Convento Franciscano

La Democracia Fallida

¡Desapareció el Palacio Nacional! No quedan ni rastros del virreinal edificio que ocuparon los representantes de la invasora corona hispana y después los presidentes ya bajo la bandera y la campana de la Independencia. No habrá más repiques la noche del 15 de septiembre ni convocatorias masivas en el Zócalo que ahora deberá ser rehabilitada, como la llamada zona cero de Nueva York, como un centro de esparcimiento con un museo para exhibir al jurásico político de México con todo y el AMLO-REX, el más peligroso de los monstruos de la era.

En lugar de ser “totalmente Palacio” ahora se convirtió López IV en un monje, tenebroso y con cinto amarrado a la cintura, y a la que fue sede del Ejecutivo federal en un espléndido convento franciscano... repleto de riquezas. Candiles magníficos con alegorías de los tiempos de la invasión ibérica, tibores con retoques dorados y algunos cubiertos de oro extraído de Iguala en donde, todavía hoy, se vive la esclavitud en las minas “concesionadas” a las empresas canadienses aunque nadie ha procurado entender cómo es que entre los minerales más finos se introduzcan toneladas de cocaína y fentanilo, la nueva droga y más cotizada en USA, el gran mercado.

Desde su convento se aprecia, eso sí, que el mayor de los franciscanos de nueva rodada no usa huaraches ni túnicas rasgadas por el inexorable paso del tiempo. Tiene más ropa que en ninguna época cuando usaba camisas de marca arremangadas para lucir como el campesinado al que manipulaba con los cantos de sirena. El agitador se volvió mesías y el mesías acabo siendo destapador. Entre cloacas ha mantenido firmes sus mañaneras, eclosión de la propaganda bajo el modelo de Goebbels, el ministro de Hitler encargado de la imagen de éste y en la exaltación de su figura, quien murió en el búnker de Berlín luego de atestiguar el suicidio de su führer.

¿Qué prefieren, amables lectores? ¿El palacio virreinal o el nuevo convento franciscano en donde se honra no al Creador supremo sino a Luzbel cuya soberbia le arrojó a los infiernos? Con todo me quedo con el Palacio pero limpio de demonios lo que no ha sido posible desde hace siglo y medio no con infinidad de exorcistas, médicos de cabecera –el de Andrés se llama Félix Delorit y es cubano por supuesto-, espiritistas y toda clase de reclutas del imperialismo más poderoso de todos los tiempos en donde los “belcebús” abundan tanto que deslumbran a los paganos con su paraíso materialista cuya cúspide la encontramos en Las Vegas y su gran desplumadero. No quiero conocerla por temor a los buitres negros del desierto.

Desde el balcón central del nuevo convento –pronto habrá un ala dedicada a edificar un monasterio dedicado a Santa Beatriz Gutiérrez Müller –descendiente de alemanes-, quien encontró la solución para acabar con la violencia:

“A esos traviesos que se meten en sus casas y los amenazan, deténgalos regalándoles un libro”.

Con mucho gusto ofrecí, si tal era la salida contra el horror, diez libros de “El Gatopardo de Andrés” para intentar superar a los terríficos demonios; pero no: la santa protectora del Convento Nacional, posiblemente en fase de convertirse en monasterio, decidió que sólo se obsequiara el libelo “A mitad del Camino” (del infierno) cuyo autor es el monje mayor que algunos, ciegos o necios, consideran el mejor presidente de una nación saqueada y mil veces rebosante de corruptos que suelen indignarse cuando se les llama así; todos han dicho de sí que mienten quienes les acusan. Y me parece que solo Peña Nieto, a quien siempre he visto como un miserable, se atrevió a pedir perdón tras el escándalo de las casas blancas al que se sumó la alquilada “primera dama”, Angélica Rivera. Después de ella también se expulsaron a los últimos ángeles de piedra de la antigua residencia.

¡Al fin supimos en qué consistía la Cuarta Transformación! Es sencillo: se trata de modificar el “austero” palacio en un convento propio para la “pobreza franciscana” de AMLO!

No sé si deberíamos, todos, acudir al Zócalo, con una veladora a rendir pleitesía a la parejita de locos que cohabita un pobrísimo recinto conventual en una de las esquinas del que fue Palacio Nacional.

La Anécdota

El burdo espectáculo morenista del último fin de semana de julio pasado, con urnas incendiadas, acarreo paranoico, sobornos descarados y todos los vicios del pasado, demuestra en qué consiste la democracia para López IV; solo en un pretexto para comparar lo ocurrido, mintiendo, en un nuevo pretexto para señalar hacia el pasado cuando los fraudes fueron evidentes... ¡pero no de este tamaño!

En los últimos años se recuerdan y recordarán dos acontecimientos de vulgaridades “transformadoras”: la elección del presidente del PRD para suceder a Andrés en el cargo, tan burda que debió repetirse; y lo sucedido hace unos días en todo el país por obra y gracia de Morena incapaz de llevar adelante un proceso comicial interno sin las “irregularidades” que el mandante-mandatario admite.

Qué fácil aparecen las víboras en boca del farsante del Palacio, digo, del Convento.

loretdemola.rafael@yahoo.com