Las contradicciones

Un recuento de los hechos de violencia ocurridos en Culiacán, Sinaloa, la tarde-noche del pasado jueves 17 de octubre, nos permite concluir lo siguiente:

Tanto el presidente Andrés Manuel López Obrador como los integrantes del Gabinete de Seguridad Nacional, no pudieron ponerse de acuerdo para hacer coincidir en una sola, la versión oficial de los actos terroristas cometidos por el crimen organizado, como resultado de la captura y liberación de Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín “el Chapo” Guzmán Loera.

Sustento en el análisis, en las declaraciones textuales videograbadas de los protagonistas asociados participantes, de los secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño; de la Defensa Nacional, Cresencio Sandoval González, y el jefe del Centro Nacional de Inteligencia Militar, Audomaro Martínez Zapata, en las que no participaría el secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán.

El problema principal se ha dado en función de la primera versión oficial de lo acontecido, dada por Durazo Montaño, cuando aseguraría a antes de las las ocho de la noche, que de manera circunstancial un grupo de 30 elementos de la Guardia Nacional y del Ejército “realizaban un patrullaje de rutina” en el fraccionamiento Tres Ríos, en la capital sinaloense, cuando fueron agredidos a balazos desde una vivienda.

Relato del funcionario, en el que precisaría que los militares no solamente contestarían la acción bélica, sino que se apoderarían de la casa de donde surgieron los disparos y una vez asegurados los agresores y al revisar sus identidades, se percatarían que uno de ellos era Ovidio Guzmán López, “el Ratón”, hijo de Joaquín “el Chapo” Guzmán Loera, condenado a cadena perpetua en Estados Unidos, por los delitos de narcotráfico.

Para entonces, los medios de comunicación de todo el mundo habían dado a conocer las acciones que con armas de alto poder, prohibidas por ser de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, grupos de las distintas organizaciones integrantes del cártel de Sinaloa, habían realizado por distintos rumbos estratégicos de la capital, durante la tarde y entrada la noche, para presionar al gobierno federal, la liberación de Ovidio Guzmán López.

La versión que más impactaría sería la correspondiente a la incursión de un grupo armado a la unidad habitacional ocupada por familiares de personal del Ejército Mexicano, donde incluso harían disparos de advertencia al aire, que aterrorizarían a mujeres y niños, amenazando los cabecillas con incurrir en situaciones extremistas, en caso de no ceder a sus exigencias.

Lo sorprendente ocurriría pasadas las 10 de la noche, cuando el mismo secretario de Seguridad y Protección Ciudadana Federal, anunciaría a la agencia inglesa de noticias Reuters, que Guzmán López y sus tres acompañantes, habían sido puestos en libertad por los militares.

A esa hora se sabría que los integrantes del Gabinete de Seguridad Nacional, ya se encontraban en la ciudad de Culiacán.

Al día siguiente, las portadas de los periódicos del país traían como nota principal los acontecimientos de violencia en la entidad del noroeste de México, como de manera destacada lo difundirían muchos en el resto del mundo, mientras que los noticieros televisivos y programas de radio de la mañana daban las crónicas de los enfrentamientos.

Vendría entonces por la mañana del viernes 18 de octubre, la conferencia de prensa cotidiana del presidente López Obrador, previa a la que de manera conjunta darían en Sinaloa, los miembros del Gabinete de Seguridad Nacional, en la que se registraría la primera contradicción y desmentido a Alfonso Durazo Montaño, al aseverar que “se trató de un operativo que llevó a cabo el ejército, a partir de una orden de aprehensión de un presunto delincuente”.

Luego, el argumento para la liberación: “Hubo una reacción muy violenta y se ponía en riesgo la vida de mucha gente. Y estaban en riesgo muchos ciudadanos, muchas personas, muchos seres humanos, y se decidió proteger la vida de las personas. Y yo estuve de acuerdo con eso porque no se trata de masacres, ya eso ya se terminó. No puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas. Ellos tomaron esa decisión y yo la respaldé”.

Pero es aquí, donde surge la interrogante del columnista: ¿Qué acaso como jefe del Ejecutivo Federal y comandante supremo de las Fuerzas Armadas, no es quien tiene la responsabilidad principal de decidir y no de respaldar una decisión que a nadie más corresponde?

Tal vez se le olvidó que a él atañe y a nadie más, ordenar y no subordinarse.

Se justificaría: “Bueno, la decisión la tomó el Gabinete de Seguridad de manera conjunta, colegiada, los secretarios, repito, de la Defensa, de Marina, de Seguridad Pública. Yo respaldé esa postura porque considero que lo más importante es la protección de las personas, lo más importante es que no haya muertos, lo más importante es la paz.

”Acerca de si se demostró debilidad del Estado, eso es más que nada una conjetura de los expertos, sobre todo de nuestros adversarios. Los conservadores no van a estar contentos con nada y van siempre a cuestionarnos. Nosotros no tenemos duda acerca de que fue la mejor decisión. El poder no es prepotencia, el poder no es violencia, el poder es humildad, el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás”.

