La Semana Santa es peculiar en Chiapa de Corzo
Con mi profundo cariño a mi amigo Otto Schumann Gálvez, notable lingüista y antropólogo, quien falleció el día de ayer…
La manera de celebrar la Semana Santa en Chiapa de Corzo es el reflejo del sincretismo, suma de dos percepciones religiosas: occidental y prehispánica, en este caso. Obviamente, nuestros pueblos originarios no celebraban la Semana Santa antes de la llegada de los españoles, este acto católico es una importación cultural de los hispanos a nuestra cultura, por ello la filiación que prevalece en la actualidad es más cultural que religiosa. En Chiapa de Corzo, la peculiaridad que se manifiesta en estas festividades pascuales, es la elaboración de los Chamales.
La casa de la familia de los Cameras Ocaña, ubicada cerca de la Iglesia del Calvario en Chiapa de Corzo, se llenará de júbilo una vez más; es el tercer año que junto al Comité Organizador de Chamales del Barrio de San Pedro reciben a la población para confeccionar estas artesanías florales, la convocatoria reunirá a más de 1500 personas.
Diversos vecinos y familias colaboran para que se dé el éxito propuesto, cada comité lleva a cabo responsablemente su encomienda: desde localizar y traer las flores, hojas y especias hasta la elaboración de comida, tamales, pozol, temperante y pinol, que se ofrece de forma gratuita. Es perceptible la organización social que trabaja como un reloj, producto de la colaboración fraternal del barrio de San Pedro y vecinos aledaños.
La mecánica de operación, es la siguiente:
Miércoles Santo: Corte de la flores de coyol y elaboración de altar, desde las 6 am.
Jueves Santo: Corte de las flores de Mayo y de Singuilá, desde las 6 am. A las 11 am hasta las 11 pm, se da la elaboración, ensarta de la flor de mayo y velada de los Chamales. Este día es ideal para aprender elaborar los Chamales, para tomarlo en cuenta.
Viernes Santo: 8:30 am traslado y elaboración de altar con flores y chamales, en la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán.
Hace aproximadamente 30 años, le compré una cruz grande de cuaresma a don Raquel Pascacio Sánchez, de color verde que representa la pasión de Cristo, con esa cruz celebraban los chamales en su casa. Este año la prestaré gustoso para que sea parte del conjunto de la festividad, para que la cruz esté contenta.
Pocos saben qué significa “Chamales”, esta palabra proviene de “Chamal” que originalmente es “Shamaa”, sustantivo en lengua chiapaneca que significa rodela o escudo redondo adornado de plumas confeccionado con cuero crudo, que utilizaban los guerreros chiapanecas en la guerra. La palabra se deriva de Sha- (Partícula como prefijo reverencial, distintivo o demostrativo del lugar o cosa que nomina), e Ipamaaho (Ir atrás protegido. Asimismo la palabra denota: confección floral circular que, como ofrenda floral representa al disco solar. Estas ofrendas llamadas chamales se exponen en Sábado Santo en el templete escénico de la crucifixión de Jesucristo, mismo que está presente este año en el templo de Santo Domingo de Chiapa de Corzo.
Para la realización de los chamales se emplea la flor de Mayo, flor de Coyol y la flor de Singuilá. La flor de Mayo, florece en cuatro colores (Rojo, rosado, blanco y amarillo), y simboliza para cultura de los chiapanecas los cuatro puntos cardinales. Singuilá o Sinyhilá, es una palabra chiapaneca que significa Del camino, de Sio (F. de pronom. personal: De él o ella), y Nilá (Camino)); y la flor de Singuilá o de Sinyhilá se refiere a la flor de la planta del género Petastoma patelliferum (Schltdl.) Miers, de la familia de las Bignoniáceas que, generalmente, crece de manera silvestre en las pequeñas barrancas de los arroyos cercano a los caminos rurales de la depresión central de Chiapas. Cubriéndose de abundantes flores pequeñas muy olorosas de un color violeta brillante, con el cáliz extendido en forma de un platito de porcelana, y corola como una campanita alargada de unos cuatro centímetros de largo, por los meses de abril y mayo; son empleadas regularmente en el arreglo ornamental de los altares, sobre todo en la ofrenda floral del templete sacrificial del Cristo crucificado en Semana Santa, que año con año se lleva a cabo en Chiapa de Corzo.
