Se va y se fue
Hablemos de CS
Se va, se va y se fue. Ya no sé si debemos seguir ocupándonos del personaje más pernicioso de la historia reciente de México. Su nombre quedará inscrito, eso sí, en el nivel de los mayores antihéroes del país, muy cerquita de “El Chacal” Huerta, de su Alteza Serenísima, López de Santa Anna, del enajenado de Miramar, Maximiliano y su consorte Carlota, del traidor por antonomasia Iturbide o del dictador Porfirio Díaz, a quienes no pocos desubicados le rinden todavía pleitesía considerando que a los mexicanos solo puede gobernárseles a base de fuetes, carabinas y cencerros.
La mente enferma lo ha delatado ya varias veces en las últimas medias jornadas de Palacio. Por querer lanzarle una flor a su sucesora le llamó, nada menos, una “reina” que debiera llamarse Claudia Carlota I, olvidando acaso, porque no le consultó a su pseudohistoriadora de cabecera, Beatriz Gutiérrez Müller, que Carlota terminó loca rondando por Europa para solicitar la vida de su consorte fusilado en el Cerro de las Campanas, la entidad liberal que ahora es de las pocas resistentes a la mafia morenista encabezada por AMLO.
Para colmo, y como refrendo, ya que la presidenta “electa” se quedó callada, aceptó que algunos -los de la derecha, claro-, preferían llamarla Claudia Porfiria en añoranza del dictador Díaz, cuya esposa, Carmelita Romero Rubio, fue confundida con la del Benemérito Juárez, doña Margarita Maza, en unos de los deslices neuronales más severos. Cualquier mujer se sentiría enfadada por tal aduladora calificación que, desde luego, rompe el modelo liberal y todavía más el socialista que ella quiere consolidar contra viento y marea.
Ya hemos dicho que la única manera de consolidar su mandato sería que la nueva mandante se distanciara de su antecesor quien, por soberbia y falta de tacto, se perdió en la incongruencia, la corrupción y el desolado camino de la perversión solo fructífero cuando se ostenta el poder; ya no ahora. Claudia no debe caer en la misma espiral de indecoro porque la mayor parte de los mexicanos no están dispuestos a seguir por la misma, torpe, infecunda línea. Nadie, salvo algunos radicales despistados, está dispuesto a convertir a México al comunismo y tal insistencia puede acabar con la paciencia incluso de los afines a la pobre Morena de Andrés que no necesariamente es la de Claudia Carlota, reina en el corazón del que se va sin remedio.
Por supuesto, si Andrés escoge la ruta hacia “La Chingada” sería un serio factor de inestabilidad permanente aun cuando, mentiroso como es, alegue que “desaparecerá” del ojo del huracán. Su sola presencia alentará a sus huestes, sobre todo a quienes formarán parte de una débil mandante, a converger hacia el rancho acrecentado -digamos como el de Fox en San Francisco del Rincón-, para pedir línea antes de introducirse en el Palacio del Terror en donde deambula el espíritu de Juárez para quitarle el sueño a quienes se salgan del huacal... como López y sus esbirros.
Seguramente el miserable Miguel Ángel Yunes Linares, quien fue gobernador de Veracruz por dos años -los siguientes al sexenio del execrable Javier Duarte de Ochoa, se encontró con la silueta de don Benito y fue tal su susto que se le quedaron los ojos saltones; algo parecido le ha sucedido a AMLO quien, por no dormir para alargar su tiempo, acabó siendo rehén de sus propias mentiras. ¡Muera la corrupción! Gritó desde el balcón central del Palacio Nacional el pasado 15 de septiembre, sin recordar otra consigna suya: “Sin la corrupción -dijo- un gobierno no sirve para nada”. Y esto orilló al Benemérito a abandonar su abandonada tumba -en el Panteón de San Fernando- para jalarle los pies al iracundo usurpador del recinto virreinal bastante más lujoso que la austera residencia oficial de Los Pinos a donde debería regresar Claudia Carlota siguiera, digo, para marcar diferencias.
Desde luego, las señales del régimen de Andrés, quiéranlo o no sus interesados adoradores -algunas migajas encontrarán-, serán la radicalización entre los mexicanos, la manipulación como arma de cooptación y, sobre todo, la mayor corrupción de, cuando menos, un siglo. Todos robaron, es cierto -creímos que sería imposible alcanzar el nivel de Peña Nieto pero nos quedamos muy cortos-, pero jamás se había visto la insaciable sed de ambiciones de toda una familia en contubernio con el crimen organizado: el ya célebre clan. Solo con este renglón se desmoronan los supuestos pilares de la 4T vitoreada, recientemente, aunque se cerraran los micrófonos ambientales en el Zócalo.
Por ello, el legado de Andrés será tanto como enfrentarse a la cueva de Alí Babá sin la contraseña para abrirla. Y Claudia aún no despierta a la realidad de una herencia perversa: las finanzas por los suelos, el dólar despegando, el crecimiento barbeando el cero -es de un punto-, los sobrecostos no pagados de las obras icónicas, el derrumbe de la credibilidad del gobierno mexicano y, sobre todo, la ligereza con la que se anularon los contrapesos con una sobrerrepresentación ilegal e ilegítima en el Legislativo y un Poder Judicial acuchillado.
La cobardía de Andrés le impedirá salir del país porque, aunque se dirija a Rusia, su avión puede ser interceptado y obligado a aterrizar en tierras de occidente en donde las cuentas pendientes elevan los riesgos para él. Y con esto también deberá lidiar la “reina” de México antes de que se cumplan las amenazas del próximo(a) ocupante de la Casa Blanca. Kamala Harris, quien va adelante, ya expuso que está dispuesta a enfrentar a los cárteles mexicanos, sobre todo el de Sinaloa, para frenar la exportación de fentanilo; y el anaranjado Trump quiere culpar de todo al sur para cerrar fronteras y pretender con ello contener la migración ilegal que está desbordada.
¡Y López incluyó, en sus vítores, a los inmigrantes sin darse cuenta de que el drama crece con ello! En mala hora, Andrés clamas por el amor después de haber sembrado odio, y por los pueblos indígenas después de abandonarlos reduciendo las capacidades productivas con bonos de un bienestar que no es.
Se va Andrés... pero Claudia aún no define su papel: será una marioneta todavía o tendrá conciencia como la de una muñeca de madera -es un decir- a quien se le ha dotado de un alma buena, positiva. ¿Ocurrirá el milagro o nos hundiremos esperando?
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