Médicos y enfermeras, víctimas que no se cuentan

Siempre han constituido la primera trinchera para enfrentar todo tipo de enfermedades en los centros hospitalarios de México, sin que haya existido mayor preocupación por su protección ante contagios. Hoy, en la Fase 3 de la letal pandemia del “Coronavirus”, han refrendado su condición no reconocida de héroes anónimos, al ofrendar sus vidas para salvar al prójimo, que se traduce en más de dos  mil infectados y una cifra mayor a 30 muertos, entre médicos y enfermeras.

Un sector básico en el combate a la terrible enfermedad que afecta al mundo, que en México se minimiza en cuanto a su impacto, debido en mucho a que fueron enviados desde el principio, a una guerra sin los instrumentos básicos para su protección, situación que todavía se mantiene al estar apenas comprándose en el extranjero, China principalmente, los equipos para evitar daños en su salud.

Miércoles 29 de abril, de una desesperante “cuarentena” que se amplía para dejar de serlo y entrar a una fase cada vez más indefinida, por la realidad distinta de los ciclos del COVID-19 en el territorio nacional, donde las intenciones oficiales de generalizar su avance y hacer coincidir en su desarrollo, los datos de afectados que se elevan a 17 mil 798 y mil 732 decesos.

Una realidad que se maquilla desde la esfera oficial, para llegar a extremos de censura mediante amenazas por parte Hugo López Gatell, el vocero oficial presidencial, de sanciones ejemplares a quien haya “filtrado” la información del “contagio leve”, de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, cuando fue ella quien difundió por medio de su oficina de prensa su problema de salud, una semana después de iniciado, sin que se den más detalles del obligado aislamiento que parece no respetar, poniendo en riesgo a sus colegas del gabinete y colaboradores cercanos..   

Y mientras el funcionario que hace la tarea del titular de la SSA, juega a su muy peculiar estilo, con los datos que le proporcionan en Palacio Nacional, una voz eleva su tono, con el mayor rango de autoridad y conocimiento del ejercicio de la medicina y de su problemática, la del ex secretario de Salud José Narro Robles, para poner en duda las cifras gubernamentales sobre el COVID-19, del funcionario con rango de subsecretario, que generan desconfianza e incertidumbre entre la población nacional.

El ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM), ex director de la Facultad de Medicina de la Máxima Casa de Estudios y ex jefe de los Servicios Médicos de la SSA en la capital del país, además de miembro de la Academia Nacional de Medicina, dijo este 28 de abril, que López Gatell ha expresado que el número de los infectados puede ser superior a ocho o más de 30 veces, al reportado diariamente, por lo que podría estimar en más de 120 mil y 500 mil personas, y en consecuencia afirmaría que, “por eso no se le puede creer”.

Severo y crítico enjuiciamiento del hombre de ciencia, que no dudaría en acusar al epidemiólogo de toda la confianza del Presidente Andrés Manuel López Obrador: “El sabe que la cifra de casos confirmados está incompleta. Por ello no quiso aplicar masivamente las pruebas diagnósticas”, como lo ha señalado, agregaría, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), al revelar que México es el país con menos pruebas aplicadas por cada mil habitantes.

Narro Robles denunciaría que muchos de los casos de Coronavirus, se encuentran en la estadística de Influenza, así como de los casos de las muertes por el virus, registradas como neumonías atípicas y similares.

Advertiría que “la pandemia de COVID-19 en México, es un problema muy serio y lo tenemos que entender en su dimensión total. Ahora, como en el 2009 con la pandemia de Influenza Humana A (gripe) H1N1, las cifras dadas entonces por López Gatell, como ahora, no cuadran, al tiempo que generan desconfianza e incertidumbre”.

Apego a la verdad del ex secretario de Salud federal, en su enjuiciamiento de la posición del subsecretario de Promoción y Prevención de la Salud, que se ha mantenida sujeta a los lineamientos que a diario le ha dictado el Jefe del Ejecutivo Federal, con la encomienda de minimizar a partir del 27 de febrero pasado, el conteo gubernamental de contagiados y muertos por la nueva forma de neumonía.

Una política dirigida a “no escandalizar” a la sociedad, en la que la estrategia de reducir el grave riesgo, la daría el propio Presidente de la República, al no aceptar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, de llevar a cabo el aislamiento y distanciamiento social para evitar la rápida expansión del Coronavirus.

Mal ejemplo que relajaría todavía más a la población del país, que continuaría su vida normal, a pesar de los acelerados avances de la enfermedad en Europa, hasta convertirse en una Pandemia, pero que aún así, desde Palacio Nacional, el Primer Mandatario recomendaba seguir con los abrazos y besos, que personalmente ponía en práctica en sus giras de fin de semana por la provincia.

Aportación de elementos de relajamiento entre la población, que ahora se trata de corregir con la campaña de “#Quédate en tu casa”, pero con el agravante de que la realidad del problema ha empezado a dar señales de alto riesgo, no solamente para la salud de los 130 millones de mexicanos, sino para la misma economía nacional, paralizada y en crisis por el desempleo y poca productividad.

Incremento de la demanda de atención de enfermos, que si bien no se refleja en todo el país, si se mantiene focalizada en la capital nacional y su zona conurbada con el estado de México, donde los índices se incrementan a diario de manera preocupante y llevan a la jefa de gobierno Claudia Sheimbaun, a aplicar medidas radicales, que mucho contrastan con su actitud complaciente al autorizar la realización del “Festival Vive Latino”, los días 14 y 15 de marzo, con la asistencia sin ningún tipo de control sanitario, de 140 mil personas en el denominado “Foro Sol”, que se ha traducido en el contagio y muerte de muchas personas jóvenes, incluyendo policías.

