Economía y Salud

El Médico de AMLO

Dos serán los mayores obstáculos de MORENA y su fundador, el presidente López Obrador, para intentar conservar sus curules mayoritarias en la Cámara Baja en 2021. Los tuertos están optimistas asegurando que las encuestas –marrulleras- mantienen muy en alto la popularidad del titular del Ejecutivo, pero incluso dentro de la dirigencia morenista existe preocupación por considerar que pueden confrontar reveses, incluso severos, a causa de las condiciones actuales del país en el que solo algunos creen en las estadísticas oficiales, incluyendo las de la pandemia maldita, y la mayoría detesta ya las mentiras recurrentes de las “mañaneras” o las incongruencias para que le salga barato a AMLO.

Nadie duda, ni el secretario de Hacienda, que el próximo año pinta fatal para los bolsillos de millones de mexicanos bajo el cautiverio de los ingresos a la baja -por la paulatina pérdida del poder adquisitivo, condición que debiera normar las verdaderas limitaciones de la clase media y de la pobreza-, en un estatus delirante sin coincidencia posible entre lo que se dice sin ejecutar, una de las especialidades de la 4T.

Lo ha dicho Arturo Herrera Gutiérrez, el relevo de la secretaría de Hacienda desde que Carlos Urzúa Macías dejo el cargo al percibir que era imposible conciliar la estabilidad con las arengas descompuestas de su jefe, el primer mandatario que se olvidó de obedecer –tal son los mandatarios bajo las órdenes de sus mandantes, en este caso el conglomerado nacional-, y se dejó capturar por las veleidades del poder, ese virus de la corona que se expande con rapidez tal que desborda a los poco preparados para ejercer la Presidencia; Andrés fue un gran opositor pero en los dieciocho años que duró en campaña no tuvo tiempo de aprender inglés ni, mucho menos, de conocer las asignaturas, funciones y deberes, de la Primera Magistratura.

Me temo que no ha leído al completo la Constitución General de la República y de allí sus constantes derrapes para vergüenza de sus gobernados; han sido peores, si cabe, a los de sus predecesores, ganándoles en locuacidad a Echeverría y Fox –las otras “chachalacas”-, pero manteniendo en alza el arte de la manipulación colectiva hasta colocarnos en crecimiento cero, antes de la pandemia, y en -0.14 por ciento durante su desarrollo. Peor no pudo ser.

Por supuesto la otra terrible aduana en donde puede quedar sepultada la tal exaltada 4T –una falacia en todo género-, es el descontrol sobre el coronavirus y sus efectos: de cada cien infectados mueren 11 lo que rebasa el promedio universal de 3.4 por ciento de decesos. La diferencia, ya lo he dicho, 7.6 por ciento, deben adjudicarse a la mala administración de la misma. Esto es, de 90 mil muertos oficialmente sólo debieron caer, considerando el promedio global, 28 mil aproximadamente; el número restante, sesenta y dos mil, son consecuencia de la ausencia de medidas preventivas, la negligencia oficial y la torpeza para disimular los hechos.

Cuando la verdad salga a relucir será un tremendo golpe político al observarse la farsa montada para disimular la realidad a costa de manipular conciencias y mantener una imagen falsa de pudor y cercanía con el colectivo. Nunca se han atrevido a dar las cifras multiplicadas por el factor 3.8, mismo que dio Hugo López-Gatell, el subsecretario más poderoso de la historia, porque entonces tal nos pondría a la cabeza de las naciones más devastadas por la pandemia del horror.

Estos dos resbalones hacen que se caiga el teatro.

La Anécdota

Los dos presidentes más recientes han tenido y tienen graves problemas de salud. Peña no dejó de tratarse en el Hospital Militar el cáncer que padecía; y López Obrador disimula más y mantiene cerca de él a un cardiólogo y a un neurólogo de cabecera. Lo atienden diariamente.

La sospechosa caída de Trump, enfermo de coronavirus y dado de alta fasta track sin la menor consideración contra otros presuntos infectados, como su vocera, abren la incógnita sobre si ciertos mandatarios son tratados con excelencia para evitar los contagios o salir de ellos con la mayor facilidad. Si tal es el caso del “anaranjado” en vías de perderlas elecciones en USA, ¿acaso AMLO no estaría dentro de los privilegiados que se han negado a usar cubrebocas con una soberbia infinita?

loretdemola.rafael@yahoo.com