Yolanda Vargas Dulché, pionera del cómic

Nació el 18 de julio de 1925 en la Ciudad de México y falleció el 8 de agosto de 1999, a los 74 años de edad, por una embolia pulmonar masiva. Ella trabajó hasta el último día de su vida, ya que dejó inconclusa su novela autobiográfica Aroma del tiempo.

Yolanda creció en una familia que era inestable en materia económica, por lo que no pudo estudiar una carrera. Tras la separación de sus padres se mudó a los Estados Unidos con su hermana mayor, Elba y su madre.

Sin embargo, no duraron y volvieron a México. Su madre consiguió trabajo de telefonista en la Secretaría de Gobernación, mientras Yolanda y su hermana pasaban de una escuela a otra por cuestiones económicas.

Con la idea de mejorar su vida, formó el dueto Rubia y Morena junto a su hermana Elba, y pronto encontraron trabajo en la XEW. Pero nunca ganaron lo suficiente y Yolanda comenzó a trabajar como reportera de espectáculos para un diario de circulación nacional.

Memín Pinguín

Consiguió que la dejaran escribir argumentos de historietas para la revista El Pepín, y fue así que entre sus creaciones sobresalió la de Memín Pinguín. El nombre de este personaje surgió de la palabra “pingo” y de una alusión a su novio, Guillermo de la Parra, con quien se casó tiempo después.

El rotativo Novedades, comandado por Gonzálo Herrerías, que era muy fuerte, le ofreció una buena suma de dinero para que se fuera a trabajar con él a su revista de historietas Chamaco. Pero García Valseca, de El Pepín contraatacó y le ofreció a la escritora un sueldo de 6 mil 500 pesos mensuales.

Cuando el coronel le impuso un jefe tiránico a Vargas Dulché, ella no lo soportó y salió de la revista. Con sus ahorros, la escritora y su esposo pusieron una editorial en la cual pudieran publicar sus historietas, pero fue un fracaso. Aunque tres años después se recuperaron.

Para 1960 ya tenían una decena de historietas que le dejaba un buen sueldo. Guillermo y Yolanda decidieron producir telenovelas y películas, con lo que obtuvieron grandes triunfos, como María Isabel, Yesenia, Rubí, Ladronzuela y Gabriel y Gabriela. Gracias a ella se formaron nuevos lectores, pues la gente aprendía a leer para leer sus historietas. Se dice que en el México del siglo XX, lo primero que muchos mexicanos tuvieron entre sus manos fue algún ejemplar alguna de las obras de de las obras de Yolanda Vargas.