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Hoy Escriben - Rafael Loret de Mola

Desafío

El peor momento

A través de la historia jamás habíamos atestiguado unas condiciones tan lacerantes como las actuales, ni siquiera en la época de las turbulencias bélicas. Durante las guerras las facciones en disputa sabían bien lo que defendían y actuaban en consecuencia; por ejemplo, las tropas realistas, al darse cuenta de cuál era la justa causa de la Insurgencia, trasladaron su poder de fuego hacia los que luchaban por la Independencia del país y la arroparon ganándola finalmente.

En el presente el vocablo “pueblo” ha salido de contexto y se usa indistintamente para fortificar la línea autoritaria de la 4T que, en línea semejante, la ciudadanía libre lo reclama para sí por el derecho que asiste a quienes se oponen, con clara lógica, al gobierno autoritario y ruin. En este brutal contraste podría esperarse una ruptura salvo un factor: la sumisión de gran parte de los mexicanos a los espejismos del “bienestar” creyendo que, por los bonos recibidos, deben vender su alma y esencia a los explotadores que llevan a México hacia el abismo más profundo, mayor al de las dictaduras que han sido, desde las insolentes monarquías de Iturbide y del enajenado barbado de Miramar hasta la soberbia inaudita de cuantos se sintieron insustituibles, Antonio López de Santa Anna y Porfirio Díaz, responsables de los posteriores estallidos emancipadores.

Hoy México vive la incertidumbre como en aquellos años, los aciagos, con un serio riesgo para el futuro, desconociendo hasta dónde llegarán los vaivenes de las políticas absurdas que nos llevan a mirar hacia el norte, porque no es posible contener a las mafias -las del narcotráfico y la de un gobierno fatuo que no ofrece soluciones-, y nos deja como terribles blancos para cuantos, desde el norte, están determinados a terminar con los flagelos -drogas, migrantes, violencia e incapacidad administrativa- que nos corroen.

Muchos ya piensan en que es mejor dejar nuestro destino en manos del gran poder continental ante la imposibilidad de detener los pasos de los gobernantes tuertos, más allá de ideologías bajo interpretaciones falaces, antes de tomar por nosotros las decisiones para cambiar el rumbo y asegurar un porvenir con libertades y no bajo el peso de las manipulaciones que terminan, siempre, con el horror de saqueos, crímenes y desvergüenzas interminables.

En esa desgraciada tesitura, y con los ojos vendados, las hipócritas argucias de los gobernantes -salvo algunos mandatarios de la oposición, no todos-, los mexicanos no tenemos el gobierno que merecemos, mucho menos cuando quienes llegan al poder se contaminan de ambición entregando a sus estados a la Morena voraz como ya sucedió en Oaxaca y Yucatán -y no pocas entidades más- y está por suceder en Durango bajo los peores augurios de la traición, en este caso del otrora priista, que ganó como aliancista la gubernatura, Esteban Villegas Villarreal, quien sirve en bandeja de plata a su desquiciado estado, sí, el que fue de Pancho Villa y es hoy remedo de la pobreza de espíritu.

Y todo ello, por desgracia, bajo la destrucción de las instituciones -tal como anunció AMLO y beneficia a Claudia Sheinbaum-, con una serie de corifeos atentos a entrar en el círculo mercenario de la mentira. La mal llamada elección judicial es prueba fehaciente de ello: una votación sin pueblo que se alega que es por el pueblo. Una enorme mentira, insostenible.

Están dados los pasos, elecciones maltrechas e inmorales de por medio, para que los criminales se apoderen del poder Judicial de la mano de una presidenta(e) que se llena la boca hablando del “pueblo” sin solucionar nada, ninguna demanda, ningún conflicto como el que ha roto a la Ciudad de México bajo el peso de un magisterio en donde pesa más un falso sindicalismo que la vocación educativa. El vandalismo no solo significa romper vidrios y pintar graffitis, mucho menos bloquear el derecho al libre tránsito y convertir a la ciudadanía en rehén de pliegos petitorios sin otro contenido que la parálisis, sino lo es también ideológico: esto es, al convertir las mentes en sucedáneas de la sumisión sin otro argumento que las limosnas del Estado.

Muchas voces, con razón, piensan ya en un carril para la desobediencia civil en contra de jueces, magistrados y ministros, hijos de la tómbola en combinación con la traición y el secuestro para alcanzar la alegre mayoría, gracias a una sobrerrepresentación ilegal -inconstitucional a todas luces- propiciada por los socios del poder que se han engullido al otrora democrático Instituto Nacional Electoral bajo los auspicios de una mujer tan irresponsable como rastrera: Guadalupe Taddei Zavala, la más oscura concepción de la putrefacción política dominante.

En fin, si hubiera en México un Estado de derecho -como cacarean los pandilleros morenistas-, ya estarían en litigios penales los López -Obrador, Beltrán y Hernández- además de los miserables Bartlett, los traidores Yunes, los asesinos, entre ellos Rocha Moya y Américo Villarreal -y un gran puñado más-, los grandes corruptos -Rocío Nahle, Joaquín Díaz Mena- y los descarados aliados de los narcos, como algunos de los mencionados además del delicadito Mario Delgado, secretario de Educación que usurpa el escritorio del Maestro de América, José Vasconcelos, sucesor de dos mujeres ignorantes, Delfina Gómez, hoy gobernadora del Estado de México, y la párvula Leticia Ramírez Amaya, quien mira hacia arriba con ojos de limosnera.

El panorama, insisto, no puede ser peor: la economía está en crecimiento cero, los almacenes de cocaína y fentanilo aparecen como cereales en los supermercados -por ahora, antes de que se desate el desabasto-, la violencia es el signo de casi todo el país, lo mismo en ciudades y carreteras infectadas, la producción está en los suelos, los aranceles, quiérase o no, marcan un declive imparable, y el gobierno de la señora de Tarriba -es decir Claudia-, solo muletea al viento sus evasivas pueriles.

Quienes NO votaron, como yo, debemos ponernos de pie para expulsar de nuestro entorno a la canalla política -canalla generalizada no personal-.

loretdemola.rafael@yahoo.com