Creyentes o Ingenuos

No hay elecciones satisfactorias, en México y otras naciones incluso del “primer mundo”. Una muestra: en Estados Unidos, falsarios defensores del “mundo libre” según dicen, no puede hablarse de limpieza luego de que Al Gore optó por evitar un colapso institucional en 2000 luego de los manoseados escrutinios de Florida que dieron la “victoria” a Bush junior unos meses antes de los atentados terroristas en Nueva York. No existe credibilidad ante las evidencias múltiples del manejo de las mafias con enorme poder territorial y la certeza de que los gobiernos se construyen con acuerdos soterrados entre las mismas.

La incredulidad, por supuesto, no surgió por casualidad ni por generación espontánea sino es fruto de una larga secuela de manipulaciones, desviaciones y fraudes burdos, descarados, contra la voluntad ciudadana. No pocas veces amanecimos, por ejemplo, con noticias sobre victorias que no lo fueron y mantienen indignados a la mayor parte de los mexicanos; y así ha sido lo mismo en 2015 que a través de cada una de las jornadas comiciales del nuevo siglo, sea bajo el mandato de la derecha o la utópica resurrección priista de 2012 o ahora con la insolencia de López Obrador y sus secuaces determinados a pisotear la democracia como antes acusaban de ello a quienes les precedieron en el poder. Todo ello ante el frente de una masa popular variante, por poco informada, y vulnerable todavía al acecho de las corporaciones políticas y/o criminales. Es nauseabundo.

En esta condición, la partidocracia impuso sus leyes, aplastó las posibilidades de los independientes –algunos de ellos claudicaron sea por ausencia de recursos o por no poder elevar coberturas-, y cerró las gubernaturas de tal modo que todo parece en este 2022 el desenlace de un libreto preestablecido. Pero no es así; la ciudadanía ha despertado y sabe bien que revalidar al partido de AMLO sería una enorme traición contra el país, la democracia y nuestro futuro. Así de simple.

Las negociaciones, sin duda, están a todo vapor con el pueblo de testigo silencioso dispuesto, eso sí, a hablar en las urnas. Es nuestro deber y hay que asumir los riesgos. Morena ha traicionado a sus propios militantes; y, como tal, no son inusuales sus tropezones y la ausencia de definiciones, por ejemplo, respecto a los rectores de las elecciones en cada estado, forjados al calor de los cacicazgos regionales y gubernamentales pese a aceptar participar en el juego.

De tal suerte la justa comienza cuando se sea capaz de reducir al mandatario de cada estado metido, hasta el cuello, en su sucesión para amarrar a su favor los hilados de la impunidad y salir avante de las múltiples acusaciones en su contra.

Ni uno solo de los ex gobernadores cuyas gestiones terminaron hace uno o más años ha sido llamado a juicio; ni siquiera el defenestrado guerrerense Ángel Aguirre Rivero, el priista-perredista-peñista lanzado por una alianza turbia, quien llevó a su entidad a la desatada violencia que prohijó no sólo la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa –la mayor verruga en el enfermo rostro de peña nieto-, sino a una tremenda protección a quienes, a través de compañías canadienses al amparo del Grupo México de Germán Larrea Mota-Velasco, el mayor asesino de mineros de la historia, esclavizan a cientos de inmigrantes y a mexicanos “desaparecidos” a quienes muy pronto se dan por muertos y acaban bajo la fresca tierra que cubre centenares de fosas clandestinas, desde la norteña Tamaulipas hasta la tierra caliente del sur.

La Anécdota

Y no es todo. Cuantos insisten en que si no se acude a votar en 2022 puede dar lugar a la malsana utilización de su espacio, son víctimas de sus propios temores. Ya lo he dicho varias veces: hasta la fecha no se ha perseguido, mucho menos encarcelado, a nadie que no haya ejercido su derecho al voto y en cuanto al relleno de boletas, éste se hace cuando no existen representantes de otros partidos en las mesas de escrutinio propiciando con ello la amoral colusión de los funcionarios electorales; por ello, siempre es recomendable que cada ciudadano elector siga el trayecto de los paquetes electorales en la medida de lo posible.

Las cosas no cambiaron de tono porque los partidos, en realidad, tienen sus propios acuerdos y se dejan llevar por la corriente; es la sociedad afrentada la que sale a las calles y promueve el fin de las manipulaciones si bien son muy pocos los casos en los que se ha logrado, hasta hoy, el objetivo.

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