México, el mismo de siempre

¿Quiénes dijeron que el país iba a cambiar por obra y gracia del espíritu santo? ¿Quiénes juraban y perjuraban que México iba a transformarse con sólo usar una varita mágica?

Quisiera yo ver hoy a aquellos que creían en forma ferviente, pero irreflexiva, que México iba a ser distinto a partir del 1 de diciembre de 2018.

Incapaces de ver una realidad objetiva frente a sus ojos, incompetentes también para reflexionar y obtener conclusiones sobre temas tan sencillos, y que creían que con la sola llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República las cosas iban a ser distintas.

Se dieron un portazo en la nariz. Un solo hombre jamás va a poder transformar a un país entero y menos el nuestro que ha estado siempre tan polarizado, con una idiosincrasia impregnada de irresponsabilidad, donde sus ciudadanos quieren tener derechos, pero evaden permanentemente todas sus responsabilidades.  

Nueve meses después, México sigue teniendo amaneceres sangrientos: muertos por aquí y muertos por allá, ejecuciones por aquí y ejecuciones estilo narco por allá.

Grupos sociales minoritarios que marchan, realizan actos de vandalismo y destruyen negocios particulares, como lo hecho por manifestantes en la Ciudad de México, apenas este jueves, quienes con el pretexto de reclamar justicia por los 43 desaparecidos de Ayotizinapa, salieron a las calles, pintarrajearon fachadas de edificios privados y públicos, agredieron a reporteros y causaron destrozos al por mayor.

Rompieron ventanales, dañaron fachadas e incluso intentaron quemar una librería. Fueron vandalizados edificios gubernamentales como el Tribunal Superior de Justicia de la CDMX, la representación del gobierno de Nuevo León y de la Secretaría del Bienestar.

En Guerrero hubo hechos sangrientos en ataques de civiles contra miembros de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano, con saldo de varios muertos.

En Bochil, Chiapas, manifestantes agredieron a balazos, hirieron a un militar y los particulares siguen tirándole a las escopetas. No respetan a las autoridades, siguen haciendo lo que quieren.

El viernes de la semana pasada, estalló la violencia en la vía pública en Oxchuc entre grupos antagónicos porque todavía no están satisfechos con sus autoridades municipales elegidas en asamblea masiva y a mano alzada hace apenas algunos meses, una vía considerada adecuada por antropólogos y sociólogos para tranquilizar al municipio, y resultó que no es eso lo que quieren los indígenas de esa localidad chiapaneca cuyas reyertas, divisionismo y odios mutuos provienen desde hace dos o tres sexenios anteriores por un problema esencial y plenamente identificado: político.

En Chilón el horno no está para bollos, tampoco. Grupos civiles, la iglesia católica y adversarios políticos quieren echar a la calle al actual presidente municipal quien resultó electo en forma constitucional en los comicios de julio del año pasado. Pero no. Esos grupos no quieren al alcalde y desean realizar otra elección, también en masiva asamblea pública y a mano alzada, tal y como ocurrió en Oxchuc.

El instituto de Elecciones y Participación Ciudadana (IEPC) anda haciendo lo que le corresponde y colaborando con quienes tienen la tarea de realizar los estudios antropológicos.

En San Juan Chamula, por problemas similares a los anteriores –no quieren a su presidente municipal- secuestraron y presuntamente mataron a dos regidores.

La economía está por los suelos, el desempleo va en picada y no hay para cuándo vayan a componerse esas dos áreas tan esenciales para la vida social del país.

Y así podríamos seguir enumerando dolencias de un país enfermo, grave, con una sociedad que se niega a abandonar la corrupción, el tráfico de influencias. Se niega en forma rotunda a dejar las cosas fáciles. No quiere hacer esfuerzo alguno.

Seguimos viviendo en medio de una gran hipocresía y simulación.

El presidente López Obrador muestra signos claros de querer combatir la corrupción desde arriba, pero al mismo tiempo defiende públicamente a su director general de la CFE, Manuel Bartlett, quien tiene denuncias reveladoras de enriquecimiento ilícito.

El mandatario nacional reitera una y otra vez que se han acabado los privilegios en el país entero, pero al mismo tiempo le regresa a la CNTE sus prerrogativas totales –plazas regaladas con pases automáticos, sin evaluaciones que califiquen su idoneidad para estar impartiendo clases. Podrán tener injerencia en la cadena de cambios y ascensos, y una larga lista de etcéteras.

Por lo que se ha visto en los recientes veinte años de alternancias del poder político, los mexicanos estamos condenados a seguir viviendo en la desigualdad, en medio de la impunidad que nos lleva a escenarios de injusticias e inseguridad constantes y en medio del subdesarrollo.

Cuauhtémoc maniatado

No, pos no es lo mismo gritar desde fuera de la cancha que estar jugando dentro de ella.

Que el futbolista quien se ha creído muy ducho en lides políticas está maniatado por el crimen organizado en Morelos.

Los narcotraficantes tienen influencia en 17 de 33 presidencias municipales que forman el Estado gobernado por Cuauhtémoc Blanco.

¿Lavado? Narcos muertos de risa

Tres sexenios han luchado contra el lavado de dinero y los datos de hoy revelan que esas luchas no sirvieron para nada, porque “el lavado de dinero se disparó en recientes años”.

Pasó de 836 mil millones de pesos a 1.6 billones –se duplicó la cifra-, según datos de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) quien además señala que esas grandes cantidades entraron al sistema financiero vía comercio informal.

La UIF ha identificado a nueve grupos criminales detrás de esos ilícitos. A pesar de la exigencia de hacer transferencias interbancarias –vía SPEI-, el 91 por ciento de las operaciones bancarias fueron por instrumentos metálicos y sólo el 3% vía SPEI.

alexmoguels@hotmail.com