Trabajo a migrantes y más cesantía de chiapanecos

No obstante sus riquezas naturales, que le permiten ser poseedora de excelentes tierras agrícolas donde se produce plátano, café, cacao y mango, que lo mismo se exportan a Estados Unidos, Canadá y Europa, la Región Soconusco de Chiapas, carece de una infraestructura industrial complementaria, que genere ocupación de la mano de obra calificada de la Frontera Sur, que hoy enfrenta una de las crisis de desempleo más complejas de su historia.

Peregrinar sin éxito de cientos de egresados de Universidades y jóvenes del medio rural, que buscan la oportunidad del trabajo acorde a sus carreras o de plano, lo que pueda ofrecérseles para atender sus necesidades económicas urgentes, que al no tener respuesta favorable, deciden emigrar hacia Estados Unidos y otras entidades del centro y norte del país.

Carencia de inversiones productivas, en mucho debido a la falta de visión, sensibilidad, pero sobre todo incapacidad de los gobernantes que han antecedido a Rutilio Escandón Cadenas, para motivar sustentados en las todavía inmensas riquezas naturales de Chiapas, a hombres de negocios del país y extranjero, para aprovechar tan espléndida oportunidad.

El pero ha estado siempre, en la incongruencia de no contar con los  servicios públicos elementales y estímulos fiscales atractivos, para su establecimiento, y de ahí que a la mitad del sexenio de Enrique Peña Nieto, haya surgido desde la perspectiva federal esa posibilidad, que desbordó el entusiasmo de la población, el anuncio de la creación de una Zona Económica Especial en Puerto Chiapas-Madero, que, por daría oportunidad, por fin, al desarrollo y progreso de un espacio territorial en el extremo sur de México, habitado por más de millón y medio de personas.

Una animosidad social que se reforzaría en los últimos días del mandato anterior, cuando se daría a conocer que el Gobierno de la República dejaba en las arcas de la Hacienda Federal, un fondo 50 mil millones de pesos, para la creación de la infraestructura básica obligada, para atraer capitales nacionales y extranjeros.

Optimismo de todos los sectores socioeconómicos de la colindancia con Centroamérica, porque no había duda de que el despegue de la economía chiapaneca regional, sería un hecho, al contarse con una reserva de poco más de 500 hectáreas adquiridas con presupuesto de la Federación, para el establecimiento de empresas foráneas que habían manifestado su interés por establecerse en el corto plazo.

Se hablaría de proyectos de inversionistas del centro y norte del país, para producir con miras a la exportación a América Central, así como de empresarios guatemaltecos dispuestos a traer sus recursos para expandirse al mercado chiapaneco y mexicano.

Vendría el cambio de Gobierno y el arribo del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que decretaría desde Palacio Nacional, el 25 de abril,  la cancelación del Programa de las Zonas Económicas Especiales, “debido a su falta de eficacia”.

Los chiapanecos-mexicanos en edad productiva y desempleados de la Frontera Sur, verían derrumbado de un plumazo, el sueño de una vida mejor, al declarar el Primer Mandatario, que “eran para supuestamente ayudar, pero nunca hicieron nada por ayudar. Hicieron negocios, compraron terrenos y derrocharon recursos. No se beneficio en nada”. 

Fin de fiesta sin haberla empezado.

Días de toma de decisión Presidencial, con la presión encima de las avalanchas, iniciadas desde octubre de 2018, desde la hondureña San Pedro Sula, conformadas por varios cientos de miles de extranjeros indocumentados de múltiples nacionalidades del mundo, en ruta hacia Estados Unidos, financiados y manipulados por La Casa Blanca, para crear un ambiente de rechazo, previo al inicio de la campaña reeleccionista del magnate-presidente Donald Trump.

Pronto la incapacidad manifiesta de las autoridades de Migración de la Secretaría de Gobernación, al ser rebasadas en sus tareas de contención, por la orden del Poder Ejecutivo Federal, de apertura total y apoyo para el desplazamiento financiado, de la migración indocumentada, que sin ningún problema llegaría principalmente a la ciudad de Tijuana, para solicitar a las autoridades estadounidenses, el otorgamiento de asilo político, mientras otros lograban burlar en otros puntos fronterizos, a la Patrulla Fronteriza, así como a los elementos del Ejército y la Guardia Nacional.

Vendría pronto la contraorden en junio de “cerrar la frontera” para frenar el inmenso flujo inmigrante hacia la Unión Americana, y con ella el cese de otorgamientos de salvoconductos del INM, aunado a la militarización de la línea y municipios fronterizos, con soldados de la Defensa Nacional y de la Marina, habilitados como la nueva Corporación denominada Guardia Nacional.

Conformación de un gran campo de concentración abierto y con aseguramientos en reclusión hacinada en el Centro de Atención Migratoria Siglo XXI.

Imposibilidad real de seguir adelante, en ruta a la Unión Americana, por la casi infranqueable Región Costa, donde se instalarían reténes policíaco-militares de intercepción, prolongados fuera del estado, que implicaban riesgos de deportación inmediata a sus países de origen, al no acatar las leyes mexicanas.

Insurrección inicial de cubanos y hondureños, que en varias ocasiones se amotinarían en el albergue del Instituto Nacional de Migración, que apremian a las autoridades federales a mantenerse alertas, hasta llegar a mayores situaciones de violencia, con el surgimiento de disturbios de miles de africanos y haitianos que se enfrentan con palos y piedras a los elementos militares de la GN y Policía Federal.

