Scarlett Johansson ha dejado claro que no se somete. Ni a los estudios, ni a las cláusulas abusivas, ni al uso sin permiso de su imagen digital. Desde joven, entendió que su sensualidad podía abrirle puertas. Pero no quiso quedarse ahí: detrás de cada personaje, la estadounidense ha tenido una visión amplia la figura pública que quiere ser.
Inicios
Actriz desde los nueve años, ha pasado por todo: fue musa de Coppola y Woody Allen, superheroína imbatible en Los Vengadores, voz sin cuerpo en Her, madre devastada en Historia de un matrimonio, símbolo de lucha legal frente a Disney y una de las primeras figuras en poner límites al uso de inteligencia artificial en la industria.
En 2021, demandó a Disney por el estreno simultáneo en cines y streaming de Black Widow, al considerar que había afectado sus ingresos. Dos años después, denunció públicamente que una empresa de inteligencia artificial replicó su voz sin autorización en un modelo llamado Sky.
A sus 40 años, Johansson no solo encabeza repartos: lidera conversaciones. Y si bien no se asume como una figura de opinión, reconoce que la experiencia, en especial de otros, le ha dado perspectiva. “No se trata de jerarquías, sino de experiencia y del respeto que se le da a eso. Ojalá hubiera más de eso en nuestro entorno actual, que respetáramos y valoráramos liderazgos desde la experiencia”, reflexiona la actriz en entrevista.
Guía desde la ética
Ese modo de ver el liderazgo —más ligado a la escucha que a la imposición— también empieza a notarse en los papeles que elige. Por eso, en lugar de volver a los superpoderes, Johansson decidió pisar un terreno distinto: la ciencia ficción con peso ético.
Protagoniza Jurassic World: rebirth, una nueva entrega de la icónica saga jurásica. Esta vez dejó los trajes ajustados y combates épicos, para adentrarse a dilemas humanos en una crisis biológica.
Zora Bennett, su personaje, es una agente encubierta reclutada por la farmacéutica Parker-Genix para recuperar el material genético de los últimos dinosaurios vivos en un entorno tropical. El objetivo: desarrollar un fármaco capaz de salvar a la humanidad. “Descubres algo en la naturaleza que es fácilmente explotable, y surge la pregunta de cómo lo convertimos en algo exclusivo, solo para cierto grupo de personas. Creo que hay un mensaje humanitario que de hecho remite a la Jurassic Park original”, reflexiona respecto al mensaje de la cinta.
Nominada al Oscar en dos ocasiones y ganadora de cinco globos de Oro, Scarlett Johansson —cuya fortuna se estima en más de 165 millones de dólares— deja atrás la estética del superhéroe para apostar, en esta cinta, por un liderazgo más humano y reflexivo.
Oportunidades
Fue ella quien se acercó personalmente a Steven Spielberg para pedir el papel, según contó recientemente a Hollywood Reporter, dejando claro que, a veces, ser fan entusiasta también puede abrirte las puertas del parque jurásico. “Esta película tiene momentos muy profundos. Se da el tiempo para detenerse y dejar que los personajes hablen, piensen, se enfrenten a lo que sienten. Y eso es lo que la equilibra tan bien. Porque entre toda la locura, la acción y el terror, también hay silencios… y en esos silencios, los personajes se enfrentan a su conciencia”, continúa.
Una evolución jurásica
Junto a Zora Bennett viajan el paleontólogo Dr. Henry Loomi (Jonathan Bailey), el líder del equipo Duncan Kincaid (Mahershala Ali), y el mexicano Manuel García-Rulfo que interpreta a Rubén Delgado, el padre de una familia náufraga. “La película hace un buen trabajo al recordarnos, de forma sutil, la conciencia que debemos tener respecto a la naturaleza y al mundo que está fuera de nosotros”, dice el dos veces ganador del Óscar, Mahershala Ali. “Como humanos, a veces no hacemos un buen trabajo en ese aspecto, y cuando sí lo hacemos, somos muy rápidos para intentar comercializarlo, para buscar la manera de obtener ganancias de ello”, considera.
Jurassic World: rebirth transcurre cinco años después de los eventos de Dominion (2022), en un planeta que se ha vuelto prácticamente inhabitable para los dinosaurios. Los pocos que quedan sobreviven en un hábitat controlado, con condiciones similares a las que existían hace millones de años.
La misión que emprenden Zora y su equipo tiene un propósito médico, pero también es un recordatorio de los errores humanos que han provocado ese desequilibrio ecológico global. “Parte del mensaje de la película es hacernos más conscientes de esa tendencia que tenemos de adentrarnos en la naturaleza, encontrar algo, y querer monetizarlo de alguna forma”, agrega Ali.