“¡Viva la vida!”, exclama Paulina Lavista

“¡Viva la vida!”, exclama Paulina LavistaLa fotógrafa sigue trabajando, pues dice que es demandante cuidar de archivos distintos, como el de su padre, el de su madre, el de Salvador Elizondo y el propio. Cortesía

Hay cosas que nunca cambian. Este 18 de junio, la fotógrafa Paulina Lavista cumplió 80 años. Durante una entrevista que concedió fue posible observar varios hábitos que hacen a Paulina Lavista: el maquillaje y su característico chongo no faltaron, el instante en el que se sentó a platicar encendió el primer cigarro, de varios. “Me consuela que mi mamá fumó hasta los cien años”, bromea.

Está desvelada, como lo ha estado toda su vida, porque es noctámbula —igual que su padre, el compositor de cine Raúl Lavista—, y se duerme entre 4 y 5 a.m. Sabe y disfruta posar frente a la cámara —gracias a su experiencia como modelo durante su juventud—, comparte consejos para hacer fotografías, como buena maestra que fue, el sentido del humor sigue intacto y, en definitiva, sigue fotografiando.

“Estuve toda la noche pensando qué le iba a decir”, comenta al inicio de la conversación la fotógrafa, quien se describe como tímida y poco audaz —aunque fue la primera mujer en retratar a modelos y vedettes desnudas, para revistas de caballeros—. Sin embargo, preserva su personalidad platicadora y energética y al escuchar la pregunta sobre qué impresión le genera llegar a los 80 años, de inmediato exclama: “¡Viva la vida, viva la vida!”.

“Es una maravilla ser viejo, mientras tenga una memoria. La memoria en un viejo es fundamental”, agrega Lavista. Y vaya memorias que ha recolectado durante su trayectoria. Paulina Lavista nació en 1945, en el seno de una familia artística: su padre fue el compositor para cine Raúl Lavista y su madre fue Helen Lavista, quien se dedicó a la pintura. Creció escuchando a los Beatles, pero también a Debussy.

Estudió en una escuela bilingüe, modeló, pero su interés por estar del otro lado la llevó a su vocación: ser fotógrafa, pero también productora y documentalista. Fuera de casa siguió estando en medio de la estimulante cultura mexicana: se casó con el escritor Salvador Elizondo, es contemporánea de Graciela Iturbide; fotografió a figuras como Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Francisco Toledo, Manuel Álvarez Bravo, Arnaldo Coen, Juan José Arreola, María Félix, Ofelia Medina, Rufino Tamayo, Gabriel García Márquez, Juan José Gurrola, Olga Breeskin, Lin May y Sasha Montenegro.

Para alguien que ha dedicado su vida a observar, la curiosidad permanece y entre lo que la tiene maravillada a estas alturas de la vida fue ver la transformación de la Ciudad de México en un “monstruo”. “Esta ciudad que adoro la he visto ser una metrópoli mediana y hasta esta monstruosidad que es ahora. Río Churubusco no existía, no había malls, pero sí tiendas departamentales, mi mamá me llevaba al Centro y a mí me aburría mucho. Vi la construcción del Viaducto Piedad y la iglesia de la Colonia del Valle”, dice Lavista, quien comenta que ya no reconoce algunas calles y que es durante sus paseos cuando sigue haciendo fotografías.

La evolución tecnológica es también algo que la sorprende, quiere dejar en claro que ella nació en la posguerra, cuando aún se usaba petróleo para encender lámparas, todavía no se inventaban las máquinas para hacer tortillas y a los bolígrafos se les llamaba “plumas atómicas”. Pero no está peleada con la tecnología, aunque sí tiene comentarios al respecto. Por ejemplo, sus predilectas siguen siendo las cámaras análogas —que resguarda en una bolsa Cartier—, pero también usa cámara digital, sin embargo, considera que las primeras son mejor para capturar el “instante decisivo” del que hablaba Henri Cartier-Bresson.

También para Paulina Lavista la invención de la fotografía fue una de las más importantes de la humanidad porque dio pie a “la verdad”, aunque ahora atestigua cómo la Inteligencia Artificial pone de cabeza ese concepto. Sobre la fotografía contemporánea considera que “se ha perdido la composición, creo que falta. Salvador (Elizondo) y yo estudiamos mucho lo que era el principio de la divina proporción, se ha perdido la armonía y son un poco confusas las fotos, pero como decía Álvarez Bravo, mientras la intención del fotógrafo sea buena, la foto será buena”. Finalmente, como experta en archivos, ve maravillada que se hagan millones de fotografías al día, pero advierte que ese acervo es frágil porque los medios digitales son obsoletos, como los DVD o programas de computadoras.

Algo que también ha cambiado es su círculo social, de convivir entre las grandes figuras culturales a las que no sólo fotografió, sino con quienes se relacionó por compartir aspiraciones intelectuales, dice que ahora su libreta de contactos se va llenando cada vez más de cruces para identificar a los fallecidos y que, en la actualidad, no hay una escena cultural similar.

“Yo vengo de otra juventud. Mi juventud era ser, no tener, y ahora se convirtió en ‘entre más tengas, porquerías, gadgets (mejor)’. La escena cultural está desolada, ya no hay figuras”, asegura.