El escritor nicaragüense Sergio Ramírez aseguró que una de las primeras cosas que ha aprendido del exilio es a no tener el síndrome del exiliado, porque el síndrome del exiliado es que ante cada petardo que estalla en el país del que ha salido, uno amanece diciendo “mañana me voy porque esto ya terminó”, pero en realidad no es así.
“Yo me he preparado para lo peor, y es morir en el exilio. Hay que prepararse para eso. ‘La vida es dura, marca y pesa’, decía Rubén Darío, de manera que me duele mucho mi país, pero mi manera de aliviar ese dolor es la escritura, y sobre todo la escritura de invención. No voy a reescribir la historia de mi país, no soy historiador, voy a escribir la historia de mi país a través de mis libros, de mi invención, como este libro de cuentos que, si Nicaragua no existiera, este libro no existiría”, aseguró el nicaragüense que salió de su país acosado por el presidente y dictador Daniel Ortega.
Durante la presentación de su nuevo libro de cuentos, titulado Ese día cayó en domingo (Alfaguara, 2022), en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el narrador afirmó que esta obra “tienen su ombligo” en su natal Nicaragua, en sus circunstancias actuales, en sus circunstancias pasadas, pues su memoria afectiva está ahí, pues lo primero que se le aparece en sueños o en la vigilia de la madrugada es su pueblo natal, “a donde yo quisiera regresar, recorrer otra vez las calles del pueblo donde nací. No es posible, por eso tengo la imaginación y tengo la memoria”.
Sergio Ramírez dijo que su oficio es escribir. “La distancia del país crea un sentimiento de nostalgia, de afecto que sirve para la escritura, lo que me aleja es que no estoy viviendo la realidad de mi país, es un juego de conversaciones, al fin y al cabo es un juego de espejos la escritura, pero lo importante es la vocación de que se es escritor para siempre, de que se es escritor siempre, hasta la muerte”, concluyó.