Sándwiches, jugos y covid-19, pásele a la plancha del Zócalo

La celebración festiva de los tres años de gobierno, que se realizó este miércoles en el Zócalo, fue convocada en propia voz del presidente, Andrés Manuel López Obrador, advirtiendo que «por ser un gobierno no autoritario» el uso de tapabocas no es obligatorio. La invitación no sólo pone en riesgo a quienes más le apoyan, sino que replica el erróneo mensaje de despreocupación, que parece no haber movido un ápice la postura del presidente y su gobierno, ni siquiera por las desgarradoras cifras de muertes que cargarán siempre sobre sus espaldas.

Ni porque aseguraban que por su fuerza moral no se contagiaría y fueron rebasados por la realidad, ni porque si algo se ha comprobado científicamente es la reducción de riesgos de contagio si se porta una mascarilla bien colocada y se respeta la sana distancia. Nada es suficiente para que en un acto de humildad y sobre todo de responsabilidad hagan un llamado consciente y consecuente con los millones de familias mexicanas que hemos perdido seres queridos en esta pandemia mal administrada.

Tanto el presidente como el vocero oficial en temas de salud, el subsecretario Hugo López-Gatell, han desestimado las recomendaciones internacionales y prácticamente toda la ruta de gestión de la pandemia ha sido un rotundo fracaso.

Lo que pretendía ser un alarde de transparencia para dar a conocer el número de fallecidos, infectados, recuperados, fue también un mar de contradicciones. En el evento del Zócalo no se dijo nada sobre esto.

La realidad es que fue algo que vivimos globalmente, el mundo entero se enfermó, pero las políticas que cada país tomó han marcado la diferencia. Existe un cambio porcentual en las muertes durante la pandemia (enero de 2020 a octubre de 2021) en relación al mismo periodo de años anteriores.

México registra un exceso de muertes de 522 mil 330 personas en este periodo. Es el país OCDE con más muertos por Covid y con mayor subregistro. El porcentaje de exceso de muertes en México supera al de Brasil, donde un panel del Senado determinó que Bolsonaro debe ser juzgado por crímenes de lesa humanidad en relación al manejo de la pandemia.

A estas alturas conocemos que la vía principal de contagio es a través de aerosoles y que la ventilación y los cubrebocas serían nuestros mejores aliados, y que las llamadas «comorbilidades» no son precisamente lo que nos hace enfermarnos. No obstante, la narrativa del gobierno la enfocaron en que fue un desastre mundial y que no había mucho que podrían hacer al respecto.

Las decenas de personas que bajaron de los autobuses que se enfilaron para trasladar a los que escucharon en vivo el mensaje del presidente, recibieron un lonche que incluía jugo, sándwich, galleta y tentempiés. A ninguno le fue entregada una mascarilla, ni fue evaluada su temperatura. A la mayoría parece no importarle, quizá siguen con ferviente confianza las actitudes de su convocante, poniendo en riesgo su vida y las de otros.

El manejo de la pandemia en México ha sido criticado desde instancias internacionales por: 1) La distribución asimétrica de las vacunas, tenemos al 50.4 % de población mayor de 18 años vacunada. La vacunación no ha llegado a las pequeñas comunidades como a las grandes ciudades. 2) Una política ambigua de uso de cubrebocas. 3) La falta de políticas fiscales de sustento de la población. 4) Capacidad hospitalaria pobre

El gobierno de López Obrador no ha dejado de hacer desfiles, reuniones en el Zócalo, y el evento de este miércoles frente a una posible cuarta ola, revela lo marginal que le resulta la salud de sus gobernados.

Después de que los líderes del mundo entero han tomado medidas por la nueva mutación del virus, ómicron, en México los ciudadanos fueron convocados a un festejo masivo por el tercer año de su gobierno. El desastre y la muerte no se festejan.