¿Alguna vez has visto a un perro jugando a las tragamonedas en un casino? Probablemente no, pero quizá hayas visto a uno al que le encanta jugar con juguetes. Un nuevo estudio demuestra que podría no haber mucha diferencia.
Algunos se comportan con sus juguetes de maneras que se parecen a las adicciones conductuales en los humanos, como los juegos de azar y los juegos de internet. Stefanie Riemer, bióloga del comportamiento de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena y autora del nuevo estudio, llevaba mucho tiempo oyendo que los dueños de mascotas llamaban a sus perros “adictos a las pelotas” debido a su afición por las pelotas de juguete.
Pero al darse cuenta de que nadie había explorado si los criterios de adicción humana podían aplicarse a los perros y sus juguetes, decidió investigarlo con la ciencia. Por ahora, los investigadores no quieren afirmar que lo que están viendo es una adicción real, sino solo “indicadores que se parecen un poco a una adicción”.
En el ámbito humano, la adicción tiene dos caras. La primera es el ansia y la compulsión hacia un estímulo específico como las drogas o la euforia del juego y el cambio de humor al obtener esa recompensa. La segunda son sensaciones similares a los síntomas de abstinencia cuando se elimina ese estímulo. Además, “una adicción significa persistir en algo a pesar de que tenga consecuencias negativas a largo plazo”.
¿Cómo les afecta la adicción?
¿Pueden los perros experimentar algo similar con sus juguetes? Para responder a esta pregunta, se evaluaron diferentes grupos raciales, incluyendo pastores, terriers y retrievers. En una de las pruebas, por ejemplo, podían elegir entre un juguete favorito que fuera inaccesible (como en una caja o en un estante) y otro tipo de recompensa o interacción, como comida o juego con su dueño.
Los que parecían adictos al juguete permanecieron fijados en él, tratando de romper la caja o concentrándose en el estante, en lugar de buscar la recompensa disponible. En otra prueba, los investigadores analizaron si un perro se calmaba después de retirar juguetes, comida y demás objetos de la habitación experimental, y cómo lo hacía. Los que mostraron un comportamiento más adictivo siguieron caminando durante toda la prueba.
Los investigadores observaron que, entre todas las razas estudiadas, las razas de pastor, como el pastor alemán y el pastor belga, presentaban las puntuaciones más altas en comportamientos adictivos. Los pastores se crían para actividades que requieren mucha concentración, como la protección del ganado, el trabajo policial y la búsqueda y rescate, que requieren persistencia y una fuerte motivación.
Sin embargo, si bien estas características son deseables para los perros de trabajo, en casos extremos podrían derivar en comportamientos adictivos y tener consecuencias negativas. Por ejemplo, en algunos perros, el bienestar se ve claramente afectado si experimentan altos niveles de frustración al no tener acceso a la recompensa. Eso no es saludable.