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Hoy Escriben - Alejandro Moguel

Acá entre nos

Insisten con acallar a la prensa

Ahora van con censura previa

Ya no sabemos si reír o llorar. Varios políticos de Morena, principalmente legisladores y algunos gobernadores, quisieran desaparecer a los periodistas y a todas aquellas personas que, en pleno ejercicio de su libertad de expresión, critican su mal desempeño.

La gobernadora de Campeche, Layda Sansores, es la más radical. Muy al estilo de Adolfo Hitler, la mandataria movió cielo, mar y tierra, con todo lo que eso significa en el ámbito político, para satisfacer su egocentrismo y vengarse contra un periodista que ha estado criticándola.

Ordenó imponerle censura previa. Logró que una jueza aplicara una intervención judicial al diario Tribuna para revisar y autorizar previamente lo que vaya a publicar y, además, prohibió al comunicador opinar sobre la referida gobernadora. Cerrarle la boca, callarlo, el objetivo principal.

Hitler creó el Ministerio de Ilustración Popular y Propaganda, cuyo titular estaba encargado de revisar, previamente, todo lo que se iba a publicar, ya fuera en prensa, radio, televisión o en libros.

Muchos morenistas, radicales, quisieran hacer lo mismo, pero se olvidan que eso sucedió allá por los años 30 del siglo pasado, cuando el mundo era otro. Hoy hay ciudadanos más críticos, independientes y menos indomables. Hay contrapesos, como las redes sociales que, apoyadas en las nuevas tecnologías, funcionan de manera eficaz para contrarrestar cualquier abuso de las autoridades, trátese de quien se trate. No importa si es quien está en Presidencia de México, en alguna gubernatura o en cualquier otro cargo público.

Prenden las alertas

Es muy probable que los mexicanos no suframos aquellos extremos de la Alemania Nazi; sin embargo, esas actitudes prenden las alertas porque varios gobernantes de Morena se han empeñado en crear normas que atentan, en forma clara o implícita, contra la libertad de expresión.

En las mismas circunstancias está el gobernador de Puebla y el de Tabasco.

Pero el caso más escandaloso y peligroso es el ocurrido, hace apenas unas cuantas horas, en Campeche. La jueza de control interina de Campeche, Ana Maribel de Atocha Huitz May, prohibió al periodista Jorge González Valdez opinar o publicar temas sobre la gobernadora Layda Sansores y ordenó que un censor o interventor judicial revise, por anticipado y, en su caso, apruebe cada publicación que él y el diario Tribuna realicen sobre la mandataria estatal.

Según denunció Tribuna, la jueza aprobó estas nuevas medidas cautelares en el proceso que la gobernadora mantiene contra el periodista y el medio. La resolución establece la “intervención judicial de la plataforma digital, y advierte a González Valdez que debe abstenerse de declarar, opinar o publicar imágenes que se refieran a la señora Sansores”.

La orden también especifica que el periodista deberá estar acompañado por un “censor oficial” cuando participe en programas mediáticos, con vigilancia de la Unidad de Medidas Cautelares.

Eso nos recuerda, precisamente, a lo que ocurría a mediados del siglo pasado, concretamente el régimen nazi de Adolfo Hitler.

La censura en la prensa bajo el régimen nazi fue una herramienta clave para controlar la información y moldear la opinión pública. El gobierno nazi, liderado por Hitler, implementó una estricta censura que prohibía cualquier información considerada perjudicial para la reputación del régimen o que criticara sus políticas. Además, se promovía activamente la propaganda nazi, utilizando la prensa, el cine y otros medios para difundir sus ideologías y objetivos.

Había una oficina, dependiente de la Secretaría de Información y Propaganda del temible, por un lado y admirado por el otro, Joseph Goebbels, eficiente estratega mediático del Fürer.

Se establecieron mecanismos para asegurar que solo se publicara información favorable al gobierno nazi. Esto incluía la creación de una agencia estatal de propaganda, dirigida por Joseph Goebbels, que controlaba la información que se difundía a través de todos los medios de comunicación.

Con todo eso, el gobierno alemán conseguía sus propósitos: mantener a la opinión pública doblegada a sus pies y la manipulaba a su antojo.

La censura nazi suprimió la libertad de expresión y la diversidad de opiniones, impidiendo que la población alemana tuviera acceso a información objetiva sobre el régimen y sus acciones.

El control de la información y la propaganda nazi permitieron al régimen manipular la opinión pública y obtener apoyo para sus políticas, incluso aquellas que eran perjudiciales para la sociedad.

Preocupación en México

Eso es justamente lo que debería preocupar a los periodistas mexicanos que algunos gobernantes, como la indeseable Layda Sansores, están imponiendo sanciones que podrían servir como ensayo que, más adelante, podrían hacer otros morenistas desde sus posiciones de poder.

Lo peor de todo es que esos atentados a la libertad de expresión están siendo realizados por juzgadores que obedecen a criterios políticos de los gobernantes en turno. No imparten justicia.

A decir de expertos en Derecho, esas resoluciones están claramente en contra de los artículos 6º y 7º de la Constitución General de la República, garantes de la libertad de expresión, de opinión y de información. Es Ley suprema. Y esos juzgadores se están colocando encima de ella. Están violentando la Carta Magna. En un país de leyes, eso ya se hubiera echado abajo, pero todos están alineados y, muy pronto, la Suprema Corte de Justicia de la Nación estará dominada por ellos mismos.

alexmoguels@hotmail.com