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Hoy Escriben - Mario Nandayapa

Bitácora de la palabra

Trece años de ausencia del dramaturgo Carlos Olmos

Tuve la fortuna de ser amigo de Carlos Olmos. Su valía como ser humano y como dramaturgo me lleva a evocarlo como un homenaje a 10 años de su ausencia física en esta entrega periodística, de manera que les ofreceré una entrevista que realicé hace 25 años (octubre de 1988) en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, y como podrán constatar, pese a la distancia de tiempo, no ha existido cambio alguno para ese género literario en Chiapas.

Carlos Olmos falleció el 13 de octubre de 2003, a la edad de 56 años debido a una insuficiencia respiratoria. Es autor de obras fundamentales de la escena mexicana como “Lenguas muertas” (Editorial INJUVE. 1972); “Juegos fatuos” (Editorial Aguilar. Teatro Mexicano 1972); “Tríptico de juegos -profanos, impuros y fatuos-“ (INBA. 1975) “Las ruinas de Babilonia y El presente perfecto” (Colección Ceiba. 1979); “El jardín de las delicias” (Revista La cabra. 1981); “El presente perfecto, La rosa de oro, Lenguas muertas y El brillo de la ausencia” (Universidad Veracruzana. 1983); “La rosa de oro” (Revista Tramoya. Universidad Veracruzana. 1983); “Der Glanz der Abwesenheit -El brillo de la ausencia-” (Eirich. Austria. 1985); Capítulo final de “Cuna de lobos” (Revista Tramoya. Universidad Veracruzana. 1987); “El dandy del hotel Savoy” (Editorial Katún. 1989); “El eclipse” (Colección Carpa. UNAM. 1990); “Final de Viernes “(Universidad Autónoma de Chiapas. 1995); “Atardecer en el trópico” (Revista Tramoya. Universidad Veracruzana. 1997); “Aventurera” (Edición de autor. 1998) y “Carlos Olmos. Teatro completo” (Fondo de Cultura Económica. 2008)

Escribió alguna vez: “No podría definir en unas cuantas líneas lo que mi vida le debe al teatro, aunque es indudable que alrededor suyo gira todo un sistema de creencias e intuiciones vitales que me han llevado a escribir ‘eso’ que el mundo llama obras. En ellas se encierran todas mis dudas, todos mis miedos y ¿por qué no? todas mis esperanzas en el futuro del hombre. De ese hombre que aún sigue preguntándose, sentado en su butaca, sobre el amor, el arte, la soledad, el sexo o la muerte. Por el teatro he conocido la luz y la sombra de mi destino y también me he asomado al universo de los demás a través de historias y personajes que ocurren en tiempos y espacios limitados pero que sin embargo adquieren dimensiones más anchas en la mente y el corazón del público. La poesía necesaria para sobrevivir la he buscado y la seguiré buscando siempre en el teatro.”

A lo largo de su trayectoria, el dramaturgo chiapaneco Carlos Olmos recibió diferentes reconocimientos como el Premio Juan Ruiz de Alarcón –en varias ocasiones-, otorgado por la Asociación Mexicana de Críticos y Cronistas de Teatro; el premio Chiapas de Literatura, entre otros reconocimientos.

M.N. Dada la situación crítica por la que atraviesa en la actualidad el teatro en Chiapas, encontramos que existe un marcado desinterés de los escritores chiapanecos a este respecto. En caso excepcional te encuentro a ti, Carlos, considerando que tu producción literaria se refiere en su totalidad al teatro. ¿Qué es lo que te motiva a escribir teatro?

