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Hoy Escriben - Alejandro Álvarez Béjar

Disputa hegemónica en la transición capitalista contemporánea

Vivimos una transición hegemónica global: el paso del capitalismo neoliberal financiarizado, desregulado y unilateral (que amalgamó al imperialismo yanqui con Inglaterra, el G7 más Israel), a otro productivista, estatalmente controlado, multilateralista (con China, Rusia, Irán, Nor-Corea y el BRICS+6+9).

La Gran Crisis Financiera Global desde 2008-09 exacerbó la lucha por espacios comerciales: el de monedas (de reserva y cibermonedas), el de energías (petróleo, gas, uranio), el de armas, el de autos, el de drogas, el de alimentos, el de recursos naturales (agua, litio, tierras raras) y el de semiconductores. Y el cambio climático densifica la crisis de la civilización de los hidrocarburos.

La apuesta oligárquica por un cambio cultural violentando derechos de los trabajadores (estatales, trabajadores de la educación y la salud, migrantes) solo agrava las crisis sociales. Y se complica la economía global por atizar la guerra híbrida, el nacionalismo, la limpieza étnica, el racismo, la xenofobia, el anti-islamismo y el sionismo como fórmulas para ampliar y controlar mercados.

En esto, el imperialismo norteamericano ya acumula dos retrocesos regionales: uno, en la guerra de Ucrania, pues Zelensky, de ganador potencial pasó a la crisis política por repudio a su corrupción, deserciones y rechazo al reclutamiento militar, lo que explica su ausencia en las negociaciones de paz (igual que la UE), cuando las tropas rusas ya casi dominan todos los territorios de Jerson, Donetsk, Luhansk y Zaporozhie, reclamados por la “Operación Militar Especial”.

Y en Medio Oriente, la limpieza étnica de Palestina en fase de hambruna genocida apuesta a ocupar militarmente toda Gaza, lo que hundirá a Israel en su derrota moral, condena a muerte a los rehenes y expondrá al ejército y población israelí.

Es que 12 días de “guerra preventiva” contra Irán, no dejan dudas: ni desmantelaron el enriquecimiento de uranio, ni hubo rebelión contra el régimen iraní. Peor: este mostró resiliencia, poder y precisión militar al responder, causando daños profundos en búnkers de inteligencia, centros de investigación, refinerías, aeropuertos, puertos e infraestructura urbana de varias ciudades de Israel.

Hoy, Trump asedia con provocaciones a Latinoamérica y Asia-Pacífico: “alegando” un Nicolás Maduro como jefe narco con sus huestes “aliadas” del Cártel de Sinaloa, deslizando posibles incursiones militares directas contra el “narcoterrorismo” para fortalecer las oposiciones. Y quiere incidir en la política interna de Brasil, defendiendo a Bolsonaro, militar golpista. En Asia-Pacífico, militariza a Japón, Sud-Corea, Indonesia y Filipinas, pretextando defender la libre circulación marítima y la independencia de Taiwán.

Su guerra arancelaria logra triunfos que apuntan a un regionalismo densificado, por anular la Organización Mundial de Comercio (OMC) y endurecer su T-MEC como plataforma. Y a ésa, su apuesta de transición hoy adiciona las provocaciones.

La guerra arancelaria global apenas araña la superficie de los grandes impulsos al deterioro hegemónico de los Estados Unidos: el déficit fiscal y el comercial, la crisis social, las burbujas de rentabilidad financiera, el endeudamiento creciente, el rezago tecnológico, la infraestructura decadente y la guerra permanente. Así, las provocaciones, serán un costosísimo bumerang apuntando a acelerar la transición en su contra. Eso define tareas.