Imposible no verla. Radiante con su vestido Balmain magenta, Lindsay Lohan acaparó los flashes al avanzar por la alfombra morada en la premier de Otro viernes de locos, en la Ciudad de México.
Para muchos, fue la confirmación de que la actriz ha resurgido de las cenizas de sus excesos, justo cuando la secuela de Un viernes de locos (2003) está por estrenarse en cines y en Netflix esta semana. Hace apenas unos años, su nombre aparecía más en tabloides por arrestos y rehabilitaciones que en los créditos de cine.
Su renacer recuerda que no fue la única: Macaulay Culkin, Drew Barrymore, Miley Cyrus y Robert Downey Jr. son algunos famosos que han tocaron fondo y, contra todo pronóstico, lograron escribir un buen segundo acto.
Rompen el círculo tóxico
La protagonista de Chicas pesadas pasó de ser la niña de oro de Disney a la actriz más perseguida por los paparazzi: fiestas, arrestos por posesión de drogas y seis ingresos a rehabilitación la alejaron de las marquesinas.
Pero en 2016 Lindsay decidió romper con todo: se mudó a Dubai, formó una familia y comenzó un tratamiento intensivo para dejar atrás las adicciones y la presión de Hollywood. Solo entonces Netflix y Disney apostaron de nuevo por ella, con Navidad de golpe (2022), Un deseo irlandés (2024) y ahora esta nueva secuela, que marca su regreso.
La historia de Macaulay Culkin, el inolvidable Kevin de Mi pobre angelito, refleja un patrón similar: abusos de su padre, una fortuna dilapidada y una adolescencia marcada por drogas y arrestos. La salida llegó al emanciparse, poner un océano de distancia mudándose a París y refugiarse en terapia y nuevas relaciones. Con el tiempo, reconstruyó su carrera y en 2023 recibió su estrella en el Paseo de la Fama, un reconocimiento que parecía imposible años atrás.
Miley Cyrus también necesitó alejarse de su entorno para salvarse. Tras años de ser la cara perfecta de Disney, irrumpió con una etapa de rebeldía y excesos que muchos vieron como un derrumbe. En realidad fue un escape: alejarse de la maquinaria infantil, terapia, apoyo de su familia y un trabajo creativo honesto le dieron una nueva identidad. Hoy, es dueña de su carrera y es además activista social. Incluso las llamadas “princesas rebeldes”, París Hilton y Nicole Richie, protagonizaron el lado oscuro de la fama: arrestos, filtraciones íntimas y excesos.
Ambas cortaron con ese pasado: buscaron ayuda, formaron familias, enfocaron su energía en negocios y proyectos filantrópicos y dejaron atrás sus años de caos.