La comunicación en tiempos de covid 19
Cuando Albert Camus, este escritor argelino del siglo XX, puso de manifiesto en su obra La peste que las epidemias, más que mostrar el horror de las enfermedades, son capaces de sacar a luz lo más miserable y vil del alma humana, quizá no imaginó que unos 70 años después de su publicación, lo descrito en su libro cobraría vida de manera impresionante. La falta de solidaridad, la distorsión de la información, el oportunismo y la avaricia, son sólo algunos de los muchos ejemplos que ilustran las afirmaciones de Camus en la obra que narra los meses de cuarentena en Orán. Podemos estremecernos con la lectura y luego sentirnos reconfortados de que al menos en La peste, todo lo descrito es aparentemente simple ficción. Nos podemos adentrar con cautela en la historia de la epidemia narrada y recorrer capítulo a capítulo la descripción de una historia que poco a poco nos va mostrando que además de la epidemia de la enfermedad, a la par va creciendo la epidemia de la inmoralidad. En tiempos de la pandemia que nos ocupa, vemos, bajo el argumento de darle a las Pymes el apoyo necesario para sobrevivir y seguir generando empleos, la petición del Consejo Coordinador Empresarial que propone al Gobierno Federal que acuda al endeudamiento para que las micro, pequeñas y medianas empresas puedan subsistir y mantenerse en el engranaje de la economía nacional. Esto, suena loable y definitivamente lo es; muchos medios lo publicaron y convencieron a miles de ciudadanos con estos argumentos ¿Pero se dieron a conocer los pormenores de la petición del CCE? Bajo el argumento de apoyar las Pymes, el CCE pidió en total al gobierno de López Obrador un monto cercano a los 2 billones de pesos; de los cuales 100 mil millones, estarían destinado a las pequeñas y medianas empresas; el resto, los mil 900 millones considerados, estrían destinados a las grandes corporaciones. Ojo, no critico medidas económicas emergentes que estén encaminadas a la recuperación del país; hablo de la desinformación, la manipulación de la información y la inmoralidad en tiempos de crisis. Regresando a la literatura, José Saramago también aborda los horrores de una pandemia en Ensayo sobre la ceguera, una obra en la que logra recrear con especial tino un ambiente claustrofóbico y asfixiante, ¿acaso cercano a lo que vive el mundo ahora en el confinamiento? Saramago ahonda en su libro en lo más primitivo de la especie humana, la voluntad de sobrevivir a cualquier precio. Y pareciera un poco, que esa actitud desesperada descrita con maestría bajo la pluma del dramaturgo portugués, hoy aplica con especial vehemencia en toda una cadena de desinformación que se erige ante nosotros como un monstruo amenazante que atenta contra el derecho a estar informado, contra el derecho a decidir al estar informado, pero que principalmente atenta contra la vida al mal informar o al hacer llamados peligrosos de desobediencia ante la autoridad sanitaria. A la par de las primeras informaciones que gobiernos y medios de comunicación dieron a conocer en todo el mundo con relación a la pandemia causada por el covid 19, surgió una aparente contra información, generada en un primer momento en las plataformas de las redes sociales, donde gente con nula, poca o mucha información, se dio a la tarea de afirmar rumores, de evaluar datos científicos, de cuestionar la veracidad de hallazgos en investigaciones biomédicas, médicas, estadísticas, sociales, económicas y de prácticamente de todas las ramas del conocimiento humano. Además de ello, surgieron toda clase de remedios y medidas de prevención contra el covid 19 creadas en casa; quizá con muy buenas intenciones, pero sin evidencia científica ni sustento teórico; difundir ideas y consejos que salen de nuestro mero sentido común y buenas intenciones no sólo es irresponsable, sino también peligroso. Verificar la información que nos llega es una obligación, tenemos no solo el derecho a disertar, sino la obligatoriedad de hacerlo. Es impresionante la cantidad de reposteos y likes que damos a publicaciones que nos parecen reveladoras y útiles; la mayoría de ellas parecen ser parte de una lucha política en la que parece que los la oposición decidió aliarse al covid 19 para derrocar al gobierno en turno. Más allá de ideologías o partidismos, este no es momento de politizar; es más bien el momento de hacer una tregua por México y de emprender acciones juntos a favor de los mexicanos. Como ciudadano responsable lo que menos quiero es que le vaya mal a quienes les tocó dirigir la estrategia contra la epidemia en México. Ya después habrá tiempo de replantear luchas ideológicas. El enemigo hoy es una molécula microscópica capaz de arrancarle la vida a quienes más amamos. Aunado a lo que parece un intento vil por descalificar instituciones de derecha o de izquierda, hay comunicadores y medios que se han adherido a las filas de la irresponsabilidad, y hay quien incluso ha llamado a no hacer caso a lo que el dirigente de la estrategia de salud ante la pandemia expone. Como ciudadanos responsables tenemos dos opciones, una es seguir las recomendaciones oficiales que muestran con apertura suficiente la base científica de sus decisiones y otra, seguir en la interpretación que de esta información hacen los conductores o cibernautas. Como ciudadanos libres, tenemos derecho a generar nuestras propias opiniones, tenemos derecho a exigir que se nos trate como seres inteligentes. Si algo podemos reconocer al Gobierno Federal y al Gobierno de Chiapas hoy día es el enorme esfuerzo por mantenernos informados de la manera más clara y abierta. Como nunca antes, los datos y los métodos de análisis que utilizan las autoridades sanitarias son puestas a disposición de todos. Debemos también tener claro que la ciencia tiene métodos y prospecciones. La estadística avanzada aplicada a la epidemiología es una ciencia que permite adelantarnos a escenarios para tomar decisiones. Apelando a nuestra inteligencia, no permitamos que la distorsión de la información termine por distorsionar nuestra propia vida. #QuedateEnCasa
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