Un museo inspirado en la belleza

El arte es una de las expresiones espirituales del ser humano más complejas. Los juegos entre la imaginación y el proceso de creación siempre terminan por transformar tanto al creador como a la obra. En el arte percibimos figuras esenciales, que parecieran repetirse incesantemente revestidas de nuevos contextos.

Sin embargo, la visión de dichas figuras jamás logra presentársenos en la pureza que deseáramos y en ello también yace su riqueza. Aun así, existen expresiones artísticas que buscan la simplicidad, el punto mínimo que colinda con la nada en la que brotan todas las imágenes.

Ejemplo de ello es Casa Wabi en Puerto Escondido, un lugar que es una obra en sí y que pretende revelar serenidad y creatividad en conjunto. Es una fundación civil cuyo objetivo es fomentar la creación artística, así como su vinculación con las comunidades de la costa oaxaqueña. Se creó en 2014 por iniciativa del artista mexicano Bosco Sodi.

De acuerdo con Juan Pino, actual director del proyecto Casa Wabi, el nombre deriva del concepto estético japonés wabi-sabi, que hace referencia a la “la belleza de la imperfección”. Dicha corriente combina elementos del minimalismo con la naturaleza, logrando mostrar el vitalismo de la simplicidad y soledad.

La austeridad de Casa de Wabi lleva al espectador inmediatamente a un proceso de interioridad, en la que puede presentir de forma no verbal la insignificancia de acumular o la apropiación. Casa Wabi es un diseño del arquitecto japonés Tadao Ando, ganador del premio Pritzker en 1995. El inmueble mira directamente hacia el Océano Pacífico y su muro central de 312 metros yace en paralelo al mar.

Todo en Casa Wabi es un juego entre el azar y la creatividad humana, haciendo de ésta una obra viva. Entre la exposiciones permanentes se encuentran lugares como el Gallinero de Kengo Kuma, hecho con tablas carbonizadas. También podrás rondar por jardín botánico de 27 hectáreas del arquitecto Alberto Kalach o caminar por Pabellón de Barro de Álvaro Siza (Pritzker, 1992) y conectar con lo profundidad la tierra.

Un proyecto comunitario

Conscientes de que la experiencia estética conlleva una ética, la labor de Casa Wabi busca beneficiar y dialogar con las catorce comunidades aledañas, así como con el resto del pueblo de Oaxaca. Entre los beneficios directos se encuentran espacios como el Pabellón de Guayacán; un vivero que busca proteger la especie del Guaiacum coulteri y que fue diseñado por la oficina Ambrosi Etchegaray.

Asimismo, Casa Wabi impulsa a artistas nacionales e internacionales en formación. Para ello posee un programa de residencias para talentos que se de distintas disciplinas, con lo cual también buscan desarrollar el tejido social y cultural de la costa de Oaxaca. Además, posee exposiciones temporales de artistas consagrados, lo que genera un diálogo entre la cultura local e internacional, la emergente y la ya revelada.