Mueren niños con cáncer; desabasto de medicinas

El desabasto de los medicamentos en las farmacias de los hospitales y clínicas públicas del país, no es nuevo, pues siempre ha existido, con el detalle de que al aumentar la población y su número de enfermos, este problema se ha complicado hasta agravarse en los días actuales, en que la mortalidad se incrementa por la incapacidad de los mandos de las instituciones del Sector Salud, para cumplir esta obligación constitucional

Hoy, los padres de niños que padecen cáncer, han elevado su voz para exigir al Gobierno Federal, el suministro de medicinas en el Hospital Infantil de México, “Federico Gómez”, donde la falta de estos productos para atender la diversa y extendida variedad de esta incurable y por lo mismo mortal enfermedad, causa severos estragos en los menores de edad.

Un gran valor civil ciudadano que se reconoce, motivado por la impotencia y desesperación de quienes dependen del servicio de este Instituto Nacional de Salud que atiende a sus hijos, y en general a la población no derechohabiente, que en lo global representa la mayoría de los 130 millones de habitantes de México.

Posición que no solamente molestó al flamante y todopoderoso secretario de Salud (SSA), Jorge Varela Alcocer, sino que minimizó y menospreció las denuncias, al afirmar que no existe ninguna urgencia o emergencia entre los niños cancerosos, porque se tienen suficientes dosis para el tratamiento de todo tipo de problemas oncológicos

No dejó duda de que tiene otros datos y que por lo mismo los familiares de los pequeños que padecen las distintas formas de manifestación de cáncer, carecen de sustento, no obstante que ocupa a nivel nacional el primer lugar por causa de muerte y tercera en adultos.

Lamentable la soberbia de uno de los funcionarios claves en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que al estilo de siempre de los funcionarios responsables de la atención de la salud de los mexicanos, pretenda tapar con un dedo una realidad irrefutable, la de inexistencia de medicinas básicas en las estanterías de las farmacias oficiales en todo el territorio nacional.

Pero lo más sorprendente ocurriría en la conferencia de prensa mañanera en gira por el estado de Veracruz, donde el Primer Mandatario afirmaría que “en 2018 se compraron 90 mil millones de pesos en medicinas y materiales de curación a tres empresas, y son las que tienen ahora las campañas estas de que se está muriendo los niños porque no hay medicinas para el cáncer, pues claro que están molestos porque tenían una mina de oro y ya se les acabó”.

Sin embargo, el Jefe del Ejecutivo Federal, en ningún momento reveló el nombre de los laboratorios involucrados, lo cual enrarece todavía más la situación y propicia un linchamiento mediático que afecta a toda la industria farmacéutica nacional y extranjera que ha hecho y sigue haciendo negocios con las instituciones del Sector Salud (SSA-IMSS-ISSSTE), donde ha sido común el cobro de comisiones de un mínimo del 10 por ciento, al más alto nivel de toma de decisiones, con las excepciones que se han dado de autorización de compras directas de delegados estatales, actualmente en cargos importantes de la 4ª Transformación.   

¿Quién puede asegurar que este tipo de corrupción ha cesado, considerando el monto tan cuantioso de los presupuestos institucionales para la adquisición de todo tipo de medicinas y complementos que requieren los nosocomios oficiales?

El Presidente está obligado a revelar los nombres y demostrar con pruebas fehacientes lo concerniente a las tres empresas farmacéuticas monopolizadoras, lo mismo que “están detrás” de lo que define como campaña que refiere a la mortandad de niños cancerígenos.

Un clamor de paterfamilias que es nacional, pero que había sido ignorado, no obstante la creciente mortandad infantil por este padecimiento, que sería detonado desde las entrañas del Hospital Infantil de México, de la colonia Doctores, causando hasta una respuesta no conciliadora, sino distractora del Jefe de la Nación.

La realidad es abrumadora y por supuesto que no puede ser resultado de un manejo desvirtuado, sobre todo viniendo la información del Instituto Nacional de Cancerología (INC), que tiene otros datos diferentes a los que maneja López Obrador:

“En México, cada año se detectan 191 mil nuevos casos de cáncer de todos los tipos., El promedio de sobrevivencia es del 60 por ciento en adultos y 50 por ciento en niños, y depende mucho de la etapa clínica y del tumor, porque no es lo mismo un cáncer de piel que uno del pulmón o melanoma. La diferencia entre un diagnóstico oportuno de este mal y otro tardíamente es de 40 mil y millón y medio de pesos, respectivamente”.      

Visión contundente por demás preocupante y alarmante del director general del INC, Manuel Meneses García, cuando asegura que siete de cada 10 niños que llegan a las instituciones de salud con diagnóstico de cáncer, están ya en etapa avanzada.

Panorama incompleto del especialista, cuando manifiesta que “el cáncer infantil se ha mantenido entre el cinco y el seis por ciento, mientras en adultos ha aumentado la frecuencia”.

