Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) intervienen seis pinturas de gran formato, fechadas en 1754, de la autoría del pintor mulato novohispano José Joaquín Magón, alojadas en la Basílica de Ocotlán, en Tlaxcala.
Se trata de El Calvario (4.50 metros de alto por 5.90 metros de largo), La caída (4.50 por 5.80), La flagelación (4.50 por 6.25), La última cena (4.50 por 6.37), El beso de Judas (4.50 por 6.25) y El rey de Burlas (4.50 por 6.30).
La restauración está a cargo de Alatiel de la Mora, supervisora del Centro INAH Tlaxcala, y de Ricardo Medina, director del proyecto, quienes indicaron que dicha tarea deriva del trabajo previamente realizado por el Instituto, en los retablos del mismo santuario.
De acuerdo con el especialista, una notable influencia artística en el área poblano-tlaxcalteca por parte de José Joaquín Magón se distingue en las obras, las cuales, según los expertos, una parte de las afectaciones que presentaban los bienes derivaba de su propia técnica de manufactura.
Así, se determinó que cada lienzo estaba conformado por hasta 13 telares más pequeños unidos entre sí, lo que ocasionaba pérdida de tensión y dobleces en las imágenes. Sumado a ello, el oscurecimiento natural de sus barnices y dada la gran superficie a trabajar, fue necesario descender las obras de su sitio original.
Medina detalló que se encontraron notables afectaciones en los bastidores, causadas por la presencia de microorganismos, insectos de madera e incluso nidos y deyecciones de aves.
Es por eso que se atendió con la elaboración de nuevos soportes, el reentelado, la limpieza y la corrección de los planos para devolver a las pinturas su posición y firmeza originales; posteriormente se dio paso a la fase de reintegración cromática y barnizado, los cuales fueron revisados y autorizados por el Centro INAH Tlaxcala y la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural, del instituto.