Lozoya, ya; ¿y Peña Nieto?

Alito y las culpas del PRI

Cena de a 20 mdp

Suprema Corte Mañanera

La aprehensión de Emilio Lozoya Austin, exdirector de Pemex y compañero de andanzas políticas ¿y económicas? de Enrique Peña Nieto, ha reactivado la esperanza de que haya castigo a algunos de los principales responsables del reciente pasado de extrema corrupción al que con frecuencia se refiere el presidente López Obrador para explicar o justificar problemas del presente a los que no se ha dado solución con la rapidez y la profundidad deseada./

Lozoya Austin simboliza el estilo de tecnocracia depredadora que en ejercicio de los peores métodos del dinosaurismo priista utilizó el presupuesto público para negocios personales y grupales a niveles delictivos que durante la administración encabezada por Peña Nieto fueron altísimos. La escuela de rapacidad política desarrollada por la clase priista en el Estado de México fue trasladada en mayúsculas al escenario nacional, pero hasta ahora todas las historias conocidas de saqueo de la riqueza patria se mantienen en procesos poco satisfactorios en términos de aspiraciones justicieras./

El propio Javier Coello Trejo, representante legal de Lozoya que ha sido, ha hecho saber sin ambajes que quien era director de Pemex no se “mandaba” solo, en un abierto señalamiento hacia el jefe político de ese sexenio, el ahora tan feliz e impune Peña Nieto, a quien no ha tocado ni una pizca de la siembra y cosecha de tempestades contra Vicente Fox y Felipe Calderón que de 2018 a la fecha se han desarrollado./

La captura de Lozoya, en territorio español, ha llegado en momentos políticos peculiares. Apenas este fin de semana se produjo la incongruente frase del presidente López Obrador al enaltecer el trabajo del gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo (primo de Peña Nieto y miembro distinguido del grupo al que genéricamente se denomina Atlacomulco), de quien dijo que se ha portado “al cien”. En estos días, además, la presidenta en veremos del partido Morena, Yeidckol Polevnsky, ha postulado la importancia de abrir la puerta a candidaturas a quienes provengan de otros partidos, dándole inmediata recepción a grupos del más rancio priismo, encabezados en Nuevo León por Abel Guerra y su esposa Clara Luz Flores, en Hidalgo por cercanos a Manlio Fabio Beltrones y al gobernador Omar Fayad y en Coahuila habrá de verse si el acercamiento es con alguno de los hermanos Moreira./

Por esas ironías de la vida, la aprehensión de Lozoya (simbólico el personaje, pero no único ni el de mayor responsabilidad) se produjo mientras el cuasi desaparecido dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno, llamado Alito, lanzaba una campaña propagandística en busca de recuperar el electorado perdido: “¡échale la culpa al PRI!” es la frase insignia de esa promoción que en busca de atribuirle al partido tricolor los “logros” que aún se estarían disfrutando, topó con la concurrente realidad de la aprehensión de Lozoya, de quien el propio PRI se ha deslindado mediante un comunicado./

Además, la misma noche en que Lozoya caía preso, en Palacio Nacional se realizaba una inusual reunión gastronómica, financiera y política entre el presidente de México, que ha proclamado el fin del neoliberalismo y cuyas políticas económicas supuestamente tienen con los nervios a flor de piel a los grandes capitales nacionales, y un centenar de esos empresarios relevantes./

La cena en mención tuvo como propósito que esos grandes empresarios adquirieran paquetes de “cachitos” del sorteo del avión presidencial sin avión. Cada uno de esos cien capitalistas fueron invitados a desembolsar unos veinte millones de pesos para que así los boletos fueran “dispersados” o “distribuidos” entre sus empleados o en promociones comerciales. Extraños momentos. Extraños convidados. ¿A cambio de qué?/

Y, mientras el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, no fue capaz de guardar las formas a la hora de anunciar una propuesta de reforma judicial, pues aceptó ir al espacio presidencial por excelencia, la conferencia Mañanera, ¡hasta mañana!