El oncólogo precisaría que existen unidades para la atención del cáncer, tanto en los hospitales y clínicas de la Secretaría de Salud (SSA); el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS); el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE); Petróleos Mexicanos, Secretarías de la Defensa y Marina, así como en nosocomios privados.  

Planteamiento de la necesidad de que al tener unidades especializadas todas las instituciones de salud públicas y privadas, debería de reorientarse y controlar los recursos presupuestales, y que únicamente aquellas instancias que tengan que ver con temas de prevención y diagnóstico, deberán respetarse los recursos y medir los resultados’’.

Consideración de que en el territorio nacional hay suficientes equipos de mastógrafos para la detección de cáncer de mama, que adolecen de calidad y precisión en sus resultados, al no estar bien equilibrados o por deficiencia del personal que no ha sido capacitado para esta importante tarea, lo cual provoca que, según el Instituto Nacional de Cancerología, nueve de cada 10 pacientes que sobreviven a la enfermedad, tienen secuelas de la quimioterapia, radioterapia o cirugía, por diagnósticos incorrectos.

A nueve meses de la Administración del Presidente López Obrador, se ha pasado por alto esta grave situación, bajo el argumento de los recortes presupuestales y de personal, que impiden la urgente corrección de las deficiencias,  así como apoyar los obligados y urgentes trabajos de  investigación para crear nuevos modelos que coadyuven en una mejor atención.

Pero por si no lo sabía el titular del Palacio Nacional, van los otros datos que seguramente no tiene y hace más dramática la gravedad de las enfermedades cancerígenas en México, que aporta el INC para su conocimiento:

“En un país como el nuestro de 130 millones de habitantes, se tiene  solamente 473 oncólogos, cuando mínimo, deberían de estar en servicio   dos mil 600”.

Buena falta le hace a Andrés Manuel, visitar las áreas de atención de enfermos con cáncer. No tendría que ir muy lejos de sus aposentos en el centro histórico, pues bastaría que le programaran una visita al Hospital Infantil de México, para conocer el drama que en todo momento se viven en el pabellón especializado donde los niños aguardan inocentemente su fin, en los casos terminales, que son atendidos por médicos y enfermeras altamente especializadas y religiosas católicas, con la atenuante luego de la zozobra ante la escasez de medicamentos de gran demanda y alto costo económico.

Si ya de por sí existía el problema de la insuficiencia de estos productos vitales para los tratamientos curativos o paliativos, en clínicas y hospitales durante la administración de Enrique Peña Nieto, hoy el secretario de Salud Federal, Jorge Alcocer Varela, ya con la costumbre bien arraigada en los primeros nueve meses de gobierno de culpar al pasado, se atreve a dar respuestas sin sustento, demostrando con ello desconocimiento de la problemática que enfrenta la mayoría de los 130 millones de habitantes.

Y si se trata de culpas por ignorancia de la problemática de salud en el terreno de la realidad, habría que decir que el actual titular de la SSA ha sido durante toda su vida como profesional, un médico siempre detrás de un escritorio, al dedicarse a la investigación y a la academia como profesor universitario.

Tal por eso, como para “reconciliarse” con los padres de los niños enfermos de cáncer, que protestaron por el desabasto de varios días y quienes le reclamaron públicamente que “¡como no son sus hijos, no les duele el sufrimiento!”, ante sus declaraciones de que “las dosis podrían esperar porque no hay urgencia”, el ahora También jefe del Sector (SSA-IMSS-ISSSTE), los convocaría a su oficina “para ofrecer disculpas por sus afirmaciones”.

El problema de la atención del cáncer en México, es consecuencia de diagnósticos tardíos, por el abandono de la práctica de una medicina preventiva que bien pudiera significar la reducción de la elevada mortandad y el ahorro en la construcción de gigantescas obras hospitalarias para su atención a destiempo de casos de complicaciones de mama, cervicouterino, pulmón, próstata, colón, pulmón, piel, tumores en órganos vitales, sangre y huesos, que se traducen en 85 mil defunciones al año.

Se agrega el hecho de que debido a la falta de coordinación interinstitucional, que evita el uso correcto de la infraestructura, la cobertura de cáncer de mama es apenas de 20 por ciento en todo el país, además de que el tiempo que transcurre entre el diagnóstico y el inicio del tratamiento, es de siete meses en promedio.             

Más que en labores de distracción de la población en dimes y diretes por demás fuera de lugar y

especulativos por carecer de sustento en las declaraciones acusatorias, es tiempo de que el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, asuma con mayor seriedad su responsabilidad en la atención de esta cada vez más preocupante situación, dando prioridad a la creación de programas preventivos que permitan la detección temprana y oportuna del cáncer en todas las edades, con carácter de emergencia nacional.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.