“Las novelas de Mario Vargas Llosa son de un realismo lúcido y de una laberíntica ruta de lectura. Las leíamos como si fueran una forma analítica, crítica y fabulosa de la vida cotidiana”, afirma el escritor y crítico literario peruano Julio Ortega sobre el estilo del premio Nobel de Literatura 2010.
El investigador y catedrático de la Universidad de Brown, amigo y especialista en la obra del autor de La ciudad y los perros (1963) y Tiempos recios (2019), comenta en entrevista que este ha sido el gran innovador de la novela contemporánea.
“Toda novela es histórica, social, política y crónica de su lugar y tiempo. Mario ha relevado esa tradición narrativa, haciéndola diagnóstico, denuncia y crónica de nuestro tiempo, tramado por la violencia, la injusticia, la pobreza y la corrupción. Son tiempos ideales para escribir novelas armadas como una máquina de guerra, capaz de recusar la sociedad como humana y el estado como prisión colectiva. Estas obras nos dicen que nuestras sociedades están mal hechas, y peor rehechas”, agrega.
El estudioso destaca que el novelista, cuentista, ensayista, periodista y político nacido en 1936 no solo habló de la realidad peruana: “Se propuso escribir mil y una páginas de la América Latina real y legible. Un mapa trágico de nuestra vida cotidiana. Y todo ello con la limpidez y suficiencia de un relato siempre realista, o sea, posible”.
A la pregunta de qué hace que don Mario siga siendo uno de los narradores más completos en idioma español, tras 70 años de trayectoria, responde que “todo lector encuentra en el laberinto de cada novela suya un camino de salida; o sea, lee con la ruta que se le ofrece como una aventura”.
Considera que el gran aporte de quien estudió Derecho y Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos es “hacernos leer ficción como si fuese real. O sea, la ficción es una forma analítica de exponer el crimen, esa versión cainista de la sociedad nuestra”.