Tienen razón en ser desconfiados
Tenemos que referirnos hoy necesariamente al paro de labores de 72 horas de maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), por varias y múltiples razones.
En primer lugar, porque ese acto deja sin clases a miles de estudiantes de educación básica en Chiapas y otros estados del país. Por muchos esfuerzos realizados, esas clases nunca son recuperadas. Terminan siendo imborrables las secuelas dejadas entre niños y adolescentes que pierden clases tres días consecutivos.
En segundo término, porque es un asunto complejo que involucra a una probable afectación de miles de profesores y, por tanto, las autoridades correspondientes están obligadas a atender, revisar y, eventualmente, resolver sus peticiones.
El problema es que, por intereses políticos, las autoridades anteriores han estado engañando a los profesores y, por eso ahora, ellos ya no creen, a la primera, las ofertas que les hacen en los intentos de negociaciones.
Por lo pronto, el Gobierno Federal emitió un documento de propuestas de diálogo con los maestros de la CNTE, cuyo propósito -infructuoso- era desactivar el paro de 72 horas programado para ayer miércoles.
Los compromisos siguen vigentes y son los siguientes:
Uno: el retiro inmediato de la iniciativa de reforma a la Ley del Issste, presentada el 07 de febrero pasado. (La presidenta Claudia Sheinbaum cumplió el martes mismo y mandó su petición por escrito al Congreso de la Unión donde claramente expresa su decisión de retirar dicha iniciativa de reformas)
Dos: establecer un programa para congelar, disminuir con quitas o condonar las deudas problemáticas que se han vuelto impagables para acreditados del Issste. Además, se revisarán los mecanismos para recuperar las atribuciones del Fovissste para reconstruir, rehabilitar y mejorar vivienda social para las y los trabajadores del Estado.
Tres: detener el incremento en la edad mínima de jubilación previsto en la ley, para mantenerla en lo que está establecido para el 2024, en tanto continúan los trabajos de diálogo.
Cuatro: organizar foros, escuela por escuela, para construir la propuesta alternativa para el ingreso, promoción y reconocimiento de las maestras y maestros que garantice sus derechos laborales, la transparencia y la cero corrupción. (Petición magisterial que tiene que ver con Usicamm, Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros).
El documento está firmado por la presidenta del país y, para que no quede dudas, la mandataria nacional deja en claro que el Gobierno de México reitera su compromiso con el respeto a la libre expresión y manifestación y la no represión.
Es decir, que los profesores tienen vía libre para sus manifestaciones públicas.
Finalmente, el problema está concentrado en un solo punto: que haya suficiente inteligencia y creatividad de autoridades federales para lograr un acuerdo genuino con los dirigentes magisteriales que permita que miles de maestros regresen a trabajar a sus aulas. Y, por otro lado, que los profesores se muestren flexibles en algunos puntos imposibles de resolver en forma inmediata.
Ojalá prevalezca la cordura entre ambas partes para evitar un paro indefinido de labores de los profesores, cuando estarán pelando el todo por el todo.
Hace 26 años
Eran alrededor de las 11:00 horas del 19 de marzo de 1999, cuando el mundo literario perdió a uno de sus más grandes representantes. Padecía cáncer desde algún tiempo atrás. Familiares cercanos sabían lo que podía suceder.
Jaime Sabines nació el 25 de marzo de 1926, en Tuxtla Gutiérrez, estado de Chiapas (México). Su padre, Julio Sabines, había nacido en el Líbano en 1902 y emigró con sus padres y sus dos hermanos a Cuba para radicarse en 1914 en Chiapas, México, donde se casó con Luz Gutiérrez Moguel.
Su padre murió el 30 de octubre de 1961 y, tan sólo cinco años después, en 1966, murió su madre. El duelo ante la muerte de la madre, de nuevo, aparece en su escritura en su poema Doña Luz.
Sabines realizó sus estudios primarios en Ciudad de México, donde se mudó la familia. Más tarde estudió el primer año de secundaria en Tapachula, para luego continuar sus estudios en su ciudad natal, adonde regresó con los suyos.
Inició la carrera de Medicina pero la abandonó al cabo de tres años para estudiar Lengua y Literatura Españolas en la Universidad Autónoma de México, donde publicó Horal a la edad de veintitrés años. En 1951 es publicado su libro titulado La Señal.
Con el tiempo, obtuvo reconocimiento entre sus contemporáneos y sus lectores. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores, de 1964 a 1965 y obtuvo el Premio Chiapas, otorgado por El Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas, en 1959. En 1972, recibió el Xavier Villaurrutia; el Elías Sourasky en 1982; el Premio Nacional de Ciencias y Artes Lingüísticas y Literatura en 1983; la presea Ciudad de México en 1991, la medalla Belisario Domínguez en 1994, y en 1996, le otorgaron el Premio Mazatlán de Literatura.
Se casó en 1953 con Josefa Rodríguez Zebadúa, con quien tuvo cuatro hijos: Julio, Julieta, Judith y Jazmín.
Fue diputado federal por el Distrito Electoral Federal de Chiapas a la Legislatura de 1976 a 1979 y diputado en el Congreso de la Unión en 1988 por el Distrito Federal. En los noventa, condenó la sublevación zapatista y el círculo intelectual de la época lo reprobó hasta poco antes de su muerte.
Víctima de un cáncer, falleció a los 72 años, el 19 de marzo de 1999, en el entonces Distrito Federal. (Datos tomados de la revista Cambio).
alexmoguels@hotmail.com