El aval de Claudia
Sin duda alguna vivimos en una situación anómala y, por supuesto, elevadamente peligrosa. El tema de los aranceles de Trump, a fuerza de repetirse un día sí y otro también, han cobrado en la ciudadanía una ligereza de opiniones redundantes y atenidas al viejo proverbio natural: “aquí no pasa nada” y si pasa “no es lo peor que nos hubiera podido suceder”. Y así se navega en el turbulento mar de una geopolítica destinada al naufragio.
Es evidente que con 180 naciones -incluso microestados isleños-, bajo severas amenazas a su economía, no puede hablarse de un mundo feliz sino convulsionado por el nuevo emperador del mundo, el César Trump que, como Carlos V de Alemania, podría exclamar “en mis dominios no se oculta el sol”. Y en esta tesitura, la mandante mexicana, Claudia de Tarriba, considera feliz el momento porque los productos registrados en el T-MEC no fueron tocados por los llamados aranceles recíprocos que atenacearon hasta a los grandes aliados de USA; vamos, incluso Inglaterra para asombro de quienes siguen la historia de estos dos países siempre unidos por lengua, alianzas bélicas y economía, hasta ahora, recíproca.
Si se habla de una “guerra comercial” es porque tal existe y México no es, de ninguna manera, ajena a ella. Luego del show de Trump en el “jardín de las Rosas” de la Casa Blanca, afilando los dientes como un tiranosaurio rex, la presidenta(e) Sheinbaum decidió sonreír no sin advertir que no podíamos cantar victoria todavía; esto es que se había ganado una batalla aunque aluminio, acero y la industria automotriz -la que más exporta incluyendo las partes para construir vehículos en los Estados Unidos- fueron irremisiblemente condenados a los caprichos del anaranjado de la White House. Así de ligera la respuesta del gobierno mexicano ante la afrenta que dio lugar a furiosas reacciones por todo el mundo, sobre todo de Asia -con China, Japón y Corea del Sur, unidas-, y de la Unión Europea que se dice lista para aplicar medidas recíprocas en una suerte de encontronazo severo con la Unión Americana; esto es, dividiendo al mundo mientras nadie le hace caso a Trump para detener la invasión felona de Rusia a Ucrania y peor aún, los ataques inmisericordes de Israel contra Hamás -que no es una nación, pero sí lo es Palestina-, supuestamente convenida una tregua que se desmoronó a las pocas horas; ni respirar pudieron los palestinos enjaulados en un territorio hostil a causa del terrorismo de Hamás.
Cuando hablo de terrorismo no olvido que en esta misma condición, la de terroristas, se encuentras los cárteles engendrados en nuestro país -desde Sinaloa al mundo con Rubén Rocha Moya como estandarte-, y que comprometen seriamente la soberanía de México por efecto de un gobierno aliado a los criminales y, por ende, visto con no buenos ojos ni por USA ni por ninguna otra nación, libre de dictadorzuelos en el mundo. Esto es así y nadie puede objetarlo.
Por ello, claro, asombra la encuesta encargada a la nueva empresa de Lorena Becerra -bastante confiable-, en la cual se sitúa a la señora Sheinbaum -quien se cree la moderna Sor Juana Inés de la Cruz, por dadivosa-, con ¡un ochenta por cierto de aprobación! No cuestionamos a la profesional que levantó 800 opiniones sino al hecho de estar en una nación de tuertos y ciegos, también bípedos irracionales, digamos como los canguros australianos, incapaces de jerarquizar los intereses de México sobre los mínimos propios. El bienestar de la 4T destruye y corrompe el valor de millones de compatriotas cegados por las estrellas de los pesos que les obsequian mensualmente bajo el compromiso de no ver más allá de sus narices. Una pena.
Y es seguro que la mandante actual sea capaz de llenar cien veces el Zócalo capitalino bajo las reglas de la cultura del acarreo, bien fundamentada en la pobreza -no solo la material sino también la que es hija de la manipulación y la ignorancia-, para recibir pronto al señor Trump para que salude desde el balcón central de Palacio. (El último mandatario extranjero que hizo tal cosa fue el líder francés Charles de Gaulle a invitación de Adolfo López Mateos, aun con las viejas heridas abierta por una invasión absurda contra la República juarista).
Nuestra patria ha sufrido demasiadas afrentas como para olvidarlas caprichosamente. Por ello, sorprende que haya millones de mexicanos, carentes de cultura y sin memoria histórica, que bailen al son de la Sheinbaum -una nueva interpretación del célebre “Son de la Negra”-, sin dudarlo y con mucho miedo. Solo así puede explicarse el fenómeno rancio de la popularidad de la dama que es primera doblemente, porque ostenta la Presidencia y porque ninguna otra le acompaña según parece aunque ya apuntamos a varias “coladas” más allá del gabinete menos decente de la historia.
No sé cuánto durará esta tortura de ir a contracorriente de los apotegmas pandilleriles de Gerardo Fernández Noroña, Adán Augusto López Hernández, Mario Delgado “El Delicados”, Luisa María Alcalde y hermana, y tantos más como la siniestra hipócrita Andrea Chávez, de Chihuahua, o el petulante exfutbolista Cuauhtémoc Blanco, quien si hubiera sido llamado a jugar con el Barsa nos habría ahorrado la vergüenza de ser un violentador de mujeres, incluso de su media hermana Fabiola. ¡Autogol!
Y hay otros tantos más. En la encuesta mencionada se sitúa al Movimiento Ciudadano en segundo sitio de las preferencias públicas aunque muy lejos todavía de Morena -55 a 12-. Es curioso, son los dos partidos con un mayor número de expriistas. En el MC, sin ir muy lejos, observamos a la gran ladrona yucateca, Ivonne Ortega Pacheco -sobrina del cacique ya extinto- y al propio Dante Delgado Rannauro, quien salió de prisión para luego fundar su partido cuyo crecimiento se debe al apoyo de la Morena priista y a su capacidad negociadora.
En fin, los mexicanos estamos, por ahora, atrapados en una enorme zanja rodeada de hienas y zopilotes.
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