La tentación de la justicia por propia mano
El asesinato tumultuario de Jesús Alberto Macal Domínguez, Guillermo González Gómez y Franklin Pérez Nampulá, en la cabecera municipal de Chiapilla, municipio ubicado en las inmediaciones de la Regiones Centro y Los Altos de Chiapas, la madrugada del viernes 24 de febrero, luego de ser sorprendidos tratando de robar una pequeña camioneta de carga, quedó registrado como el capítulo más reciente de los linchamientos a manos de turbas sociales en el país.
Por la tarde del mismo día, agentes especializados de la Procuraduría General de Justicia del Estado, detendrían a 15 personas, de las cuales 13 eran policías municipales y dos pertenecientes a la comunidad, como presuntos responsables de los hechos sangrientos.
Muy poco pasaría después de ocurrido el incidente, cuando el procurador Raciel López Salazar, recibiría la orden del gobernador Manuel Velasco Coello, de aplicar la ley a quién o quiénes tuvieran responsabilidad en los tres homicidios.
Los primeros resultados, luego de una serie de acciones operativas emergentes, revelarían que en los momentos en que los delincuentes cometían el ilícito en una céntrica calle de Chiapilla, fueron descubiertos por el propietario del vehículo, el cual dio aviso a la policía municipal, para solicitar su intervención e iniciar la persecución de inmediato.
Una acción coordinada entre los efectivos policíacos de Chiapilla y San Lucas, permitiría la detención de los tres ladrones, que junto con la unidad fueron asegurados en ese tramo y de inmediato trasladados a la cabecera municipal de Acala, para ser entregados al agente del Ministerio Público de la PGJE.
Pero cuando el contingente de policías se dirigía a la representación ministerial, fue interceptado por pobladores de la comunidad de Lázaro Cárdenas, perteneciente a la jurisdicción de Chiapilla, quienes obligaron a los representantes de la ley a entregarles a quienes habían sido sorprendidos en flagrancia de delito.
Fue así como los tres individuos quedaron a merced de los sublevados, que trasladarían por la fuerza y golpearían sin misericordia a los ladrones durante el trayecto hasta la plaza central del pueblo, donde más personas se sumaron a la agresión, lesionándolos y finalmente quemándolos, como escarmiento, advirtieron, a todo aquél delincuente que se atreva llegar a cualquiera de las comunidades del municipio.
La investigación de la Procuraduría de Justicia estatal, reveló después de la necropsia de ley llevada a cabo por la Dirección de Servicios Periciales, que tanto Jesús Alberto Macal Domínguez, Guillermo González Gómez y Franklin Pérez Nampulá, habían muerto antes de que les prendieran fuego, debido a los graves traumatismos causados en distintas partes de sus cuerpos.
Se sabría también que los 13 uniformados que intervinieron en la aprehensión inicial de los delincuentes, fueron privados de su libertad por los agentes de la Policía Especializada, al no haber actuado de acuerdo a los protocolos sobre la custodia en el traslado de los detenidos, mientras que los otros dos civiles pertenecientes al grupo de la comunidad de Chiapilla, fueron identificados plenamente como responsables de la agresión física.
Las pesquisas continúan y actualmente han permitido identificar a otras personas, que participaron como autores intelectuales y materiales e en los crímenes, para lo cual se instrumenta lo necesario y en el corto plazo lograr su captura.
Hecho pleno de salvajismo y fuera de la ley, por fortuna aislado en la geografía de la entidad, que no incide de manera preponderante en la buena imagen de Chiapas ante el resto del país y el mundo, que motiva la reflexión del Jefe de la Iglesia Católica en la Frontera Sur, Costa y Sierra, el obispo Don Leopoldo González, al “expresar mi preocupación por las ya frecuentes situaciones de estar a punto de linchar a delincuentes sorprendidos in fraganti o a presuntos criminales detenidos en el teatro de los acontecimientos delictivos”.
Gracias a Dios, afirma, en nuestra región la intervención de la autoridad ha evitado el linchamiento. Por ello, veo prudente reafirmar y fortalecer nuestra conciencia de que la venganza no construye la justicia, sino que añade otro crimen o delito al ya cometido. No podemos confundir legítima defensa con linchamiento.
Reunión anual del prelado con los representantes de los medios de comunicación impresos, televisión, radio y cibernéticos de Tapachula, a quienes expresaría que “Toda persona tiene el derecho de defender su vida, su integridad y sus bienes y los de aquellas personas que han sido confiadas a su cuidado. Como personas humanas, miembros de la gran familia humana, cada uno hemos sido confiados al cuidado de los demás, de manera que toda persona tiene el derecho de legítima defensa ante un injusto agresor para cuidar de sí y del prójimo”.
Don Leopoldo, quien desde su arribo en el año 2005, a la Diócesis que conforman más de millón y medio de fieles católicos de Chiapas, ha mostrado su gran disposición por mantenerse en contacto con los comunicadores, agregaría en su mensaje dado a conocer por escrito:
“El derecho que nos asiste es a defendernos del delincuente, y eso es lo que se ha de intentar. Para repeler la agresión se ha de emplear sólo la fuerza necesaria. Si el delincuente ya ha sido reducido a impotencia, no es lícito, no es humano agredirlo. Eso ya es venganza y se corre el riesgo de cometer un homicidio: La venganza no construye la justicia”.
Siempre prudente en sus conceptos, pero severos cuando siente la necesidad de hacer escuchar su voz a favor del mantenimiento de la armonía no únicamente en Chiapas, sino en el país, considera que “imponer el castigo por un crimen o delito sólo pueden hacerlo y, al mismo tiempo es grave obligación suya, las autoridades encargadas de impartir justicia en la sociedad. El papa Francisco nos recuerda que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación. Por ello, nunca la pena de muerte”.
