¿Desafío o Traición?
Vamos punto por punto. Mister Trump, quien tiene aires de emperador como señaló Lula da Silva, advirtió que los cárteles mexicanos son quienes, de verdad, gobiernan a México; también su equipo de trabajo ha señalado que tales grupos criminales son terroristas y, por ende, vivirán el infierno hasta desaparecer. Sin embargo, entre una y otra declaración, el anaranjado de la Casa Blanca subrayó en uno de sus diarias operetas que la presidenta (e) Sheinbaum era “una mujer maravillosa” para situarla al nivel de AMLO llamado por el mismo jeque estadounidense “un hombre maravilloso”. No es nada más porque sí.
Si hacemos un análisis cronológico no es posible entender que los roces aparentes entre los gobernantes de México y USA se deslicen como si lo hicieran sobre la nieve que suele derretirse fácilmente y solo sean parte de la manipulación colectiva. No es razonable insistir en la fuerza de los terroristas sicarios como dueños del territorio nacional y plantear, casi enseguida -recuérdese que Trump lleva apenas un mes y días desde su segunda llegada a la Casa Blanca, ahora medio dorada-, que la jefa del gobierno y del Estado mexicano es una mujer con grandes virtudes y tan amable que resulta muy agradable conversar con ella por teléfono. En realidad, Sheinbaum ha salido mejor librada que el todavía premier de Canadá, Justin Trudeau, a quien despectivamente el neoyorquino magnate -tan poderoso que treinta y cuatro acusaciones penales le hicieron “lo que el viento a Juárez-, llamó gobernador alegando que Canadá ya debía ser considerada, anexada por virtuosismo, como una estrella más del lábaro estadounidense.
Trudeau cayó en la trampa al acudir a la residencia del multimillonario presidente de USA en Mar o Lago, Florida, días antes de su asunción al cielo de los reelectos y de allí salió humillado y arrojado al abismo debiendo llamar a nuevas elecciones. A la señora de Tarriba -de pasado jamás investigado en cuanto a su relación con los cárteles de Juárez y Sinaloa-, sólo la llamaron por teléfono y, de acuerdo a todas las versiones, fue ella quien logró el “milagro” de que se pospusiera un mes la imposición de aranceles a los productos de México -lo mismo que a los de Canadá, China y hasta las naciones europeas-, mismo que se cumple el martes 4 de marzo... ya merito.
Nuestra tesis es muy sencilla: los vaivenes y contradicciones del anaranjado señor por ahora de Washington, tienen que ver con la seguridad de que las bravuconerías de la señora Sheinbaum son nada más un alarde patriotero que esconde una realidad dolorosa: la dama ya se le dobló al personaje que ha derrotado, en dos ocasiones, a sendas damas: Hillary Clinton y Kamala Harris, quienes, seguramente, jamás habrían llegado a los excesos histriónicos y mediáticos de Donald, el político ambicioso y no el pato humillado por ser de clase media. Atención con esto.
El caso es que, aunque Marko Rubio, el secretario de Estado, aduzca que no se invadirá a México, la realidad indica otra cosa. Esta fue una declaración de circunstancias para pausar un poco la rudeza mostrada contra México en hirientes comentarios de su jefe; ni éste habría suavizado sus condenas al hecho irrefutable, según dice, sobre la dependencia de nuestro país de los mandos terroristas. La idea es bastante punzante y coloca la realidad en un sitio muy lleno de rastrojos.
Viene a colación lo anterior para quienes, cada vez más, observan las andanadas de Trump como una especie de aliciente para la esperanza de millones de mexicanos repelentes de la 4T y sus señales oprobiosas sobre la corrupción y los desmanes en diversas secretarías y paraestatales -el fraude al Infonavit y la desaparición de la saqueada Segalmex, son puntos que parecen estar en punto de no retorno para la sedienta Morena del señor López, cuyo hijito, el jefe del clan, Andy, se da de lleno a repartir credenciales de afiliación a los peores miembros de la clase política: los Yunes, cuyo apellido es sinónimo de fraude, los Murat, símbolos del nepotismo y la impunidad sobre claras violaciones al derecho para asegurar su cacicazgo, y desde luego los señores Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa, y su compinche sonorense Alfonso Durazo Montaño, el mercenario que llevaba la agenda de Colosio -el padre asesinado en 1994-, luego secretario de Fox para aterrizar, sin ninguna vergüenza en el aeropuerto de la corrupción, al lado del “izquierdista”, más bien fascista, López de Macuspana.
¿O vamos a creer que es mera casualidad la aparición refulgente de “La Barredora” en Tabasco donde es secretario de Gobierno, José Ramiro López Obrador, en el gabinete de Javier May Rodríguez, lanzado contra su predecesor Adán Augusto López Hernández, por hoy dirigente de la bancada morenista en el descuartizado Senado -de allí que se instale un espacio para regalar credenciales de afiliación y con ello blindar las elecciones por venir, con el mayor cinismo imaginable-, quien se ufana de caminar al lado de los nauseabundos veracruzanos Yunes y cobijarlos con el falso afecto de la impunidad. Ni la corrupta señora Rocío Nahle, la gobernadora del estado infamado, concuerda con este trato. ¡Imagínense cuánto hay detrás!
Es claro que tal nivel de corrupción sólo puede entenderse con el aliento de los mayores capos; no los que son capturados para jugar a los espejismos con USA, sino quienes, desde el punto más alto de la clase política, han dejado corroerse para sacar ventaja de ello, siempre al margen de la ley y con terribles costos para la nación mexicana.
Estamos apergollados y no lo entienden millones, llevados al carrusel de Morena, dispuestos a que nos invadan para así dejar en manos de los vecinos del norte, quienes siempre han sacado ventaja de los diferendos, la caída de la 4T aunque ello nos cueste, al mismo tiempo, la derrota moral y política, también social, de México.
Nunca habíamos estado ante un panorama tan avasalladoramente contrario a los intereses de nuestro país.
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