Mundo al Revés

A Tres Semanas

Con franqueza me quedé paralizado, hace ya cuatro años, al escuchar, por las redes sociales dominantes, los gritos en Brasil tras la victoria de Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal, el ultraderechista que no ha tenido rubor para declararse a favor de la tortura, contra las mujeres en puestos públicos y los grupos minoritarios:

--¡Viva la Dictadura!

No hay precedentes de tal cosa en una nación en aparente paz. Quizá con Mussolini o con Hitler, y en México bajo la batuta de los efímeros e ilegales imperios de Iturbide, el enajenado barbudo de Miramar, López de Santa Anna o Porfirio Díaz, pero siempre para acotar derechos a cambio de obras de relumbrón –digamos al etilo de la Puebla que fue del extinto Moreno Valle, cuyo asesinato sigue siendo una mancha de la 4T-; podría concebirse este escenario que, equivocadamente, creímos superado y ahora nos salpica el rostro, todo el cuerpo, la vida. El mundo vota al revés, en cada una de las esferas conocidas, o se deja llevar por la manipulación mediática ahora, sobre todo, por Internet.

Lo que no cede es la diferencia de clases, ni bajo la autocracia ni elevando la fe democrática al estilo de quienes la ofrecen para luego instalarse en el poder por una eternidad. Es también el caso de México, a partir de diciembre de 2018, aunque no sé hasta cuándo aguantará el tejido social un engaño de tan altas dimensiones. Las cuerdas están por romperse.

Por ejemplo, la consulta dirigida sobre dónde debía ubicarse el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, no se dio en términos democráticos mínimos. La tinta sobre mi pulgar se esfumó en dos horas aunque, claro, por dignidad sólo crucé una sola boleta y no cinco como presumieron algunos, los más infiltrados del viejo priismo, en medio de una secuencia de curvas sinuosas, sin control, y con la pobre convocatoria de un millón 67 mil personas –sin que pueda precisarse a quienes se burlaron del proceso acudiendo dos o hasta cinco veces a las mesas-. Pobre, insisto, porque un ejercicio de esta naturaleza, a nivel nacional, no puede darse por válido con apenas el uno por cierto de concurrencia respecto al registro del Padrón Electoral que es de casi 90 millones de ciudadanos. Y, con ello, siguieron los lópezobradoristas tuertos insistiendo en consultas y plebiscitos fantasmales.

Mientras ello sucedía, murió un migrante en la frontera entre México y Guatemala, se redujeron espacios a los miembros de la célebre caravana y éstos fueron rescatados por los pobladores de los municipios más humildes, quienes siempre son más generosos, dotándoles de alimentos, mantas y zapatos. El ejemplo de hospitalidad de los mexicanos contrasta con los planes desiguales y denigrantes de los gobiernos atenidos a las instrucciones y deseos del “anaranjado” señor Trump y ahora de la momia Biden, los más antimexicanos de los mandatarios estadounidenses de la historia y los más ambiciosos en cuanto a sus proyectos de expansión. Con los dos se muestra sumiso el mesías de Macuspana.

¿Qué va ser el presidente de México ante esta crisis que se arraiga? ¿Consultar si los miembros de su gabinete, igualmente el ampliado, merecen o no la confianza pública, un asunto mayor al del aeropuerto? ¿O pedir la opinión del uno por cierto de los empadronados para decidir si deja al ejército patrullando las calles o si sostiene otra guardia nacional supliendo a la infecunda gendarmería de Peña? Y falta, claro, la cereza del pastel: actuar contra los ex mandatarios predadores, con pruebas suficientes, más allá de la infecunda consulta de agosto pasado. La falacia mayor fue incitar a realizarla para luego ponerse de lado de quienes, los menos, optaran por no proceder contra ellos tirándole el balón al Senado y a la Corte. Jamás un presidente había mentido tanto.

En buen lío estamos todos.

La Anécdota

La mayor parte de la comunidad nacional se mostró indiferente a la primera consulta ordenada por quien ejerce el poder omnímodo de la República, Andrés Manuel. No se diga otra cosa cuando es evidente el control que ejerce sobre el Congreso, el poder Judicial, la Conago en crisis y la sociedad civil, sobre todo de cuantos conforman sus gladiadores incondicionales también expertos en la manipulación colectiva: “nunca antes nos habían tomado en cuenta”, aducen los defensores de la 4T olvidándose de otro ejercicio fallido cuando Andrés ocupaba la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal y solicitó la opinión de los citadinos sobre los husos horarios negándose a aceptar los cambios en verano e invierno.

La indiferencia fue igualmente el signo. Primero, rompamos la desigualdad social y después confirmemos la importancia de la democracia; más en un mundo que marcha hacia el fascismo –Biden y el capitán Bolsonaro a la cabeza-, acaso porque la democracia ha sido ya rebasada por los intereses corporativos y las grandes complicidades con los gobiernos turbios y repulsivos.

Pero la palabra presidencial está empeñada y es menester que la cumpla, máxime que los ex presidentes no han dejado de ser “chachalacas” o palomitos que cubren con modelos sus verdaderas tendencias. Lo mismo que Andrés: ¿es o no fascista? Voto por lo segundo.

loretdemola.rafael@yahoo.com