Democracia en vilo

La Iglesia y Judas

Me sorprendió, la verdad. Y debí detenerme para ver y escuchar, tres veces –no aguanté más- lo expresado por un sujeto en su descarriada idea de encontrarse con una candidatura de Morena. Se llama Antonio Attolini Murra –más propio sería que hiciera espaguetis-, y se presenta como politólogo e internacionalista y fundador del grupo #yosoy132, además de haber sido uno de los voceros de la campaña de López Obrador en 2018 bajo la dirección del pobre diablo Jesús Ramírez Cuevas, el del palomeo que conduce a personajes tales como Lord Molécula, El Pirata o Lady Congo en las mañaneras.

El tal Attolini, con tales medallas “internacionales” –las carcajadas me ganan- llegó al extremo, muy orondo, de declarar que su mesías López Obrador, héroe de Tepetitán, es equiparable a Jesucristo, Martin Luther King, Mahatma Gandhi y Nelson Mandela. Le faltó mencionar al nazareno del Caribe, Fidel, o al comandante bolivariano Hugo Chávez o incluso, para evitar dejarlo en el tintero, al célebre Francisco Franco Bahamonte, quien gustaba de pasearse por las catedrales de España rodeado de obispos y monaguillos que sostenían un palio sobre su cabeza.

Fue entonces cuando otros activistas de las redes sociales, sedes ahora de los debates en ausencia de líderes presenciales y no anónimos, reprodujeron un video de 2019, como si fuera de ayer mismo, en donde se escucha y observa a un diputado de Huimanguillo, Tabasco, llamado nada menos Charlie Valentino –no es broma-, solicitando a gritos reformar el artículo 83 de la Constitución General de la República para que su texto señale: “Sufragio efectivo; sí reelección”.

El marrullero siguió en la misma línea y adujo:

“El pueblo de México exige que Andrés Manuel López Obrador se reelija y si no es así la historia lo pedirá”.

Quien esto escribe, y cientos de miles que hallaron culpable al sujeto que ejerce la titularidad del Ejecutivo de quince serios delitos contra la nación, formamos parte de la soberanía popular y jamás admitiríamos semejante desacato a los postulados que han sido columna vertebral de nuestra República, evitando los males observados en otras latitudes en donde la perpetuidad de los mandatos ha sido causa de rebeliones, hambrunas y una aplastante represión. ¡Vean más allá del bosque de las adulaciones!

Desde luego, el diputado local de marras debiera dedicarse al cultivo de mangos y otros productos generosos de la tierra maravillosa de Tabasco en vez de arengar hacia lo absurdo, provocando no solo indignidad sino hasta las carcajadas de sus pares. ¿No mide que una medida de esta naturaleza impulsaría a la mayor parte de los mexicanos –no a la tercera parte del padrón, los célebres 30 millones de los cuales la mitad ya está decepcionada-, a salir a las calles en protesta masiva e incluso a una indeseable rebelión que paralizaría la vida institucional de México hasta las últimas consecuencias?

El autoritarismo de Andrés y su modo unipersonal de gobernar está colmando el plato de la paciencia colectiva. Los que desean una dictadura para nuestro país vean los retratos de Hitler, Franco, Mussolini, Chávez, Fujimori –todavía en prisión en Lima-, los Castro, Idi Amín Dada o Kim Jong-un, como parte de los estruendos escatológicos de la historia. O bien, paralelamente a las caducas monarquías de Borbones, Windsor y demás personajes que ya no encajan en el mundo moderno.

De una vez debemos advertirlo: aunque López Obrador haya firmado ante notario su declaración sobre no pretender reelegirse, sus youtubers aduladores, hackers, robots, manipulados e ignorantes van sumándose a una idea que ocasionaría hasta la división dentro del Ejército y las consecuencias funestas de una guerra civil. ¡Abran los ojos a tiempo, politólogos anodinos!

La Anécdota

La hipocresía de Andrés es tanta que, durante sus largos años de opositor en campaña, fustigaba a la Iglesia –y al PAN al que consideraba derivado de la misma- por sus afanes de disfrazarse de izquierdista o liberal, mismos que cayeron al suelo en cuanto se sometió a los pies del expresidente de USA, el anaranjado Trump, quien ahora busca volver a la Casa Blanca preparando escenarios terroristas.

Ahora, el farsante de Palacio Nacional no cesa de acudir a las imágenes religiosas, como el Sagrado Corazón de Jesús –ha de ser Ramírez Cuevas o su propio hijito menor- para invocarlo para detener a sus enemigos.

El falsario siempre cae por su propio peso.

loretdemola.rafael@yahoo.com