El autor de origen nicaragüense nacionalizado español, Sergio Ramírez, explora en el pasado de Nicaragua, su patria y va hasta la Managua de 1917, que está bajo la ocupación militar de los Estados Unidos y en momentos donde cae una dictadura, pero se levanta otra.
Esta nueva pieza que se suma al universo literario creado por el escritor, periodista, político y abogado nacido en Masatepe, Nicaragua en 1942, es una gran experimentación literaria, de lenguaje e imaginación que alude al relato de aventuras y al de enredos, pero también a la historia de intrigas palaciegas y picaresca moderna.
Pero, además, es un homenaje a la literatura rusa y a otros tantos escritores que fueron fundamentales en su formación, por lo que es novela libresca que rinde tributo total a la imaginación.
Homenaje
Esa apasionada entrega literaria, que homenajea a maestros como Cervantes, Dostoievski, Chéjov, Joseph Roth, Tolstoi, Balzac, Stendhal, Flaubert, no lo aparta ni un segundo de su pensamiento sobre Nicaragua, país del que fue arrojado al exilio en España, en 2021, por el régimen de Daniel Ortega, ni lo distancia de América Latina y el mundo, por lo que habla de la dictadura, de los nacionalismos, de los gobiernos de extrema derecha y de la esperanza.
¿Quería un ejercicio literario absolutamente distinto a su narrativa reciente?
Siempre me ha cuidado como escritor no ser previsible, pero además creo que cualquiera que sea la edad que uno tenga nunca debe perder la curiosidad por la experimentación, por decir cosas nuevas, en un lenguaje nuevo, probar estructuras distintas. Con esta novela quise romper el esquema. Sí lo que se esperaba de mí era una novela política, dada mi condición política de exiliado de una dictadura, pues yo me aparté del camino y me metí por una vereda a probar la sorpresa y la experimentación.
¿A seguir descubriendo la imaginación?
Esta novela es un tributo mío a la imaginación como tal, un escritor está hecho de imaginación y de memoria y, por lo tanto, aquí yo puse a la imaginación en el estado más absoluto de libertad y que fuera la imaginación la que me guiara a mí. Uno debe aspirar a la libertad siempre, la libertad de palabra, tanto lo que escribe como lo que dice.
¿Hay un deseo de plasmar al Sergio Ramírez gran lector?
Es un tributo a la literatura rusa, a los escritores rusos con los cuales yo me formé de adolescente, empezando por Antón Chéjov. Esta es una novela muy literaria por no decir libresca, que es una mala palabra, una novela muy literaria que está alimentada de muy distintos ríos de lecturas y de la literatura misma.
¿Por qué partir de los Cárpatos para llegar a Managua?
La literatura lo que hace es explorar esas vecindades de realidades que parecen tan lejanas y se vuelven tan vecinas, en primer lugar, por toda la influencia que la cultura europea, desde el siglo XVIII para acá, ha tenido en América Latina; sin la cultura de la Ilustración del siglo XVIII, la independencia no hubiera sido posible, y toda la literatura del siglo XIX pone la base para la literatura latinoamericana del siglo XX, en el siglo XIX no tuvimos casi novelas y la novela nace en el siglo XX, pero apoyada en los fundamentos de la novela del siglo XIX, y a mí siempre me gusta regresar a lo que se llama la novela decimonónica, son los marcos estilísticos de referencia que yo prefiero, que me deleito en usarlos, desde Tolstoi a Dostoievski, a Balzac, a Stendhal, a Flaubert.
¿El caballo dorado solo pudo haber sido escrito en España?
No lo sé porque este libro yo lo venía llevando en la mente y en apuntes en la computadora hace mucho tiempo; generalmente ocurre, con un libro, que cuando uno no da la clave de salida, por donde salirte de lo que tiene pensado, lo guarda y sigue otra cosa hasta que vuelve y encuentra la salida, y este libro estaba entretenido en esa falta de salida que yo encontré estando en España.
¿La salida tuvo que ver con que la historia llega a Nicaragua?
Sí, tenía que ver en qué momento de la historia de Nicaragua debería llegar la princesa con su carrusel, si debería llegar acompañada o no de Julio Sedano. Esas son decisiones estratégicas que tomé en el último momento. Uno de los personajes más seductores para mí de la novela es el de Julio Sedano y por eso no quise abandonarlo. Yo cierro la novela con el juicio militar que le hacen por traición en España, que resulta en su fusilamiento. Es un personaje fascinante.