La inteligencia artificial (IA) generativa, la que permite un intercambio entre humanos y máquinas, es ambivalente: seduce y alarma, atrae y asusta, es benéfica y genera riesgos. Desde ese amplio espectro, el sociólogo e investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Raúl Trejo Delarbre, elaboró los textos que reúne en el libro Inteligencia artificial. Conversaciones con ChatGPT (Cal y Arena, 2023).

El también periodista asegura que internet, con todo lo que implicó la amalgama de las telecomunicaciones y de lo digital, fue una revolución en la manera de acceder al conocimiento y a la información entre otras muchas cosas, y sin desdeñar otros cambios, para él con este nuevo desarrollo de la IA, estamos en los umbrales de otra revolución tecnológica que va a afectar a la manera de hacer contenidos, a la creación cultural, a la información y a muchas otras cosas.

“Creo que no me equivoco si digo ‘estamos ante una fase que va a ser cualitativamente diferente.’ ¿Cuánto va a tardar?, ¿con qué ritmo se desarrolla?, ¿hacia dónde nos va a llevar exactamente? No lo sabemos hoy en día, pero sin lugar a dudas, la posibilidad de que toda la información que ya se ha digitalizado y que se encuentra en las nubes de las empresas de internet sea procesada a enorme velocidad con capacidad para ser traducida de nuevo el lenguaje natural, al lenguaje humano ya no solamente al lenguaje digital, implica un gran cambio tecnológico”, afirma el autor de Posverdad, pandemia, populismo.

Trejo Delarbre también insiste en el término social y cultural que le parece auténticamente relevante: “¿Qué significa esto? Pues significa que muchas tareas creativas que hasta ahora habían estado o estaban destinadas solamente a los humanos y que solamente podían ser hechos por personas, hoy comienzan a ser realizadas por sistemas inteligentes que procesan con enorme eficacia información digitalizada”.

Por ejemplo, dice que hasta ahorita las notas periodísticas eran solo tareas de los periodistas que tienen una capacitación específica para saber cómo informar y cómo manejar la información, pero hoy, para bien o para mal. “Creo que más para mal que para bien, ya hay empresas que comienzan a utilizar inteligencia artificial para desplazar a redactores y reporteros. Por supuesto, la originalidad de la mirada peculiar del periodista, su capacidad para discriminar, para comunicarse con sus públicos, no es imitada por IA, pero aquí estamos ante un cambio”, afirma.

También cita el caso de la literatura: novelas que escriben las máquinas, y que podrían aparecer algunas con el estilo de autores ya desaparecidos; o la batalla que están dando los guionistas en Estados Unidos, que no solo tiene que ver con sus remuneraciones, sino con el uso de la IA para hacer guiones.