Del Comala de Juan Rulfo al Ixtepec de Elena Garro, pero también de la Santa Teresa de Roberto Bolaño a La Matosa de Fernanda Melchor se dibuja un mapa que atraviesa igualmente otros poblados, espacios e incluso ciudades imaginadas de la literatura mexicana que han sido visitados, analizados y revisitados por el crítico literario Rafael Lemus en su nuevo libro Atlas de (otro) México (Debate, 2025), en el que también citan a otros universos literarios imaginarios más desconocidos, como la Galeras de Rafael Bernal, la Villautopía del cubano-mexicano Eduardo Urzaiz y la Nueva Filadelfia del autor casi olvidado Nicolás Pizarro.
“Este libro, el ‘Atlas de (otro) México’ es un compendio de lugares imaginarios inventados por la literatura mexicana, a caballo entre la cartografía y la crítica cultural, explora una serie de espacios ficticios que fueron fundados en novelas y relatos que no ocupan un punto preciso del territorio nacional y que, sin embargo, son parte fundamental de la trama sensible de nuestro país y parte fundamental de la experiencia de vida de sus lectores”, asegura Rafael Lemus.
En entrevista desde Estados Unidos, donde radica y es profesor de literatura latinoamericana en California State University, Fresno, Lemus asegura que en términos personales él buscaba explorar de otro modo la literatura mexicana y el país mismo: “Aquí lo que hago es pensar de nuevo el país, pensar de nuevo alguno de sus textos claves, pensar algunas obras marginales casi olvidadas desde una nueva perspectiva, desde una perspectiva espacial”.
El escritor y crítico literario afirma que lo que le interesaba ver era cómo el país y su literatura han pensado el espacio, los universos literarios, y cómo la literatura mexicana tiene una relación polémica, problemática, pero muy productiva con el espacio material. Y dice que en términos más amplios y ambiciosos, le interesaba ampliar y abultar el mapa de la República Mexicana con esas ciudades y espacios imaginarios.
“Me parece que todo novelista, toda novelista, antes que cualquier cosa crea un espacio en el cual los personajes van a ir y venir y en el cual los conflictos se van a desatar. Y ese espacio es un espacio que el novelista construye apenas a medias, que ya el lector tiene que completar con su imaginación, con sus conjeturas, con sus propias referencias”, dice Lemus, y agrega que el libro también intenta hacer una suerte de guía de viajes.
“Estos diez lugares imaginarios son lugares bastante diversos. Todos ellos existen dentro de las fronteras del territorio nacional y sobrevuelan algunos espacios. Algunos de ellos están apenas por encima de ciudades y pueblos muy claramente localizables y otros sobrevuelan de manera indefinida un área del país. Algunos son bastantes realistas o pretenden ser un reflejo revolucionado de la realidad material, pero otros son más bien fantásticos y más bien míticos”, afirma el también autor de Breve historia de nuestro neoliberalismo: poder y cultura en México.
Rafael Lemus reconoce que quizás los ejemplos más claros de esos espacios imaginarios serían Comala de Pedro Páramo, de Juan Rulfo, e Ixtepec de Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro. Ciudades imaginarias, pueblos imaginarios, lugares imaginarios que se pueden identificar con espacios materiales, pero al mismo tiempo manifiestan un sustrato mítico.