De la Inconciencia
Los Cuatro “Potros”
Una familia invita a sus amigos a una fiesta en plena pandemia; una señora trata de hacerles entender que no es el momento porque la pandemia maldita no cesa. Le responden que son libres y viven en un país donde la libertad se respeta; la réplica es más dura: “voy a tener que subir esto a las redes sociales porque no tienen derecho a poner en riesgo la vida de los demás, incluyendo las de sus hijos, por capricho e ignorancia”; y los violadores de las reglas sanitarias recurren al arma infalible de la ofensa: “váyase por donde vino; si usted quiere enciérrese pero déjenos en paz”.
El presidente de la República se para, muy orondo y vistiendo trajes a la medida nada modestos desde un Palacio que él convirtió en su propio hotel de cinco estrellas –esperemos que lo desaloje antes del primero de octubre de 2024-, se coloca enfrente de los reporteros, la mayoría escogidos por su sectario jefe de relaciones públicas –y púbicas-, y hace un alegato comunistoide, no comunista qué conste, para dictar su nueva doctrina:
--“Ya tenemos zapatos para qué más; si ya se tiene la ropa indispensable, sólo eso; si se puede tener un vehículo modesto para el traslado, ¿por qué el lujo? Claro, somos libres, pero ya no es su tiempo en el que como te veían te trataban: ve uno una persona así extravagante y hasta se aleja uno”.
¿Somos libres y debemos seguir la doctrina AMLO? Es la primera vez que un presidente rebasa sus funciones y pretende acabar con el consumo y con ello la actividad comercial e industrial como si se tratase de cualquier cosa. Ni Marx, ni Engels, mucho menos Mao y los recientes socialistas Fidel y hasta Chávez, se habrán atrevido a firmar semejante sentencia estúpida. Por eso hablo de que Andrés es comunistoide decidido a formar su propia rama en el abanico del fascismo alegando su propensión a las causas liberales. Ni Madero tenía sólo un par de zaparos ni Juárez carecía de un carruaje que en su época representaba un lujo –y lo escribe un juarista convencido pero no convenenciero-, ni Cárdenas se aplicó a tener un carro modesto cuando poseía gasolineras y una residencia imponente en Las Lomas.
La familia, claro, es otra cosa. José Ramón, el primogénito, resultó un mandilón y le da gusto a su mujercita quien vive en los Estados Unidos y le obliga a contratar vuelos privados para su mayor comodidad; y Andy, quien dice que quiere ser presidente -¡sólo nos faltaba el estilo Bush!-, corretea con su Ferrari por donde quiere y quepa. Una familia bonita, sin apariencias ni montajes. Pobrecita por tanto que la cuestionamos.
Y, claro, el presidente desprecia al coronavirus y asume que lo que tiene es el virus de la corona, esto es el poder monárquico, y dinástico, para obligar a sus súbditos a quedar bajo las riendas de sus patrones, salir si quieren eso sí bajo el látigo de sus explotadores, siguiendo los agudos cantos de sirena de su “amigo” Ricardo Salinas Pliego quien sigue recogiendo contratos mientras se burla de las reglas sanitarias. ¿Habrá donado siquiera un cubrebocas? Miserable patán.
El gobierno, más neoliberal que nunca, traiciona descaradamente sus supuestas intenciones originales convirtiendo su cauce en una grotesca secuela de inconciencias.
La Anécdota
Si va escribir “su” Biblia debe recomendarse a Andrés Manuel que no olvide incluir el Apocalipsis a su estilo, con la moda única de los fariseos que predican un gobierno para el pueblo y se deja guiar por sus “amigos” multimillonarios a los que antes veía como partes de la “mafia del poder” encabezados por Carlos Salinas. Se desprende que son cuatro los nuevos caballos del testamento sagrado de AMLO, como si fuera el libro rojo de Mao o el verde de Muamar el Kadafi:
El caballo negro es la mentira, constante de su gobierno; el alazán, claro, la corrupción que sigue galopando; el plateado es la connivencia con los sectores empresariales más retrógradas, y el tordillo, el conquistador según la otra Biblia la del catolicismo, no es sino la manipulación llevada a la cuasi perfección.
Antes de entender, persígnense ante el Sadam del nuevo mundo y la nueva normalidad.
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