Trabajando para Trump; rechazo a Guardia Nacional

La alerta y ofensiva anti migrantes ilegales está dada por el Gobierno de la República, a las Secretarías de la Defensa Nacional, Marina, gobernadores de los estados y sus Corporaciones policíacas estatales y municipales, para apoyar a  la Guardia Nacional, en la conformación, en todo el territorio nacional, de un gran muro de contención en todas las rutas carreteras y aéreas que conducen al norte del país, en ruta hacia los Estados Unidos.

Implantación de retenes militarizados desde Chiapas a toda la geografía mexicana, con la orden de detener a toda aquella persona que carezca de acreditación como mexicano, sería reforzada este jueves, ante la sorpresa de viajeros de autobuses, trailers, taxis, camionetas colectivas, vehículos particulares, que a toda hora forman largas filas de revisión obligada.

¡No pasarán!, pareciera ser la consigna, por la forma tan exhaustiva de las revisiones lideradas por marinos y soldados de la Armada y Ejército, habilitados como agentes de la Guardia Nacional, que portan armamento de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, que inhibe cualquier posibilidad de resistencia.

Un Estado de Excepción, que ni en la Unión Americana se aplica, no obstante ser el Presidente Donald Trump y sus subordinados de Inmigración y Seguridad Nacional, los más interesados en evitar el arribo masivo de migrantes procedentes de 55 naciones del mundo, que según la Secretaría de Gobernación mexicana, ingresan permanentemente por la Frontera Sur, en la vecindad con Centroamérica.

Despliegue impresionante, jueves 4 de julio, de cientos de militares armados, pertenecientes a la XIV Zona Naval de Puerto Chiapas, en la ribera poniente del río Suchiate, identificados plenamente al portar uniformes con chalecos antibalas grabados con el nombre de MARINA y un emblema en el brazo izquierdo, con las siglas de la Guardia Nacional, que  impedirían el paso a todos aquellos indocumentados, al bajar de balsas improvisadas –tablas sobre cámaras de llantas de tractor-, para introducirse ilegalmente en suelo mexicano.

Ahí, serían detenidas poco más de 20 personas procedentes de Bangladesh, así como de varias nacionalidades, mientras que otras serían llevadas por los “polleros” de bandas internacionales, río arriba, para pasarlos caminando sobre el afluente.

Frontera Sur sitiada por las tropas, mientras en la contraparte territorial de Guatemala, no se observa ningún movimiento del ejército chapín, como tampoco de los hombres vestidos de negro, de la Policía Nacional, dejando toda la responsabilidad del freno al flujo migratorio internacional, a las Fuerzas Armadas de México.

Y mientras su vecino del sur hacía la tarea encomendada y comprometida en Washington, de poner un alto a la inmigración hacia la Unión Americana, con un cuantioso costo hasta ahora incalculable, que contradice la “Austeridad Republicana” establecida por el Presidente López Obrador, en la capital estadounidense, el mandatario Donald Trump, celebraba este jueves el “Día de la Independencia”, con un desfile militar con contingentes de las diversas Armas, bandas musicales y vuelos aéreos, después de no llevarse a cabo desde 1991, en que se festejaría el final de la Guerra del Golfo.

Tiempo de campaña reeleccionista, en el que el gobierno mexicano juega un papel preponderante para impulsar objetivo de mantenerse otros cuatro años en la Casa Blanca, al apoyar su causa anti migrantes, como condición para no afectar con aranceles hasta de un 25 por ciento las exportaciones de productos elaborados en territorio nacional.

Exaltación del patriotismo de sus correligionarios del Partido Republicano y de simpatizantes, al prometer que “iremos de nuevo a la luna y también vamos a poner la bandera en Marte pronto. Nunca olviden que somos estadounidenses y el futuro nos pertenece”.

Una conmemoración que no fue del completo agrado del binomio magnate inmobiliario-Presidente de Estados Unidos, ya que en la explanada frente al monumento a Abraham Lincoln, se concentraron en uno de sus extremos, militantes del Partido Demócrata apoyados por opositores independientes al régimen.

Fiesta allá y trabajo sin cuartel aquí, para el enemigo número uno de México, alterado este miércoles por el amotinamiento de agentes de la Policía Federal y Gendarmería, en contra de su desaparición en los próximos 18 meses e incorporación forzada a la nueva Guardia Nacional, con la afectación de sus derechos económicos y laborales.

Surgimiento en el actual sexenio, de una Guardia Nacional Militar, que echa abajo casi dos décadas de formación de una Policía Federal Civil, proyectada para estar constituida por 100 mil elementos, en los que 40 mil integrarían la División de Gendarmería Nacional.

Un ambicioso programa de seguridad destinado a retornar gradualmente a sus cuarteles al Ejército y Armada, que en marzo 2013 proyectaba una Fuerza Policíaca Civil que al finalizar 2018, haría posible tal propósito.

La Administración del Presidente Enrique Peña Nieto, como la de su antecesor de la Alternancia del Partido Acción Nacional, Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, que sacó a los militares a la calle para combatir al crimen organizado, con  un saldo al final de 2012, de más de 100 mil muertos, terminaría manteniendo la presencia militar fuera de sus bases, olvidando la necesidad de evitar la mayor expansión castrense.  