De nuevo la orden Presidencial para apaciguar a los inconformes, al ofrecerles trabajo, que de inmediato es rechazado, pero que al advertirles que no habrá más autorizaciones para que se adentren el territorio mexicano y llegar a la vecindad estadounidense, deciden aceptar presionados por su complicada situación económica, vuelta común en la mayoría de los inmigrantes estacionados en Soconusco.

Y ante la sorpresa de la población local desempleada, de pronto se abrirían oficinas del Gobierno de la República en combinación con los ayuntamientos locales, para entregar a los migrantes no solamente los permisos para trabajar, sino también el empleo con salarios de 200 pesos diarios, con un horario de menos de ocho horas.

Largas filas de extranjeros, la mayoría africanos, haitianos y cubanos, se formarían todos los días y hasta la fecha, en dos lugares acondicionados como oficinas, para cumplir con la disposición del Jefe del Ejecutivo Federal, de quien habrá que recordar, que todavía siendo Presidente electo y luego en funciones, ofreció conceder en Chiapas, 80 mil plazas de empleo a los extranjeros migrantes.

Actos solidarios que se entenderían mejor, tal vez en Nuevo León, Jalisco y otros estados industrializados, más no en la entidad chiapaneca, considerada como la de mayor pobreza en México y de crecimiento económico nulo en su Frontera Sur, como esta semana lo ha reconocido la Secretaría de Hacienda y Crédito Público Federal.

No deberá olvidarse que en marzo de 2013, por esa denominación nada honrosa, no obstante sus riquezas naturales que en materia de hidroeléctricas, gas y petróleo benefician al resto del país, dada su condición de precariedad condenable por la corrupción de su clase gobernante y política, en Chiapas dio comienzo la Cruzada Nacional Contra el Hambre.

Inconformidad aumentada por las decisiones asumidas por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando en su encuentro con su homologo de El Salvador, en Tapachula, daría a conocer la donación de 100 millones de dólares de su Administración a los gobiernos del “Triángulo del Norte”, que incluyen al país del mandatario visitante, Honduras y Guatemala, para financiar la creación de empleos y así evitar la migración hacia Estados Unidos.

Cumplimiento cabal de la consigna del Jefe de la Nación, al hacer pasar por la pasarela pública de calles y avenidas, a los nuevos empleados federales de origen multinacional, dotados de escobas, con la instrucción de realizar tareas de limpieza.

Enojo mayor, cuando los chiapanecos-mexicanos sin empleo creían ser prioridad para  Andrés Manuel López Obrador, en la Frontera Sur, se filtra la información de que los trabajadores extranjeros irregulares, están siendo afiliados, junto con sus esposas e hijos, como derechohabientes en el Instituto Mexicano del Seguro Social.

Un registro de centenares, sino es que miles de migrantes, que se está dando desde el pasado mes de agosto, propiciando todavía más insatisfacción de los pacientes locales.

Hermetismo sobre el número de afiliaciones inéditas, que ya repercute en la calidad del servicio y en el desabasto de medicamentos, al darse una mayor demanda de consultas, sin que tampoco aumente el personal médico y de apoyo.

Para aquellos inmigrantes que carecen de la oportunidad de la atención del Seguro Social, las puertas del Hospital General Regional, inaugurado apenas en agosto de 2018 por Enrique Peña Nieto, que funciona de manera irregular al no contar con los equipos de tecnología avanzada programados, como tampoco del suministro suficiente en su farmacia.

Evidente cambio de actitud del Gobierno Federal hacia los extranjeros sin papeles, que se refuerza después del extrañamiento realizado el pasado lunes 9 de septiembre por la chilena ex Presidenta Michelle Bachelet, la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, quien expresaría su preocupación por el endurecimiento de las condiciones de los migrantes y el creciente riesgo de que sufran violaciones a sus derechos elementales.

Crítica severa tanto al gobierno de Andrés Manuel López Obrador como al del estadounidense Donald Trump, por las duras acciones emprendidas por ambos países, para contener el flujo de inmigrantes

provenientes de Centroamérica, calificándolas de retroceso.

Por lo pronto, el pronóstico que hace la Administración Federal mexicana, no es nada bueno para la Frontera Sur, en cuanto a que el flujo migratorio indocumentado, podría ser globalmente superior a los 800 mil seres humanos, al finalizar 2019.

Ello no parece preocupar a Donald Trump, que este miércoles 18 de septiembre estuvo en la fronteriza Mesa de Otay, California, donde recurriendo a su doble lenguaje, diría: “No quiero poner aranceles a México, es fantástico. Aplicando el 5 por ciento se podría pagar el muro, pero no lo haré”.

Mensaje en español en su cuenta de Twitter, para su colega y vecino del sur, en relación con los migrantes: “No más. No más falso asilo. No más detener y soltar. No más entrada ilegal en Estados Unidos”.

Buenas intenciones y discursos electoreros y populistas en ambos lados, sabedores de que la inmigración indocumentada, por razones diversas, es parte fundamental de la historia del mundo y de la misma nación más poderosa del planeta que lo ejemplifica, siendo incluso  mismo Trump prueba de ello, en su origen irlandés, así como su esposa, Melania, de nacionalidad eslovaca, con ingreso ilegal a la Unión Americana.

Capítulos sin fin que seguiremos escribiendo.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013, Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.