Como siendo observados por una pantalla de 20 metros, el público de la Ciudad de México tomó sus lugares de la explanada del Estadio Azteca para presenciar la última fecha de Travis Scott en Latinoamérica con su Circus Maximus Tour.

Utopía es el disco que dio origen a la gira, y en ella el exponente del hip hop exploró temas como el éxito, la fama, el poder y los excesos, todas temáticas recurrentes en su música y también presentes en su segundo concierto en la capital.

Pero más allá de la lírica, su significado y la relación que el público siente con los mensajes de Travis, solo importaron los ritmos y los sonidos, con los que el público no dejó de brincar. “Hyaena”, fue la canción con la que se presentó, fumando un poco, con lentes oscuros y paseándose tras bambalinas seguido por una cámara que mostraba su camino al escenario en la pantalla principal.

Una vez en el escenario el público ya estaba brincando, gritando al ritmo de un bajo tan potente que ponía a vibrar distintas zonas del cuerpo, la garganta, el pecho, y provocaba un intercambio de miradas entre el público, incrédulos por lo impactante del sonido.

Una vez arriba, en su pasarela, Travis corrió y se apoderó del momento con gestos, brincos, manotazos, patadas, puñetazos al aire, y en cada movimiento fuego y humo salían del escenario a sus pies.