Haría el comparativo de la decisión con la de sus antecesores: “Esta decisión se tomó para proteger a los ciudadanos. Es que no se puede apagar el fuego con el fuego. Esa es la diferencia de esta estrategia con relación a lo que han hecho los anteriores gobiernos. Nosotros no queremos muertos, no queremos la guerra. Esto les cuesta trabajo entenderlo a muchos, pero la estrategia que se estaba aplicando anteriormente convirtió al país en un cementerio y eso ya no lo queremos. Lo he dicho una y mil veces, nada por la fuerza, todo por la razón, el derecho.

”No es fácil, es un proceso, no es sencillo porque se dejó avanzar mucho el problema, tenemos que enfrentar dos mafias: la delincuencia de cuello blanco -también dañina- que se arraigó y la estamos combatiendo; y las bandas de la delincuencia llamada organizada. Eso es lo que enfrentamos. Pero con rectitud, con honestidad, con justicia vamos a garantizar la paz y la tranquilidad en el país”.

Se adelantaría a las suspicacias, en cuanto a la existencia de posibles actos de corrupción en lo ocurrido:

“Yo le digo al pueblo de México que tengan confianza, que no hay impunidad porque no hay contubernio entre delincuencia y autoridades. Está bien pintada la raya, la frontera, entre delincuencia y autoridades.

”Lo de ayer fue una situación producto de una circunstancia donde se valoró que había que proteger la vida de seres humanos, que es lo más sagrado que hay, la vida de las personas; entonces, se tomó esa decisión, pero no existe asociación delictuosa entre autoridad y delincuencia en el caso que estamos tratando”.

Confirmaría Andrés Manuel que el detenido “sí es Ovidio Guzmán López, aquí lo tengo, aceptando que existe en su contra “una orden de aprehensión provisional con fines de extradición, emitida por un juez”.

López Obrador sería reiterativo: “Lo de ayer fue un hecho lamentable que se presentó, pero de ninguna manera, se me hace una exageración decir que ha fracasado nuestra estrategia.  Eso es lo que quisieran los conservadores, se frotan las manos, andan como desquiciados buscando que fracasemos, pero no. Fíjense que como se nos atribuye, y lo asumo, tengo otros datos. Vamos muy bien en nuestra estrategia porque se están atendiendo las causas que originaron la violencia, vamos muy bien”.

Una hora después, la rueda de prensa en Culiacán, en la que el secretario de la Defensa Nacional, volvería a las contradicciones: “No fue circunstancial, ya que se trató de una acción directa para la captura de un presunto delincuente al contar con orden de aprehensión provisional con fines de extradición emitida por un juez federal.

”El grupo responsable de esta acción fue personal de la policía ministerial. Este personal, en un afán de obtener resultados positivos, actuó de manera precipitada con deficiente planeación, así como falta de previsión sobre las consecuencias de la intervención, omitiendo además obtener el consenso de sus mandos superiores, consecuentemente el gabinete (falla de transmisión) dar el tiempo que tardaría la obtención de la orden de cateo”.

Versión estenográfica de la oficina de Comunicación Social de Presidencia de la República, en la que se estable que “formalmente no hubo una detención, porque una detención lleva un procedimiento, ustedes bien lo saben que se debe de presentar en algún lugar. No hubo una detención formal”.

El general Luis Crescencio Sandoval González reconocería que aunque no hubo orden de cateo, “fue el que estando ya en la actividad operativa generó que el personal de manera improvisada, como ya mencioné, sin medir las consecuencias, actuó para poder obtener un resultado positivo, no vislumbraron que se podía llegar a presentar este tipo de condición”.

Fue más allá en su comentario, denotando nerviosismo o malestar: “El personal, el grupo que realizó esta actividad, actuó de manera precipitada y no previó las consecuencias, no quiero decir que fue improvisado, no”.

Llamaría la atención la revelación de que “este personal en lo que va de la administración, ha tenido 14 aseguramientos de miembros relevantes de la delincuencia en diferentes partes de la República y 26 colaboradores también de diferente nivel, y asimismo una cantidad de armas, municiones, recursos, inmuebles, que han asegurado bajo el mismo esquema de operación.

”La diferencia aquí que se presentó es precisamente que de manera improvisada actuaron sin… perdón, no de manera improvisada, de manera precipitada, no esperaron la orden de cateo, no consideraron que la orden

de cateo iba a durar más tiempo; y ya tenían al personal ahí cuando empiezan a recibir ellos el fuego, los delincuentes se dan cuenta que están en esta parte, empiezan a recibir fuego, y bueno, se genera toda esta actividad. Fue esta parte improvisada, esta parte precipitada que los hizo llegar a los errores que generaron todo lo que se presentó en la ciudad”.

El titular de la Sedena sería el más objetivo en el encuentro con los periodistas, al reconocer que efectivamente un grupo armado de sicarios incursionó en la unidad habitacional militar, así como el robo de dos vehículos –un Hummer y una Pick up-, así como la retención temporal de personal del ejército con armamentos.

Alfonso Durazo Montaño afirmaría en relación a lo ocurrido en Culiacán: “Ningún pacto, absolutamente ningún pacto con el crimen organizado”.

Entonces ¿qué definición se puede dar por parte del Estado Mexicano, a la liberación de Ovidio Guzmán López?

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.