Es el México de las graves e impunes contradicciones desde la esfera del poder, donde actualmente se reconoce que existe un déficit de 200 mil médicos y 300 mil enfermeras, que choca con la realidad desfasada de muchos miles de egresados de las escuelas de Medicina del país, que se mantienen en el desempleo, por la no autorización de nuevas plazas, antes y ahora, en las instituciones del Sector Salud.

Datos divulgados oficialmente en el mes que termina, que si bien es cierto han permitido la contratación mínima de médicos y enfermeras titulados sin trabajo, las autoridades hacen a un lado esta opción importante, para modificar la normatividad laboral que permita la contratación de personal de salud extranjero, que ya desde semanas antes han empezado a arribar al país, como ha ocurrido con los cubanos, que lo continúan haciendo bajo contrato que incluye el pago de habitaciones de hotel, alimentos, buenos salarios y otras prestaciones, con un costo muy elevado, contrario a la política de “austeridad republicana” implantada desde el 1 de diciembre de 2018 por el Gobierno federal.

Fallecimientos por COVID-19, de médicos, enfermeras y personal de apoyo en los centros hospitalarios, que se pierden al mezclarse en los datos fríos de los reportes diarios de López Gatell, restando y menospreciando con ello, la heroicidad de quienes desde su modesta pero fundamental trinchera, han caído víctimas de la mortal neumonía descubierta a finales de diciembre de 2019.

Intención que los periodistas y contados medios de comunicación impresa como Reforma, rescatan para informar al pueblo de México, de las fatales noticias que en muchos casos dejan en orfandad a jóvenes estudiantes universitarios, niños y en tragedia a sus viudas, padres y familiares, como ocurriría el pasado 11 de abril en la ciudad de México, con el doctor Eduardo Martínez Etchart, quien trabajaba en el Hospital General de Zona Número 27 del Instituto Mexicano del Seguro Social, en Tlatelolco, y murió a causa del coronavirus.

Uno de sus hijos, sumamente consternado, haría un llamado a las autoridades: “Cuidemos a nuestro personal de salud, esto no es un juego, yo hoy perdí a mi padre. Por protocolos no volveré a verlo, ya que no nos entregarán su cuerpo, no podré velarlo. Era una excelente persona, un gran médico, no merecía morir en una cama de hospital sin compañía. Padre mío, aunque esta maldita enfermedad no me dejó verte y abrazarte por última vez, tu esencia vive en mí. Donde sea que te encuentres, gracias por tanto amor. Mi padre falleció haciendo lo que más le apasionaba: salvar vidas”.

De nada servirían las dos manifestaciones que con anterioridad al fallecimiento del respetado médico Eduardo Martínez Etchart, hicieran los integrantes del personal de salud del Hospital de Tlatelolco, para demandar la entrega de insumos y equipos de protección en la atención de pacientes contagiados por el Coronavirus, que finalmente causaran la muerte a su compañero de trabajo.

Historias que se repiten sin mayor impacto en la opinión pública nacional, por el menosprecio que se da y sigue otorgándose a los pilares de servicio y cuidados a enfermos derechohabientes en el IMSS, ISSSTE y SSA, a pesar del agravamiento de la epidemia que se pronostica tendrá todavía mayores consecuencias graves para México.

Brotes hospitalarios que involucran no solamente a quienes acuden a las instituciones en busca de solución de las complicaciones del COVID-19, sino al personal que los atiende, pero sin que se lleve oficialmente un control estricto de infecciones y fallecimientos de aquellos que arriesgan en todo momento su vida por servir.

Ahí están los casos de complicaciones en Tijuana, Mexicali, Ensenada, La Paz, Los Cabos, Monclova, Saltillo, Monterrey, Guadalajara,

Cuernavaca, Tlalnepantla, Ecatepec, Puebla, así como de muchas ciudades importantes de la República, donde la enfermedad crece, pero no se refleja en los datos reales, pues se adjudican a la Influenza y otro tipo de neumonías, donde todavía no llega de manera suficiente el apoyo y los responsables tienen que recurrir a sus bolsillos para adquirir equipos de protección que eviten en lo posible los contagios.

Habrá que reconocer que la institución que más esfuerzos realiza para abastecer a su personal hospitalario, es el Seguro Social, por su mayor cobertura y donde su director general, Zoé Robledo Aburto, personalmente supervisa en el aeropuerto la llegada de los aviones de Aeroméxico, cargados con los insumos, y desde las oficinas centrales su envío a todo el país, para apoyar a los 70 mil médicos y 130 mil enfermeras del IMSS, que se mantienen firmes en sus trincheras.

Aún así, en todas las instituciones del Sector Salud, se siente el miedo a ser infectados, lo que ha llevado a importante número de médicos y enfermeras a los extremos de no regresar a sus casas para evitar contagiar a sus familias, por lo que han optado por dormir dentro de sus carros en los estacionamientos de los hospitales, lo cual ha motivado la solidaridad de empresas hoteleras de las inmediaciones, que han ofrecido de manera gratuita habitaciones para que descansen y se bañen.

Lo que la población nacional comprueba con esta serie de circunstancias adversas en el Sistema Nacional de Salud, es que a pesar de lo que de manera reiterada ha afirmado la Secretaría de Salud, México no está preparado aún para enfrentar la epidemia y menos, que haya sido “domada”, como lo asegura el Presidente de la República.

Estamos todavía muy lejos de lo que podría ser la parte más álgida de la Pandemia en nuestro país, pero si se baja la guardia, como pareciera ser la intención oficial de reactivar la economía en lugar de preservar vidas. Los daños podrían ser catastróficos por tratarse de un virus asintomático.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado dela República y de Comunicadores por la Unidad A.C.