para salvar a la humanidad. 500 años después, esos mismos monstruos han regresado y la humanidad depende de una independiente guerrera, llamada Raya, para encontrar al último dragón y detener para siempre a los Druun. A lo largo de su viaje, Raya aprenderá que se necesita algo más que magia de dragón para salvar al mundo: también se necesita confianza.

Dirección

Dirigida por Don Hall, ganador del premio Óscar a la mejor película animada por Grandes Héroes, y Carlos López Estrada, con la codirección de Paul Briggs y John Ripa, y producida por Osnat Shurer y Peter Del Vecho.