C.O. Yo creo que mi vocación de escritor tiene que ver mucho con mi frustración en la primaria respecto a la literatura, puesto que hice teatro entre los años del 63-69. Como yo era un adolescente, el teatro despertó en mí esa vocación literaria que posteriormente significó escribir drama más que textos narrativos. Respecto al desinterés que hablas, creo que éste se genera en principio por una desinformación general, ya que mucha gente ha desvinculado al teatro del género literario. Se puede advertir fácilmente que el teatro es literatura también, es decir, letra impresa y manejo del idioma, perfeccionamiento de nuestra expresión y sobre todo es divulgación de una fe ante una comunidad. La historia registra al teatro como un género literario, uno de los más difíciles que puedan existir. Tenemos grandes ejemplos desde grandes dramaturgos griegos, pasando por Shakespeare hasta detenerse en el teatro actual. Sobre el desinterés que algunas gentes manifiestan, pienso que se debe a un rechazo y una pluralización de creer que en Chiapas sólo se hace poesía, se tiene esta distorsión (no digo que todos, sería falso) que el poeta chiapaneco nació sólo para escribir poesía y que no se cultivan con seriedad otros géneros como la novela o el cuento. Encontramos ejemplos aislados, excepciones como Eraclio Zepeda, que se dedica al cuento, pero en realidad muy pocos han tomado el camino que elegí al escribir teatro como único género de expresión. Pero mi caso se suscribe al teatro por el enorme interés que este género despierta en mí. Los obstáculos que existen y ocasionan el desinterés en el Estado provocan la única alternativa; salir del rancho e ir a trabajar a otro más grande. El campo del dramaturgo es muy difícil siempre, no solamente porque tiene que escribirse la obra sino además buscar quien la produzca y la represente.

Eso en el teatro en México cuesta mucho dinero, acá puedes escribir una obra y pedir un auxilio de tipo escolar, universitario, municipal o del gobierno para poder poner tu producción en escena, pero los dramaturgos tenemos que escribir un tipo de teatro que tenga respuesta al público que los vaya a ver y, por lo tanto, genere el interés de pagar un boleto en taquilla. Esto es lo que hace al teatro doblemente difícil, no solamente por la dificultad del género por la costosa tarea de hacer de tu teatro algo llamativo, algo que le importe al público, le guste y pague por ello.

M.N. ¿Qué escritores chiapanecos han incursionado en el género dramático?

C.O. Creo que estamos bastantes abandonados de la mano de Dios, porque a pesar de que algunos escritores han cultivado el género dramático no podríamos hablar de una dramaturgia propiamente dicha, ya que nadie ha tomado la especialización de escribir textos para teatro. Desde luego tenemos ejemplos de la colonia en un sentido evangélico. Creó que aquí en Tuxtla se puso en escena una obra que rescató Carlos Navarrete.

Como dramaturgos chiapanecos no tengo ningún antecedente al respecto. Sé de muchos escritores que han escrito obras de teatro como el caso de Luis Alaminos, Roberto Culebro, Cristina Muench, Rosario Castellanos y hasta el mismo Eraclio Zepeda, pero no propiamente para poder definirlos como dramaturgos en sí.

M.N. ¿Qué opinas de la actividad dramática que se manifiesta actualmente en Chiapas?

C.O. Siento que la actividad dramática en Chiapas ha decaído mucho. Podemos tener referencias históricas que muestran una propensión de trabajo teatral muy importante en Chiapas. Tenemos premios nacionales que hemos ganado en concursos celebrados en la ciudad de México, por ejemplo: Debutantes Quince, donde yo trabajaba, tiene premio Juan Ruiz de Alarcón (al mejor grupo experimental de provincia). Desconozco si existen grupos semejantes en la historia local, pues ya no vivo acá. Pero pienso que ha abandonado algo del proyecto de hacer teatro como debiera ser y como se hace en ciudades como Monterrey, Xalapa o Guadalajara. La Universidad –no sé si estoy equivocado, no tengo noticias de ello- no fomenta la participación del estudiante en espectáculos masivos de teatro. Entonces de pronto tienes ganas de escribir los jóvenes, pero no pueden pensar en el teatro, puesto que lo desconocen. Entonces prefieren escribir cuento, poesía o ensayo. Desde luego, no existe un apoyo coherente gubernamental, estatal, a ningún proyecto de teatro.

