En 1983, como resultado del Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América celebrado en Tiahuanacu, Bolivia, se instituyó el 5 de septiembre como el Día Internacional de la Mujer Indígena, en memoria de Bartolina Sisa, lideresa aymara que encabezó revueltas contra la dominación y opresión de los invasores españoles a su tierra.
A 42 años de este pronunciamiento cabría preguntarnos ¿qué cambios sustanciales se han alcanzado para el reconocimiento del liderazgo de las mujeres indígenas y las luchas en sus comunidades?
Si bien los discursos públicos les enarbolan e instrumentalizan para campañas electorales, la realidad cotidiana muestra que históricamente las mujeres indígenas han enfrentado una violencia exacerbada vinculada al despojo de sus cuerpos y sus territorios.
La reiteración de estas agresiones ha provocado que lejos de erradicarse se normalicen, sin cuestionar del todo las intersecciones entre el colonialismo, la exclusión socioeconómica y la discriminación por razones de género que siguen teniendo afectaciones en su cotidianeidad.
En julio de este año, la Convención Sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw) puso en evidencia que en México subsisten prácticas nocivas hacia mujeres indígenas, como los matrimonios precoces y forzados, la restricción de la participación de las mujeres en la toma de decisiones, la esterilización forzada, los abortos coercitivos y los tratamientos de infertilidad no consentidos.
Esto sin considerar la violencia cometida por actores estatales y no estatales, incluidas organizaciones delictivas, como desapariciones, torturas, violencia sexual y feminicidios.
En este sentido, la decisión de la presidencia de la República por declarar el año 2025 como el “Año de la Mujer Indígena” plantea algunas interrogantes, ¿Qué significa esta declaratoria en un país donde tan sólo de 2020 a 2024 se documentaron 94 eventos de agresión contra personas defensoras?
De acuerdo con el último informe del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) en este periodo se registraron actos de intimidación, hostigamiento, criminalización e incluso homicidio, donde el 37.7 % de las víctimas fueron mujeres. Un caso emblemático es el de Adriana y Virginia Ortiz García, mujeres triquis defensoras asesinadas en noviembre de 2024.
Los datos nos hablan de un contexto problemático y amenazante para las mujeres indígenas y defensoras, sin embargo, la narrativa de violencia no es la única historia que les define y da identidad.
El día 5 de septiembre es una fecha para reconocer y reflexionar sobre la trayectoria histórica de las mujeres indígenas en defensa de los bienes comunes.
A lo largo del tiempo, ellas han jugado un rol clave para sostener procesos organizativos, han impulsado alianzas comunitarias y encabezado luchas colectivas a favor de la vida, la tierra y el territorio.
Desde el Observatorio de Conflictos Socioambientales (OCSA) de la Universidad Iberoamericana consideramos que más allá de la conmemoración, este día es una oportunidad para reflexionar sobre las condiciones materiales y políticas bajo las cuáles las mujeres indígenas enfrentan la defensa de sus territorios.
Es urgente dejar de mitificar o romantizar sus luchas, ya que esto genera brechas de conocimiento, e invisibiliza las necesidades concretas de sus procesos de defensa, procesos que lejos de ser ajenos, deberían interpelarnos e involucrarnos a todas y todos.
Es necesario también cuestionar las miradas urbano-céntricas, que sitúan a las mujeres indígenas como sujetas de reconocimiento externo, como si dependieran de nuestra mirada o de nuestra validación para continuar sus luchas.
El reto consiste en partir del respeto a sus saberes y de replantear que son precisamente sus prácticas y resistencias las que, en gran medida, sostienen la vida y la posibilitan, haciendo frente a modelos extractivistas que amenazan la tierra, los ecosistemas y el tejido comunitario.
La conmemoración invita a preguntarnos ¿qué aprendizajes podemos tomar de sus experiencias y cómo podemos aplicarlos a nuestros propios contextos? En tiempos como los que estamos viviendo se vuelve urgente transformar las relaciones sociales, económicas y ambientales y pensar si otras formas de existir son posibles.