Recuperan poesía de Alaíde Foppa
A 42 años de la desaparición de la poeta se publica la antología Viento de primavera, con texto introductorio de Elena Poniatowska. Cortesía

La poeta Alaíde Foppa (1914-1980) fue detenida y desaparecida por los servicios secretos guatemaltecos el 19 de diciembre de 1980. Nunca volvió a saberse de ella ni de su literatura, pese a ser difundida en México y de ser conocida por la serie Foro de la mujer, en Radio UNAM, quedó envuelta en la bruma del silencio.

Para resarcir esa deuda con su literatura, a 42 años de su desaparición, el Fondo de Cultura Económica (FCE) publica Viento de primavera, una antología con más de cien poemas que acarician temas como la historia, la naturaleza, la defensa de la mujer y la reflexión filosófica, acompañados de con un texto introductorio de Elena Poniatowska.

“Sobre la poesía de mi madre diría que su desarrollo artístico y poético mantuvo una línea en ascenso, que maduró y que toca temas diversos, como sus reflexiones históricas, una serie de poemas sobre las flores, sobre las frutas y un libro muy lindo que tituló ‘Elogio de mi cuerpo’”, dice Julio Solórzano, hijo de la poeta.

Además, comenta, que hay algo que permea toda la literatura de Foppa: una especie de poesía filosófica sobre temas conceptuales y, en esa vertiente, podría permanecer inscrito el poema “Las palabras y el tiempo”, donde puede leerse el verso: “Acaso me escondo en las palabras y abrigo en ellas mi desnudez, o acaso me van quitando hasta el último velo que me disimula”.

“Recuerdo que cuando leí ‘Las palabras y el tiempo’ tenía 13 años y ella me dijo que la poesía no son palabras, y que estas solo son el vehículo de la poesía”, señala Solórzano. “Yo le pregunté si había poesía en un paisaje, y ella me respondió que sí. Ella jugaba con los conceptos y les adjudicaba múltiples interpretaciones, reflexionaba y nos decía que un sentimiento de amor es poético, porque antes de estar en las palabras está en el sentimiento, y se mostraba acuciosa en la tarea de traducir ese sentimiento en palabras”.

¿Cómo definiría la poesía de Alaíde Foppa?, se le pregunta. “Ella buscaba un lenguaje sencillo, pero cargado de muchas imágenes y de contenidos conceptuales o filosóficos, como cuando nos habla de cómo el cuarto se llena de los aromas de una manzana y emplea la metáfora para contrastar la palabra con la realidad”, indica.

Pero la poeta tenía otra faceta, apunta Julio Solórzano: “La defensa de los derechos de las mujeres. De ahí que Poniatowska la defina como ‘el símbolo de la lucha de las mujeres latinoamericanas por la libertad’, aunque esa defensa la hizo de forma indirecta en su poesía, como cuando escribió el poema ‘Ella se siente…’, un reflejo autobiográfico, a menudo usado por organizaciones feministas, donde se lee: ‘Ella se siente a veces como cosa olvidada en el rincón oscuro de la casa, como fruto devorado por adentro por pájaros rapaces, como sombra sin rostro y sin peso’”.

¿Por qué hoy se le nombra poco?, se le cuestiona, “Porque fue secuestrada y desaparecida en Guatemala, a las 12 del día, en el centro de la ciudad, mientras iba en el automóvil de mi abuela, doña Julia Falla. Aquel día también fue secuestrado y desaparecido el chofer de mi abuela, Actún Shiroy, quien no tenía nada que ver con mi madre”, cuenta.

Foppa llegó exiliada a México, en 1954 —después del golpe de Estado contra Jacobo Árbenz, junto con su esposo Alfonso Solórzano—, trabajó con intelectuales mexicanos y exiliados guatemaltecos como Luis Cardoza y Aragón, Carlos Mérida, Mario Monteforte Toledo y Augusto Monterroso.

“En aquella época, mi madre denunciaba las violaciones a los derechos humanos, los asesinatos y las masacres de indígenas en Guatemala y eso nunca se lo perdonaron. Además, yo tenía dos hermanos y una hermana en la guerrilla —solo ella sobrevivió—, y aunque su poesía no mostraba un contenido político, su vida sí”, refiere, hasta aquel 19 de diciembre, cuando fue secuestrada, desaparecida y truncaron su obra poética.