Trump y Rubio: matar en caliente
Doctrina del misil sin juicio
“Acuerdos” bajo advertencia
En lo inmediato, avanza Sheinbaum
En lo inmediato hay lecturas positivas: no hubo ruptura ni estridencia sino elogios y “entendimiento”. No se hundió México ni se acabó el poder guinda, como pregonaban casi con cronómetro en mano algunos fantasiosos opositores al proceso 4T. La presidenta Sehinbaum ha librado provisionalmente una más de las aduanas del cuatrienio trumpista, ni más ni menos que la correspondiente al tema electoral y expansionista de la seguridad según Donald, con acento especial en los cárteles de la droga (sobre todo, lo relacionado con el fentanilo).
Palacio Nacional consiguió que se reconociera el accionar soberano de cada país en cuanto a las futuras tareas de “coordinación”. Un grupo de “implementación” de alto nivel se reunirá periódicamente para tomar decisiones conjuntas pero, se señaló, ejecutables por cada país en su territorio. Ya habrá de verse, a la hora de lo concreto, cuánta soberanía es posible.
Por lo pronto, más allá de las sonrisas de pose fotografiable y declaraciones y comunicados de circunstancia, subyace la pregunta central sobre los términos reales de los acuerdos alcanzados y las implicaciones concretas que tendrán.
El visitante Marco Rubio no se guardó ayer, en sesión acotada con reporteros, los señalamientos contundentes respecto al presunto derecho imperial de ejecución de personas y de daño a bienes y vehículos que a juicio subjetivo y sin pruebas ni juicio formal alguno consideren susceptibles de asesinar al declararlas, sin más, terroristas internacionales.
Llegó a precisar que ese tipo de ataques “puede pasar otra vez”, a pesar de que no le fue posible dar detalles de lo sucedido en el mar Caribe. Las ejecuciones de este martes y las venideras forman parte del giro ordenado por la Casa Blanca de que no haya más tolerancia hacia quienes supongan que son narcotraficantes y que se les elimine, sin consideraciones legales, ni advertencia previa, ni mucho menos un juicio: matar en caliente.
Ante ese posicionamiento letal, la cancillería mexicana se batió mediante maromas leguleyas, mencionando artículos constitucionales, tratados internacionales y doctrinas no intervencionistas pero sin responder siquiera con mediana claridad y decoro a la postura estadounidense. Juan Ramón de la Fuente eludió y, con ello y para efectos prácticos, aceptó.
No está de más mencionar que la misma doctrina del misil sin previo juicio puede ser aplicada a ciudadanos mexicanos. De hecho, ayer mismo el secretario de defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, dijo en referencia a lo sucedido en el Caribe: “tenemos activos en el aire, activos en el agua, activos en los barcos, porque esta es una misión mortalmente seria para nosotros, y no se detendrá sólo con este ataque”.
El mencionado ataque tiene, como es evidente, a Nicolás Maduro y el gobierno venezolano como verdaderos objetivos. Trump habla con tono de hastío de que ya no se va a consentir más que Venezuela siga “creando” problemas de drogas e inmigración irregular a Estados Unidos.
Pero es de esperarse que el entusiasmo protocolario de ayer no se troque en “malos” o “insuficientes” resultados mexicanos que lleven a la Casa Blanca a provocaciones como las del Caribe o a gringas acciones unilaterales enmascaradas en el concepto de la “cooperación”. A fin de cuentas, el propio Trump elogió en entrevista a la presidenta Sheinbaum, pero deslizó que tiene miedo de los cárteles que dominan México.
Tal vez vale matizar y contextualizar: el “entendimiento” con EE. UU., anunciado ayer, mantiene a México en línea de disponibilidad continúa para el amago, chantaje y golpeteo de Donald Trump, quien acaso suavice o elimine el punto de los aranceles al terminar el plazo de noventa días que impuso, aunque ya encontrará nuevas formas de seguir chantajeando.
Y mientras, ayer se reportaban bloqueos de vialidades y enfrentamientos con disparos de armas de fuego en Matamoros, Tamaulipas, ¡hasta mañana!