Gerardo Murillo, mejor conocido como Dr. Atl (1875-1964), no solo fue uno de los paisajistas mexicanos más relevantes del siglo XX. También incursionó en la política, escribió discursos, se carteó con presidentes, fue mensajero de Venustiano Carranza para negociar con Emiliano Zapata, escribió cerca de 15 libros, fundó su propia editorial y sostuvo una intensa relación con la pintora y poeta Nahui Olin.
Faceta poco conocida
También se sabe que hizo una veintena de murales, casi todos destruidos, aunque sobrevive uno: Vista panorámica de la ciudad de Puebla, expuesto de manera permanente y discreta en el Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec.
Así lo perfila Rebeca Barquera, experta en Dr. Atl, quien pronto publicará Muralismo borrado, una exploración que recupera los murales destruidos del artista jalisciense, de quien se recuerda el 150 aniversario de su nacimiento.
Lo que hoy más conocemos de la obra del Dr. Atl es su serie Cómo nace y crece un volcán, porque es lo que más se tiene en las colecciones estatales, en las que hay poca de pintura figurativa o de representación del cuerpo humano y algo que recientemente he trabajado: su producción mural, pues corrió con la suerte de que casi toda su producción fue destruida”, comenta Barquera en entrevista con Excélsior.
El propio Dr. Atl contaba que en Europa hizo varios murales, en París y en Italia, pero estos fueron destruidos, “y cuando regresa a nuestro país para formar parte del Renacimiento artístico mexicano, del muralismo, él hace obra mural en el anexo de la Escuela Nacional Preparatoria –espacio que ahora ocupa el Cencropam–, en colaboración con Roberto Montenegro, pero corre con la mala suerte de que también fueron destruidos”, detalla.
¿Por qué fueron destruidos esos murales?, se le pregunta Rebeca Barquera, investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE). “En aquel momento el Dr. Atl dice que la culpa es de Vasconcelos y de Narciso Bassols, quienes lo censuraron, ya que no representó a los nuevos sujetos políticos del Estado: el campesino y el obrero. “Pero al buscar un poco más, tiene que ver con dos factores. Uno es que abren la calle de República de Venezuela, hacia 1930, como parte de un proyecto urbano para conectar el Centro Histórico, lo que modificó iglesias, conventos y predios. Y el otro tiene que ver con que ese espacio ya no era de la Preparatoria, sino de una escuela secundaria a cargo de la SEP y se consideró que las juventudes no debían estar cerca de aquellos desnudos femeninos y masculinos”, circunstancia que se sumó a un grupo de padres de familia que pensaba que debía ser destruido, apunta.
¿Cuántos murales de Dr. Atl se perdieron en México? “Fue todo un claustro… y tenemos noticia de que fueron alrededor de 12 paneles”.
¿Qué tanto se sabe de aquellos murales?
“Quedan algunas fotografías en donde se aprecian las representaciones, de manera alegórica, de figuras como el sol, la lluvia y el viento, encarnados en figuras masculinas y femeninas; y algunos paisajes marítimos y de la noche, con lo que construyó una idea de muralismo distinta a la de San Ildefonso”.
¿Consideraría que el mural Vista panorámica de la ciudad de Puebla pasa inadvertido? “Está ubicado en un pequeño claustro interior del Castillo de Chapultepec, donde hay unos baños y una de las salidas de la tienda. La decisión de colocarlo en ese espacio, pienso, se debe a que, originalmente, estuvo en un claustro (en el Convento de la Merced) y decidieron mantenerlo en una disposición similar. “Me parece que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) lo rescata y la decisión que toma no es incorrecta; en las visitas guiadas lo incluyen. Pero, quizá, lo que falta es algún recurso museográfico que haga evidente que la visita continúa allí o que se pueda ver, dado que no tiene el gran lugar de los murales de O’Gorman o Siqueiros”, señala.
Por último, la también académica de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) habla de la relación de Dr. Atl con la escritura. “Su primer libro ‘Las sinfonías del Popocatepetl’ (1921), es un libro de poesía en prosa muy modernista y en este habla de las sensaciones de subir a un volcán, del trayecto de su vida, ver el amanecer desde la cima, sentir el frío… y esto lo acompañó de una exposición y varias conferencias, tal como ocurrió con casi todos sus libros”, concluye.