El prelado oriundo de Abasolo, Guanajuato, advierte que “la tentación de hacer justicia por propia mano, no solo entre nosotros sino en nuestra Patria, aparece por la frecuencia con que se dan los asaltos, muchos de ellos con violencia, y los robos en casas habitación, comercios e instituciones, y por el gran porcentaje de crímenes y delitos que quedan impunes”.
Receptor permanente de información privilegiada de la grey católica bajo la encomienda Papal, Don Leopoldo nos dice: “Me da la impresión de que ha crecido la desesperanza expresada en esta frase de para qué denuncio, si no se hace nada o los agarran y al otro día los sueltan. Esta falta de atención a las denuncias crea un sentimiento de impotencia y de enojo que se añade al dolor de la ofensa sufrida”.
Plantea monseñor González, que reforzar la sensación de seguridad en la sociedad, es un desafío muy grande para quienes tienen cargo el cuidado del bien común. Es verdad que se han hecho esfuerzos, pero la sensación de inseguridad no disminuye. ¿Cómo, sin contravenir lo marcado por las leyes, puedan hacer ver a las personas ofendidas, que no quedó impune lo que les hicieron y que además la persona que cometió ese delito ha sido ayudada y conminada para no volver a cometerlo? Se pide mayor presencia de la policía y que su presencia realmente disuada al delincuente de su mal propósito.
Petición del pastor de la tercera parte de la población chiapaneca, mayoritariamente católica, de que para alejar de nuestra persona la tentación de hacer justicia por propia mano, que en realidad es tomar venganza de la injusta agresión, hemos de esforzarnos en la vida diaria por no reaccionar de manera temperamental, sino tomar nuestras decisiones y actuar sólo después de razonar e iluminar la situación con los valores que hacen posible la convivencia humana.
Esto nos ayudará, expresa convencido, a reaccionar de una manera más humana y con mayor cordura en las situaciones apremiantes. No podemos olvidar que nuestra responsabilidad personal no disminuye cuando formamos parte de una muchedumbre. También en medio de un gran gentío hemos de tomar nuestras decisiones desde las virtudes y valores que hacen humano nuestro actuar.
Llamado a la sociedad para que ante la corriente de violencia que nos destruye, opongamos nuestra firme decisión de actuar de manera constructiva, favoreciendo el encuentro y la solidaridad entre nosotros. La manera más fundamental es que nuestro trabajo y quehacer sea en verdad el servicio que las personas esperan al acercarse a nosotros. No les engañemos porque eso debilita más el tejido social.
Certeza plena del obispo de la Diócesis, en cuanto a que “no podemos olvidar que nuestro estado tiene en el turismo una gran fuente de ingreso. La belleza de Chiapas cautiva a todo mundo, la atmósfera de seguridad que vivamos abra las puertas para todos”.
Aplicación de la ley para el retorno del estado de Derecho en Chiapilla, donde la población es mayoritariamente de extracción indígena, regida por lo tanto por su sistema de Usos y Costumbres, que es utilizada en determinado momento por líderes radicales que inducen a la población a cometer actos que se ubican fuera del contexto de la legalidad.
Combinación de prudencia de la autoridad para evitar enfrentamientos, mediante un diálogo que permite el entendimiento de que salirse del marco de la ley no es lo correcto, en aras de mantener la paz en la geografía estatal.
El obispo Don Leopoldo González toca en el final de su mensaje a los medios de comunicación, la importancia del turismo local, nacional y extranjero en la vida económica de Chiapas, al convertirse en el factor más importante e inmediato para la economía de la población estatal, principalmente de aquella que se ubica en las zonas de mayor afluencia de visitantes.
La geografía chiapaneca se ha convertido
permanentemente en uno de los principales destinos turísticos de México, que redunda en beneficio de las comunidades indígenas, que tienen la oportunidad de ofertar sus extraordinarias obras de arte artesanales, sea en forma de blusas y faldas tejidas, de los rumbos de Zinacantán, por citar un ejemplo o la inigualable alfarería de colorido múltiple en la Región de Amatenango del Valle, todo ello en el corredor de Los Altos de Chiapas, que tiene su principal centro neurálgico en San Cristóbal de Las Casas y San Juan Chamula, a menos de hora y media de la capital Tuxtla Gutiérrez.
Chiapas tiene para el turismo del país y de todo el mundo, 74 mil kilómetros cuadrados de extensión plenas de bellezas naturales, por todos sus rumbos y Regiones, desde la Norte, en la Ruta Maya de Palenque, Bonampak, Yaxchilán y Ocosingo, sin olvidar las Cascadas de Agua Azul o la Selva Lacandona y su caudaloso río Usumacinta que hace frontera con Guatemala.
Más al centro, el impresionante Cañón del Sumidero, con sus laderas de un kilómetro de altura, con agua suficiente para mover las turbinas de cuatro gigantescas centrales hidroeléctricas que abastecen de energía a México. Ruta de Pueblos Mágicos que incluyen a Chiapa de Corzo, San Cristóbal de las Casas y Comitán.
Y qué de los más de 200 kilómetros de playas vírgenes y manglares en el litoral de la Zona del Pacífico, que permite en Puerto Chiapas el arribo de cruceros internacionales procedentes de Florida y California. Mucho que admirar en Chiapas. De ahí lo importante de la paz y armonía que se disfruta, a pesar de algún inconveniente, en contraste con los extremos de violencia en otras partes de la república.
Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.
Premio al Mérito Periodístico 2015 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.