Como resultado de ello, tanto la Policía Federal como la Gendarmería Nacional, llegarían disminuidas en su número al término del mandato de Peña Nieto, sumando apenas 38 mil (34 mil de PF y cuatro mil de la GN).

La puntilla vendría por parte del Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien durante sus varios ciclos de campaña proselitista, se opondría a la presencia militar fuera de sus instalaciones, pero que una vez asumido el poder el 1 de diciembre, llevaría adelante su proyecto de crear la Guardia Nacional sustentada en la participación de soldados y marinos, así como de un comandante de alto rango, proveniente de las filas de la milicia.

Surgiría entonces el rechazo callado a tal intento, por parte de los efectivos de la Policía Federal y Gendarmería Nacional, con la esperanza de que el nuevo organismo de seguridad no tuviera el tinte cien por ciento militar, la cual sería cancelada con la advertencia trazada desde el Poder Legislativo donde tiene mayoría, el Partido Movimiento de Renovación Nacional (Morena), que establecería un plazo de año y medio para desaparecer lo que costó 19 años crear como una opción civilista, dada la amarga experiencia de las dictaduras militares del siglo pasado en América Latina.

De ahí, el nacimiento del movimiento opositor, de rechazo a su creación y puesta en vigor, el pasado domingo 30 de junio, por el Presidente de la República, por la mañana del miércoles, que se transformaría en una toma por asalto a las instalaciones del Control de Mando de la Policía Federal, en sus instalaciones de Iztapalapa, al sur de la ciudad de México, y de manera simultánea el desplazamiento de contingentes también uniformados, para bloquear hasta por 11 horas, los accesos principales a la capital del país, y hacer trascender su posición al país y al mundo.

Logro de un caos vial, como primer objetivo, que hizo a todo el país voltear sus ojos a una manifestación inédita de una Corporación que en medio de sus limitaciones de todo tipo, demostró ser útil para las tareas de seguridad nacional, que siempre fueron enarboladas por las Fuerzas Armadas.

Movimiento en un principio minimizado por el mismo Presidente de la República y su secretario de Seguridad Pública Federal, Alfonso Durazo Montaño, pero que al percatarse de la magnitud del impacto nacional e internacional, el Primer mandatario suspendería sus actividades del día para refugiarse en su despacho personal y desde ahí grabar un video mensaje, en el que descalificaría la insurrección, recurriendo al lenguaje coloquial que le caracteriza, de que detrás de ella “había mano negra”, sin especificar precisión.

Orden de desplazamiento de un convoy de la Guardia Nacional hacia el lugar de amotinamiento, el cual fue interceptado por familiares de los policías (esposas e hijos), que bloquearían su paso para evitar un enfrentamiento de fatales consecuencias, puesto que tanto unos como otros tenían armas de alto poder.

Jueves de continuación de los mecanismos de presión de los federales, mediante bloqueos de menor tiempo, mientras Arturo Durazo Montaño mantenía un duelo verbal en los medios de comunicación, con el ex Presidente Felipe de Jesús calderón Hinojosa, al que acusa de estar detrás de los insurrectos, mientras éste exige al funcionario, la aportación de pruebas que respalden su afirmación.

Reactivación de las redes sociales leales al gobierno, que de nueva cuenta dan comienzo a un ofensiva de desacreditación de la lucha reivindicatoria de los elementos de la Policía Federal y Gendarmería Nacional, posesionados del Centro de Mando y de otras instalaciones del país.

Apertura al diálogo con representantes del gabinete federal, que lleva a negociaciones que al atardecer del jueves los divide, al desconocer a sus voceros, luego de reunirse con el subsecretario de Seguridad Ricardo Mejía Bermeja, quien reiteraría la inminente desaparición de las dos Corporaciones en los siguientes 18 meses, dando margen a los que no quieran integrarse a la Guardia Nacional, a ocupar posiciones  en las Areas de Aduanas, Migración, Refugiados, Antisecuestros, Sistemas Penitenciarios, Policía de Seguridad Pública y Búsqueda y Rescate.

Tajantemente, la advertencia de que todos aquellos elementos que se nieguen a participar en las tareas de seguridad pública, serán liquidados, por lo que el sábado 6 de julio se darán a conocer el monto de los pagos por ese concepto, una vez que los acuerden los titulares de las Secretarías de Hacienda y del Trabajo.

Fin

del capítulo por parte de una autoridad que finalmente cumple su meta de hacer un lado un proyecto de retorno a la civilidad en materia de seguridad pública nacional, con el respaldo de las Fuerzas Armadas, para imponer con todo el poder, el propio.

Hoy, después de esta manifestación de desacuerdo por parte de miembros de una institución federal, ha dado comienzo una andanada de descalificaciones en el sentido de que se trató de una Corporación corrupta, que por lo mismo tiene que desaparecer, sin haber dado margen a una evaluación obligada, que permitiera rescatar todos aquellos logros que dieron margen a su permanencia durante las últimas dos décadas.

México es hoy fuerte por sus instituciones que le permiten ser una Nación respetada en el concierto mundial, que por lo mismo su clase gobernante debe evitar la continuación de acciones que hasta ahora tienen ya un alto costo para el futuro inmediato.

Seguir trabajando para el enemigo, llevará al país a situaciones todavía más complejas.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.