El Drama de México
Alarma Silenciosa
La pobreza crece y asfixia pero no es el drama mayor de México; ni siquiera el desabasto de medicinas y el patente descuido del sector salud por parte de una administración criminal que desdeña las estadísticas y miente según sus intereses bajo el consejo de empresarios tan lúgubres como Ricardo Salinas Pliego quien prefiere seguir ganando, manteniendo a su planta laboral desdeñando los riesgos de las pandemias, a proteger a quienes laboran para él en condiciones ínfimas mientras él pasea por el mundo en su avión privado... satanizado claro.
El drama peor de los mexicanos es la penosa sumisión ante los abusos de sus patrones, en todos los niveles, y sobre todo respecto a la administración pública a la que temen por cuanto a las represalias sufridas o a las que pueden sufrir si se salen del corralito de la indigna quiebra de voluntades. El virus de la corona se ha extendido, además, con una fuerza tremenda al grado de que la sumisión a cuanto diga el mandante-mandatario es observada como una obligación ingente por los bonos que reparte a quienes ya no pueden trabajar por su edad y condición e incluso para aquellos repelentes de la educación quienes se gastan sus abonos en todo menos en subir de nivel académico.
Nadie se ocupa en el gobierno en el análisis de hacia dónde terminan las tales ayudas bimestrales; no en los mercados que abastecen de lo indispensable ni en las escuelas de cualquier grado sino, por desgracia y en su mayor parte, en manos de cantineros, narcomenudistas y viciosos del juego. Hagan un recorrido por las sendas de la realidad y encontrarán las pruebas.
Nada es peor a la incondicionalidad política que resta fuerza a las ideas y anula la capacidad de discernimiento hasta el punto de apegarse al modelo por el cual las mentiras son verdades y éstas se exaltan como prioritarias cuando no lo son en una espiral de engaños jamás alcanzada en tiempos pasados pese al FRACASO de los regímenes anteriores.
A veces me pregunto cuál de los mandatarios mexicanos desde el siglo XX a lo que llevamos del XXI se salva. Y me resulta complejo encontrar a alguno: Cárdenas, quizá los Adolfos –uno por austero, Ruiz Cortines, y otro por expandir fronteras, López Mateos-, y nada más... olvidando, eso sí, no pocas atrocidades. En cambio, ¡cuántos miserables, ladrones y genocidas en el cuadro de honor! Y como AMLO ninguno es igual o peor salvo Victoriano Huerta, el dictador Díaz y la dupla sonorense.
¡Si revisamos la historia podemos encontrar que el hilo conductor del drama mexicano es la ofuscación social fomentada por la demagogia infecunda y la sed de poder de quienes, a cambio del mismo, venden sus almas a los demoníacos engendros del narcotráfico y del crimen organizado; siempre terminan en las llamas de la historia muy lejos de ganarla para su causa... como tanto gritó el chavista Andrés al plagiar el discurso inaugural del dictador venezolano que no pudo escapar de una muerte acaso inducida para evitar una invasión, otra más, de la perversa potencia del norte.
Vivimos bajo la tiranía de la ceguera social: el verdadero virus de la corona.
La Anécdota
El martes 2 de enero la gobernadora de Tlaxcala, la morenista Lorena Cuéllar Cisneros, dio positivo en la prueba de covid a la que se sometió. Dos días después se elevaron las medidas sanitarias al punto de exigirse llevar los comprobantes de vacunación para poder entrar en los almacenes, mercados y restaurantes.
Lo interesante del caso es que NO todos los mexicanos han recibido las dos vacunas al cierre de la campaña oficial: solo el 55.87 de nuestros compatriotas la han recibido y una parte de ellos, los de gran poder adquisitivo, en los Estados Unidos haciendo lo que podría considerarse el “turismo coronavirus”.
La pregunta es evidente: ¿no se dijo que no era obligatorio vacunarse –contra innumerables opiniones por cierto-, y que acudir a los centros de salud era optativo de acuerdo al ejercicio de la libertad individual? El mandante-mandatario no se detuvo en sus asertos y ahora resulta que debemos cargar con los comprobantes respectivos. ¿Y quiénes hicieron uso de su “libertad” evitando las vacunas aunque se sometieran a la cultura del cubrebocas para acudir a los centros comerciales y merenderos? Pues pagarán el costo de su negligencia o de su sumisión a las ideas extravagantes sobre chips malditos y envenenamientos masivos.
Un país, el nuestro, en donde todo se confunde y contradice desde que nos gobierna la TTTT.
loretdemola.rafael@yahoo.com