Javier Castellanos Coutiño, eminencia médica mundial
El primer trasplante de riñón que se realizó en México, el 25 de febrero de 1975, en la ciudad de México, a cargo del doctor Javier Castellanos Coutiño, considerado hoy en la medicina mundial como uno de los pioneros de la especialidad.
Se llamaba, me dice, pero corrige inmediatamente, porque aún vive 40 años después, un joven de 18 años, hoy abuelo, Alfonso Nuño Eleno. Viene la broma: “Mario, para que veas que buena mano tengo desde entonces”.
Sus colegas especialistas en los cinco continentes, lo consideran una eminencia, por lo que en septiembre del año 2000, en la ciudad de Roma, Italia, le fue entregada la “Medalla del Milenio”, por la International Transplant Society, como “Pionero de Trasplantes en el Mundo”.
Y para no quedarse atrás, la Secretaría de Salud y la Presidencia de a República, le otorgaron ese mismo año el “Diploma de Excelencia Médica”.
Don Javier, a pesar de su fama internacional, sigue siendo un hombre sencillo, a sus casi 74 años que cumple el próximo 26 de octubre, de los cuales 55 ha dedicado a la noble profesión de salvar vidas, después de haber egresado de la Facultad de Medicina, de la Universidad Nacional Autónoma de México, con Mención Honorífica y diploma de Dedicación al Estudio.
Viaje relámpago a su tierra, Tapachula, a la que, afirma, ama sin medida, lo mismo que a Chiapas, que siempre lleva en el alma y su corazón, acompañado de su pareja de toda la vida, Lupita Coello Bermúdez, para recibir el “Reconocimiento a la Excelencia Médica”, de la Asociación Mexicana de Médicos Familiares y Generales, Capítulo Soconusco, por la mañana del sábado 17 de octubre.
Invitación a tomar un café, del columnista al amigo que actualmente dirige exitosamente desde Aguascalientes un Consorcio de Hospitales Privados de la Región del Bajío, la cual acepta y da oportunidad a una charla de tres horas, en las que vendría el recuento de su vida profesional con una vocación probada de servir a sus semejantes, a quienes en muchas ocasiones no cobró sus honorarios, para dejar testimonios de su convicción solidaria.
Cascada de recuerdos del también infatigable luchador de la cultura de donación de órganos, que hasta ahora se mantiene en niveles que considera decepcionantes y que provoca que ante la imposibilidad de recibir un trasplante, no solamente mueran miles al año, sino se incremente en 120 mil el número de enfermos que lo requieren, al elevarse la cantidad de pacientes afectados por males como la diabetes.
Precisa que iniciaría esta tarea en el Hospital 20 de Noviembre del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, de manera coordinada con los doctores Federico Chávez Peón, en el Instituto Nacional de Nutrición, y Octavio Ruiz, en el Hospital Central Militar.
Fue al regreso de especialización en Estados Unidos –Javier y Octavio en Minnesota-, y Federico en Boston, cuando empezaron a hacer realidad lo que los llevaría al reconocimiento mundial, pero con el inconveniente de no existir ninguna ley al respecto, que los protegiera.
Días difíciles para ellos, sobre todo después de que dos especialistas en trasplantes de córneas del Hospital General de la Secretaría de Salud, fueron encarcelados por el desempeño de su actividad, que fue considerada ilegal, pues no estaba contemplada por el Código Sanitario Federal.
Por aquellos días del sexenio del Presidente José López Portillo, un colega y amigo del doctor Castellanos Coutiño, Fernando Ugarte, le ofreció su ayuda para lograr las reformas al Código y crear un apartado especial para todo lo concerniente a los trasplantes, incluyendo la donación de órganos, prometiéndole una entrevista con su tía, la primera dama, Carmen Romano.
La esposa del primer mandatario lo recibió en el año de 1978, en Los Pinos y después de escucharlo, le cuestionó en cuanto a que si no se había puesto a pensar en el daño que le haría a los muertos al mutilar sus cuerpos. ¿No cree usted que les causaría un grave daño a estos seres humanos en su vida más de la muerte?, preguntaría también.
El médico chiapaneco, que por esos días era jefe de la Unidad de Trasplantes del 20 de Noviembre y cirujano del Hospital de Urgencias de Xoco, respondería a Doña Carmen: “Señora, soy un hombre de fe, que cree en Dios. Quiero decir a usted respetuosamente que lo que prevalece más allá de la vida es el alma, no el cuerpo. Creo que el cielo se gana dando, no negando. Los órganos se pierden y son alimentos de los gusanos.
Concluiría la reunión sin obtener el mínimo apoyo a la causa de Castellanos Coutiño, consciente de que había perdido ese día una batalla de la causa que lideraba, para la creación del marco jurídico que diera sustento a los trasplantes de órganos.
Sería hasta 1999, cuando sería designado subsecretario de Regulación y Fomento Sanitario, cargo que ocupó en 1978 su colega Federico Chávez Peón, a quien le había recriminado no hacer nada por corregir esa normatividad legal. Después de la reunión con Doña Carmen, se daría cuenta de las limitaciones que su amigo había enfrentado. Encontró en el titular de la SSA, el doctor Juan Ramón de la Fuente, un incondicional aliado para continuar en su lucha, al crear el Consejo Nacional de Trasplantes, yendo como presidente en su calidad de secretario de Salud, mientras que Castellanos Coutiño asume la Secretaría Técnica.
