Elena Garro, Juan Rulfo y Juan José Arreola “fueron profetas en su tierra y en el contexto de la narrativa mexicana de mitad de siglo”, aseguró la académica y escritora Sara Poot-Herrera, durante la charla “Ruralidades en Bellas Artes. Rulfo, Garro y Arreola”, en la cual se abordaron tres libros fundamentales para las letras de nuestro país: El Llano en llamas (1953), de Juan Rulfo; Los recuerdos del porvenir (1963), de Elena Garro, y La feria (1963), de Juan José Arreola.

En el encuentro que sostuvo con Carmen Boullosa, Luz Elena Gutiérrez, Hernán Lara Zavala y Eduardo Antonio Parra, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, Poot-Herrera dijo que no están compitiendo estos tres libros, sin embargo, se pueden hacer ciertas relaciones “como novelas, pues hay dos novelas, y un libro de cuentos; o una es mujer y dos escritores hombres”.

Carmen Boullosa afirmó que los tres títulos: las novelas de Garro y Arreola, y el libro de relatos de Rulfo, “nos vuelven forasteros, su lugar se nos cumple en nuestro México imposible que hasta el día de hoy repite su tragedia con sus más de 100 mil desaparecidos conviviendo” y aseguró que la operación que los tres autores realizan en esas tres obras “me deja zumbando”.

“Rulfo consolida en su libro de cuentos la agonía de todos sus personajes, están agonizando, no hay vida en El Llano, esa agonía alimenta el parto de Pedro Páramo. El dicharache gozoso de Arreola, su modernidad cuerda de pulpo con más cerebros y centros que cabezas, un pulpo de tierra, porque la tierra es asunto central, la posesión de la tierra un álgido que no se suspende y el cultivo en la tierra que sabe siempre aún en la tierra incultivable a esperanza arreolesca”, afirmó Boullosa.

Fue ella quien también señaló la ausencia de toda pizca de alegría en El Llano en llamas, y dijo que es un “libro paridor del lote de cadáveres más queridos y más vivos de nuestra literatura: Pedro Páramo”. El escritor Eduardo Antonio Parra aseguró que estas tres obras son fundamentales porque pertenecen a una especie de etapa de transición de la literatura mexicana: “Son parte de una modernidad, creo que deberían considerarse el parteaguas de la literatura contemporánea mexicana, porque principalmente están cerrando ciclos. Los tres están cancelando ya el tema de la ruralidad”.

Por su parte, Hernán Lara Zavala cuestionó que hubiera una influencia entre Garro y Rulfo: “No vería yo una influencia en Rulfo, como tampoco veo la influencia de Rulfo en Elena, son universos propios, independientes, que a veces se pueden complementar, pero que no veo yo de ninguna manera como el apoyo de uno sobre otro, no son dos mundos independientes, separados y brillantes”.

Boullosa tampoco acepta la convivencia estilística entre Garro y Arreaola, por lo que apuntó: “Aunque haya tonos y timbres y atmósferas muy diferentes no acepta la convivencia con Elena Garro, aunque sean voces salidas ambas de la comunidad, del pueblo, no surgen de la patria, Patria Garro, en el caso de Arreola estamos en la Patria Arreola, las dos patrias mucho más durables que un sexenio o un maximato, aunque palabra por palabra los que retraten como presidentes o gobernantes hablen con las mismísimas palabras que les escriben diversos colaboradores de distintas décadas, hasta hoy”.