Leyenda de la flor de Singuilá
La leyenda vernácula de esta pequeña, pero muy significativa flor ornamental, se refiere a un suceso que dicen tuvo lugar en la actual Chiapa en tiempos tan remotos y que por ser tantos que ya nadie recuerda cuándo sucedió:
“En la parte central de Chiapas se padeció una sequía tan prolongada, que hubieron de reunirse los pueblos que componían la gran nación chiapaneca en un paraje que le nombraban Chuquiyaca, a fin de averiguar las causas de que no lloviese en casi tres años seguidos, así como de encontrar la forma de salir de tan grave problema.
De esta manera, y después de muchos días de oraciones y ruegos tratando de interpretar el augurio del vuelo de algunas aves, de las observaciones de las entrañas de las chachalacas llamavientos, el concilio de jefes y brujos chiapanecas encontró la causa principal de la sequía. Mandanda, divinidad chiapaneca de la lluvia, se sentía grandemente ofendido al ver que se le tenía tan en poco. Le había sido dado en ofrenda una niña que se encontraba punto de morir cuando apenas nacía, con la finalidad de que le diese salud y pudiese vivir muchos años.
Pasado el tiempo dicha joven, por cierto sumamente bella aunque un poco menudita, se había enamorado locamente de un joven guerrero chiapaneca, los padres de ella le dieron el consentimiento de unirse en matrimonio con su pretendiente, olvidando así el compromiso que había entre ellos y Mandanda desde hacía dieciocho años atrás. De ahí el castigo, por la ofensa que se le había hecho, que no lloviese en tanto no se cumpliese con la ofrenda.
Los brujos adivinos insistieran en saber de la joven citada, sin embargo, en vano fue la adivinación a través de los huesos de un brujo que había sido muy poderoso, o de la interpretación de las voces que salían de una de las cuevas de Cerro brujo, o del registro de las vísceras de los peces que sacaban del río Nandiumé (Río el más grande), puesto que no se sabía de quién joven se trataba.
Visto la inutilidad del empeño que se ponía para dar con la joven y llevarla en ofrenda a la divinidad, en desagravio a su falta, el pueblo de Chiapa acordó en ir de casa en casa preguntando sobre el paradero de la joven, hasta dar con la verdad. Así encontraron a la bella Nárinda (Luz del sol), que así se llamaba la doncella que había sido ofrendada a la celosa divinidad chiapaneca Mandanda”.
En realidad no se sabe lo que pasó en la región celestial, pero dicen los que saben de esto, que la hermosa Nárinda, al ser llevada al cumplimiento de la ofrenda, fue por todo el camino clamando desesperadamente al cielo por la hermana gemela de Matoui, que se le decía Mauiti, como diosa protectora de las jóvenes doncellas, que acudiera a Mandanda solicitándole su perdón, a cambio de entregarse por entero al culto de ella.
Tampoco se sabe si los ruegos de la hermosa Nárinda llegaron en realidad al corazón de Mauiti, y esta con su bondad y su elocuencia lograra, desvanecer en poco la ira de Mandanda. Lo cierto es que se tuvo de inmediato una nueva señal del cielo, que los Nbuñoo (Brujos adivinos) interpretaron como el perdón condicional que Mandanda le concedía a Nárinda, que consistía en ofrendar a su prometido en honor a Mauiti como en un arco de plumas de muchos colores, ornamento de su cabellera; en prenda de la perenne doncellez de ella. De tal manera que, cuando Mandanda tuviese a bien dar de llover, le recordaría su promesa con un arco de muchos colores tendido en el cielo. Y en cuanto a la penitencia que siempre llevaría Nárinda, era el de llevar humildemente su belleza y su fragancia a los caminos donde corrieran las aguas que bajaban de los caminos que vienen del cielo.
De esta manera se dio que en lo sucesivo cambiara su nombre de Nárinda (Luz del sol), por el de Nilusinyhilaa, que quiere decir Flor de los caminos donde corre el agua de la lluvia.
Y su adorado Nuriyatí (Hermoso pájaro amarillo), por el de Nambialitii (Arco de muchos colores), llamado también Arco Iris.
Por eso, muchas veces cuando acaba de llover o está por hacerlo, para recordarle a la bella Nárinda, convertida en humilde flor de los arroyos, la promesa de su perenne castidad, aparece el Arco Iris en el cielo. Asimismo está ofrendada siempre como Flor de Singuilaa en el altar propiciatorio de Nombubi (El dios que es espíritu), cuando se acerca la temporada de lluvias a finales de abril o principios de mayo, para que le recuerde a Mandanda que no se le olvide de enviar las primeras lluvias del año.