Ejemplos como el de Dolores Montoya, que ha trabajado y luchado mucho para seguir haciendo teatro en Tuxtla, son aislados. Desgraciadamente comienzan poniendo obras muy vistas que no significan mucho para la realidad en Chiapas. A pesar de que exista una enorme contribución de dramaturgos jóvenes de la ciudad de México (la nueva dramaturgia mexicana), en Chiapas jamás vemos el montaje de alguno de ellos. Se prefiere recurrir a textos desde Alfonso Paso hasta textos muy vistos que no modifican para nada el gusto del público que está acudiendo a los espectáculos, esto es terrible, porque además disponemos del Teatro de la Ciudad Emilio Rabasa, y siento que no se le da el uso a toda su capacidad.

M.N. ¿Háblame sobre el compromiso del dramaturgo?

C.O. El primer compromiso del escritor es escribir bien. En el caso del dramaturgo tiene que escribir bien y hacer comprensible su texto a un auditorio que está formado por personas de diferente mentalidad, categoría, religión, edad, sexo y clase social. Entonces el compromiso es triple para un escritor de teatro. No se trata de que un libro esté bien nada más, sino que toda la producción sobre el escenario esté reflejando el por qué lo escribiste. Esto implica una adecuada localización de actores y una adecuada producción. Si la obra es de época, requiere una investigación histórica. Desde luego, todo esto está en función de la obra.

El dramaturgo es una especie de antena de su sociedad. El teatro es el único género literario que refleja directamente en su forma, las acciones y conflictos. Creo que es el género más adecuado para expresar en términos inmediatos la realidad en que vivimos.

M.N ¿Qué alternativas sugieres para reactivar la actividad dramática en Chiapas?

C.O. Es urgente reconstruir el proceso histórico del teatro en Chiapas, recatar toda aquella documentación, crónica o textos que puedan establecer nuestro pasado cultural. Esto es muy importante. También siento que nos hemos encerrado los grupos de teatro, ya no se tienen grandes proyectos y no nos importa tanto el público al que tenemos que llegar, sino las vanidades, los pequeños intereses, hasta las diferencias personales. Esto le hace mucho daño al teatro. No debiera ser así. El único que finalmente podrá determinar quien sirve o quien no sirve, tendrá que ser el público.

Vivimos un momento de confusión cultural en todo el país. No hay proyecto estatal que apoye a la juventud. Pero lo preocupante

es que la colectividad en el estado de Chiapas tira por la borda lo que se había conseguido.

Un equipo enorme de grandes actores ha pasado por los escenarios de Chiapas. Desde luego, la mayoría se retira porque no ha hecho del teatro su profesión económica. Recuerdo a actores del grupo, como Eva Gómez, Eliécer Solís, Alejandro Sánchez, Arturo Solís, Roberto Culebro, Gustavo Acuña, Socorro Cancino, Romeo Gómez, entre muchos otros. Imagínate, la enorme cantidad de gente que en su momento está en sus casas porque el teatro se apagó. Cuando yo lo hice, en grupo, todos pusimos una gran dedicación.

El teatro ha sido muy ingrato, eso también es verdad. Los dramaturgos se disuaden de escribirlo porque no obtienen la remuneración que esperaban. Entonces si vas hacer teatro, debes tener en cuenta que vas hacerlo poniendo dinero de tu bolsa, pintando los muros de la escenografía, consiguiendo muebles de tu tía, pidiendo ropa prestada. Todo un esfuerzo colectivo. Se necesita del concurso de todos.

Uno de los grandes obstáculos del teatro en nuestro Estado es que ha sido olvidado en los planes gubernamentales, porque lo consideran algo frívolo e innecesario. Sólo la ignorancia puede justificar esta visión. Otro problema es que nosotros mismos perdemos el camino y en vez de dedicarnos a una meta en común, nos hacemos daño unos a otros y entorpecemos el desarrollo del género. Pueden existir las diferencias entre los grupos, insisto, pero con trabajo. Mientras trabajemos, podremos pelearnos todos los días, pero estaremos siempre en el trabajo y esto podría ser lo que mejorará el asunto acá. Espero.

Por lo pronto a chambear para que no nos agarren desprevenidos…