Las mujeres nos encontramos en una emergencia nacional, la violencia feminicida crece y se recrudece, cada 24 horas a 11 niñas, adolescentes y mujeres les es arrebatada la vida de forma cruel; historias de mucho dolor con las que llegaremos este 25 de noviembre a la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia en Contra de la Mujer.

De acuerdo con las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el feminicidio es uno de los tres delitos que mantienen un crecimiento sostenido este año, de enero a octubre se abrieron 801 carpetas de investigación; con relación al 2019, la violencia feminicida aumentó en 15 entidades, manteniéndose los estados de México, Veracruz y la Ciudad de México, como los lugares donde más asesinan a las niñas, adolescentes y mujeres.

Esto evidencia que a la pandemia de la violencia de género, no se le ha dado una atención adecuada y eficaz, cuando una de las funciones más importantes del Estado es garantizar la integridad y el ejercicio de derechos de las niñas, adolescentes y mujeres.

Todos los días nos encontramos con historias dolorosas como la de Bianca Alejandrina que salió el 7 de noviembre de su casa en Cancún, Quintana Roo, para vender un cigarro electrónico, pero, no volvió; su cuerpo, desmembrado y en bolsas de plástico, fue hallado un día después a 2.5 kilómetros de su domicilio.

Colectivos feministas convocaron a una manifestación para exigir justicia por el feminicidio de Bianca Alexis, de 20 años, quien hace meses había expresado, en redes sociales, su miedo frente a la violencia de género que se vive en el país.

Pero la violencia feminicida está en presente en todo el territorio nacional, en San Luis Potosí, la noche del martes pasado encontraron el cuerpo de una niña de 5 años en la cama, aparentemente dormida, pero la necropsia arrojó que la menor murió por causa violenta. Sus padres la dejaban en la casa de un familiar debido a que salían a trabajar.

Aunque en ciertos sectores se ha dejado de normalizar la violencia en contra de las mujeres, social e institucionalmente se sigue demandando a las mujeres que pidan el acceso a la justicia de “buenas maneras”.

Se levanta la voz para exigir que dejen de matar a las niñas, adolescentes y mujeres y son demandas que se criminalizan, lo que es discriminación institucional que alienta más agresiones. Prevalece una mirada misógina sobre lo que las mujeres deberían ser y es triste ver que la sociedad legitima y justifica ese uso desmedido de la fuerza.

Por otra parte, es un caso que en las redes sociales puso de manifiesto cómo en una parte de la sociedad se ha instalado una animadversión al movimiento de las mujeres, porque no se ha entendido cuáles son las causas de origen de estas exigencias, que además están vinculadas con derechos que debería garantizar el Estado, la vida.

Todavía es largo el camino para lograr el respeto y garantía de los derechos humanos que promueven y exigen los colectivos, a los que se les criminaliza porque se salen del canon de la feminidad. Sigue prevaleciendo un discurso mal entendido permeado de prejuicios, machismo y una cultura de violencia que generan una resistencia social e institucional para acceder a la justicia y detener los feminicidios en este país.

Debemos tener claro que la violencia contra las mujeres es insostenible y que el contexto es el que permite que haya víctimas de violencia feminicida y ésta es la tarea en la que se debe dar la batalla en todo el país.