Javier propone reformar la Ley General de Salud de 1984, en su Título XIV, encabezando de nuevo lo que se convertiría en un movimiento importante que involucra a las Iglesias Católica y Evangélicas, así como a las Academias Nacionales de Medicina, Cirugía, además de intelectuales de todas las tendencias.
Así llega al Senado de la República y a la Cámara de Diputados, quienes en la fase final del gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León, aprueban la incorporación a la Ley, el concepto de “Muerte Cerebral”, bajo diagnóstico de un médico, que determinara la condición de un paciente que aunque su corazón esté vivo al latir, el resto de su cuerpo está muerto porque su cerebro ni su cuerpo podrán volver a funcionar.
Ante esa circunstancia de vida vegetativa, con un costo muy alto para las familias –pagos mínimos de 20 mil pesos diarios por atención en las Unidades de Terapia Intensiva-, se autorizaba también la desconexión de un paciente en esa condición, a petición de los familiares, con la limitante de donación de sus órganos solamente a otros familiares que lo requirieran, con la intención de aumentar la proveniente de.
Un aliado asociado en el logro de ese objetivo, fue el doctor Julio Sotelo, director del Instituto Nacional de Cardiología, quien acompañó en todo momento a Castellanos Coutiño para convencer a los legisladores
Se estableció en la nueva Legislación de hace 15 años, que en México, por Ley, todos los mexicanos mayores de 18 años, en el disfrute de sus facultades, son donadores, a no ser que manifieste lo contrario, evitándose la aplicación entre niños vivos.
Nueva legislación lograda por el doctor Javier Castellanos Coutiño, establecía la fundación del Instituto Nacional de Trasplantes, que tendría la misión de capacitar y tipificar en un Banco propio, los órganos a utilizar, tales como riñón, hígado, corazón, páncreas y tejidos en general.
Se obtuvo igualmente que todas estas cirugías especializadas fueran documentadas por un Comité de Trasplantes del Hospital, así como del Consejo Estatal y de la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios.
Todo parecía que con la nueva Ley General de Salud, enfocada a dar certeza jurídica, cambiaría la suerte de centenas de miles de México, al darse fin a los tabúes de la donación de partes útiles de cadáveres e incrementarse, pero no fue así, al modificarse nuevamente la legislación correspondiente en el sexenio de Vicente Fox Quesada, autorizando la donación de seres vivos a no parientes, lo cual ha significado hasta ahora un grave retroceso, porque ha dado margen al tráfico y comercio de órganos para trasplantes.
Considera el pionero de los trasplantes en México y de los primeros en el mundo, que ha habido demasiada miopía en quienes han tenido la responsabilidad de mejorar la cultura de la donación, lo cual se refleja en el hecho de que en los últimos 15 años, México sigue ocupando los últimos lugares en la materia a nivel mundial.
Anualmente, asegura el doctor Javier Castellanos Coutiño, mueren cada año en nuestro país 500 mil pacientes, al no existir la posibilidad de recibir el beneficio de un trasplante. El 80 por ciento de los trasplantes de córnea se llevan a cabo, gracias a las donaciones provenientes del extranjero.
El propósito de la Ley General de Salud del año 2000, era revertir la tendencia de aquellos días, de cirugías con 90 por ciento de donadores vivos y 10 por ciento de cadáveres, lo cual sigue en el intento por no existir una conciencia solidaria, porque no existe una campaña que convenza y genere confianza en la gente de que los órganos de sus familiares no entrarán en el comercio ilícito.
Toda una autoridad moral en sus opiniones sobre esta problemática en México, extraordinario y brillante médico tapachulteco-chiapaneco, quien además de haber sido profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM, fue director del Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE, fundador de la Asociación Mexicana de Cirugía General, primer presidente de la Sociedad panamericana de Diálisis y Trasplantes, creador y primer presidente de la Federación Iberoamericana de Trasplantes, lo mismo que miembro de la Sociedad Mexicana de Estudios Oncológicos, de la International Trasplant Society, de la Academia Mexicana de Bioética, además de socio Emérito de la Academia Mexicana de Cirugía.
Alentado por su amor a Chiapas y motivado por la petición de María de los Angeles Guerrero, la madre del gobernador Juan Sabines Guerrero, para que ayudara a su
hijo, aceptó la invitación de éste, sin conocerlo, para ser secretario de Salud, de la Administración estatal en 2007. Su vínculo principal había sido con el poeta Jaime Sabines, a quien atendió hasta su muerte en 1999.
Oportunidad de servicio a sus paisanos, que le permitió en su estadía de menos un año, recorrer tres veces el estado, logrando avances muy importantes en la salud de los más necesitados con la ayuda de la Unión Europea que donó 50 millones de euros para abatir el rezago quirúrgico que personalmente encabezó en Ciudad Salud de Tapachula con trasplantes, solicitada por el entonces secretario de Salud José Angel Córdova Villalobos, quien a cambio le autorizó 690 millones de pesos para la compra de medicamentos.
El éxito de gestión del doctor Javier Castellanos Coutiño, que incluyó la instalación de una oficina en Tapachula de la Organización Panamericana de la Salud, para atender la problemática derivada del paso sin control de migrantes enfermos provenientes de 47 países, motivó los celos de Sabines Guerrero, quien en medio de su paranoia de ser humano enfermo, empezó a generarle conflictos al eminente médico de fama mundial, lo que motivaron su renuncia, al no estar acostumbrado a las bajezas políticas, sino al ejercicio siempre transparente de su profesión.
Honor a quien honor merece. Larga vida y salud amigo y paisano Javier Castellanos Coutiño.
Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013
Premio al Mérito Periodístico 2015, del Senado de la República